En pos de la coherencia fiscal
Con un PIB creciendo en el entorno del 3%, los pol¨ªticos deber¨ªan estar divisando ya un escenario de super¨¢vit; al menos de equilibrio presupuestario
Los Presupuestos del Estado de 2018 son un ejercicio de incoherencia fiscal colectivo: preparados y tramitados por el Gobierno de Mariano Rajoy y aprobados finalmente por el de Pedro S¨¢nchez, han contado con el apoyo, antes o despu¨¦s, de una ampl¨ªsima mayor¨ªa de diputados y formaciones pol¨ªticas. Unos presupuestos cuya ejecuci¨®n nos conduce de nuevo a un d¨¦ficit pr¨®ximo al 3% del PIB. Una insuficiencia fiscal de naturaleza estructural (ya nada tiene que ver la recesi¨®n) sin parang¨®n en los pa¨ªses de nuestro entorno.
Se est¨¢ cometiendo un error colectivo, porque la deuda p¨²blica est¨¢ en m¨¢ximos hist¨®ricos y porque se est¨¢ dinamitando la capacidad presupuestaria para enfrentarnos a la siguiente crisis, que llegar¨¢. Con un PIB creciendo en el entorno del 3%, los pol¨ªticos deber¨ªan estar divisando ya un escenario de super¨¢vit; al menos de equilibrio presupuestario.
C¨®mo hacerlo depende de las preferencias pol¨ªticas: se puede aumentar ingresos, recortar gasto o combinar ambas estrategias. Si, de nuevo, nos comparamos con otros, la realidad es que el nivel de gasto p¨²blico de Espa?a es bajo; pero los recursos p¨²blicos lo son todav¨ªa m¨¢s. Reformar a fondo el sistema tributario para hacerlo m¨¢s eficiente y justo, eliminando bonificaciones y ventajas fiscales de todo tipo y combatiendo a deg¨¹ello el fraude fiscal, permitir¨ªa elevar la recaudaci¨®n y converger con la media comunitaria. Pero, insisto, esa es una opci¨®n pol¨ªtica. Lo que no es una alternativa coherente y responsable es mantener el d¨¦ficit estructural elevado.
Y en ese escenario, el Gobierno de Pedro S¨¢nchez opta por lo m¨¢s razonable. Primero, asumir que, con lo dif¨ªcil que ha sido la aprobaci¨®n de los Presupuestos y su debilidad parlamentaria, lo que toca es ejecutarlos y no tratar de ajustarlos a la baja. Segundo, negociar con Bruselas un cambio en la senda del d¨¦ficit. Para 2018, un objetivo coherente con lo que reflejan los presupuestos: el -2,7% es factible; el -2,2% no. Para 2019 y m¨¢s all¨¢, reducciones progresivas del d¨¦ficit partiendo del efecto escal¨®n que se produce en 2018: el medio punto que se aumenta en el ejercicio en curso eleva de forma natural los objetivos para los a?os venideros. Tercero, para 2019 se habla de la necesidad de elevar ingresos para reducir el d¨¦ficit y financiar promesas de gasto. En mi opini¨®n ser¨ªa preferible hablar de la reforma fiscal que necesitamos y no de soluciones parciales. Pero el Congreso no est¨¢ para grandes acuerdos sobre el sistema tributario espa?ol.
No es razonable que el PP se queje ahora de irresponsabilidad fiscal cuando ha sido el principal responsable de los Presupuestos de 2018; y tampoco que los partidos a la izquierda demanden mayor laxitud en el d¨¦ficit y m¨¢s gasto p¨²blico sin acordar antes c¨®mo se financiar¨¢. Sin duda, los planes del Gobierno para 2019 pueden ser discutidos y mejorados desde un esp¨ªritu constructivo y exigente. Lo que no se debe hacer es mantenerse en la demagogia y orillar el problema de d¨¦ficit estructural que padecemos.
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