Un c¨¢lculo equivocado
Es provocador que las propuestas, aunque leg¨ªtimas, se presenten como una imposici¨®n de parte cuyo efecto inevitable es poner de manifiesto la debilidad de Europa
El Gobierno italiano ha desafiado consciente y abruptamente la pol¨ªtica de estabilidad impuesta por Bruselas a sabiendas de que dispone de dos grandes ventajas que le permiten afrontar la tormenta con un cierto margen de maniobra. El prop¨®sito es claramente electoral, faltar¨ªa m¨¢s: el Ejecutivo italiano ha descubierto con alborozo que enfrentarse a ¡°los bur¨®cratas de Bruselas¡± proporciona una gran cantidad de votos; y muchos m¨¢s si, por a?adidura, se promete que con ese exceso de ocho d¨¦cimas en la senda del d¨¦ficit (2,4% en 2019 frente al 1,6% comprometido) el Gobierno ¡°acabar¨¢ con la pobreza¡±. Que una promesa sea falsa nunca ha sido un obst¨¢culo para que sea cre¨ªda. Cuentan adem¨¢s Giuseppe Conte y Luigi Di Maio con que Italia es demasiado grande para quebrar o para ser expulsada de la Uni¨®n. La probabilidad de que un enfrentamiento p¨²blico sobre los par¨¢metros del d¨¦ficit se resuelva al final, tras una exhibici¨®n de desplantes, en una negociaci¨®n es pr¨¢cticamente del 100%.
Por supuesto, todo pa¨ªs es libre de exponer y defender la variaci¨®n de su programa de estabilidad tal como le parezca oportuno. Lo que resulta provocador es que esas propuestas, que pueden tramitarse mediante negociaci¨®n, se presenten como una imposici¨®n de parte cuyo efecto inevitable es poner una vez m¨¢s de manifiesto la debilidad del entramado institucional del euro. El problema para el Gobierno italiano es que no est¨¢ en condiciones de provocar impunemente. Ha bastado el anuncio del 2,4% seguido del ¡°de aqu¨ª no nos movemos¡± para que la Bolsa se haya ca¨ªdo y la prima de riesgo del pa¨ªs haya superado holgadamente los 300 puntos b¨¢sicos. Di Maio y el ministro de Finanzas, Giovanni Tria, est¨¢n ya buscando a toda prisa una puerta trasera para salir del enredo. La que tantean hasta el momento es mantener el 2,4% para 2019, pero comprometerse a recortes del d¨¦ficit en 2020 y 2021.
No existen la euforia sin coste ni las promesas estratosf¨¦ricas sin c¨¢lculo racional del gasto. Cualquier decisi¨®n tiene consecuencias y, por tanto, requiere una planificaci¨®n prudente que el Gobierno italiano ha olvidado en esta ocasi¨®n. No tiene sentido econ¨®mico autodeclararse en rebeld¨ªa contra Bruselas si la sublevaci¨®n eleva la prima de riesgo y los gastos financieros de la deuda devoran los m¨¢rgenes presupuestarios conseguidos. Un paso adelante, dos atr¨¢s. Por eso es necesario que cualquier cambio de programa financiero sea negociado. Las relaciones de Bruselas en el caso de Italia est¨¢n, a salvo de detalles, muy puestas en raz¨®n. Porque no se trata de que Roma no cumpla con los objetivos generales de d¨¦ficit (que los cumple), sino de que su d¨¦ficit estructural est¨¢ aumentando. Por cierto, si alguien revisa el d¨¦ficit espa?ol observar¨¢ que pr¨¢cticamente todo ¨¦l es de car¨¢cter estructural. Lo cual significa que se ha reducido en t¨¦rminos absolutos como consecuencia de la fase de crecimiento; una recesi¨®n volver¨ªa a disparar el d¨¦ficit a los niveles de 2011. Esta es la brillante pol¨ªtica de estabilidad desarrollada por los Gobiernos de Rajoy.
Es dif¨ªcil imaginar qu¨¦ argumentos pretende manejar el Gobierno italiano para ganar el pulso con Bruselas. Los triunfos de que dispone son estrictamente pol¨ªticos; pero ah¨ª se acaba su capacidad de persuasi¨®n. Tria deber¨ªa haber ca¨ªdo en la cuenta de que el BCE es la ¨²nica instituci¨®n que est¨¢ comprando bonos italianos. La regulaci¨®n monetaria y la econom¨ªa financiera de Roma est¨¢n en manos de Fr¨¢ncfort, y las probabilidades de que el Ejecutivo italiano imponga sin m¨¢s un tr¨¢gala son muy reducidas.
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