La fortuna de los m¨¢s ricos deja de ser tab¨² en EE UU
La propuesta de la senadora dem¨®crata Elizabeth Warren de imponer un impuesto a las grandes fortunas abre un debate hasta ahora dormido
Bueno para la democracia, porque reduce el poder de los millonarios. Bueno para la equidad, porque evita gravar a la clase media con un porcentaje mayor que a la alta. Y bueno para las arcas estatales, porque recauda el equivalente al 1% del PIB de EE UU. Para sus defensores, el impuesto a las grandes fortunas de la senadora dem¨®crata Elizabeth Warren no tiene desperdicio. Y, sin embargo, cuando la candidata a la presidencia estadounidense anunci¨® su propuesta en enero, gente tan respetable como un Nobel de Econom¨ªa y un exalcalde de Nueva York salieron a criticarla. El primero, Robert Shiller, por haber perjudicado sus posibilidades como candidata con un impuesto a la riqueza que har¨¢ ¡°que la gente se vaya¡±. El segundo, Michael Bloomberg, por proponer algo ¡°probablemente anticonstitucional¡±.
La reacci¨®n de Bloomberg parece comprensible ya que tiene una fortuna de 56.800 millones de d¨®lares (50.488 millones de euros). El fundador de la agencia de noticias que lleva su nombre deber¨ªa restarle 1.693 millones a su patrimonio desde el primer a?o si prospera la propuesta de Warren: un 2% para todo lo que supera 50 millones de d¨®lares y un 1% para lo que sobrepasa los 1.000 millones.
?Pero y la cr¨ªtica de Shiller? ?Se ir¨¢n los multimillonarios con su dinero a otra parte? En cualquier pa¨ªs de la Uni¨®n Europea, la respuesta habr¨ªa sido ¡°tal vez¡±. En EE UU, y seg¨²n el economista de la Universidad de Berkeley, Emmanuel Saez, no es tan f¨¢cil. Como explic¨® junto a su colega Gabriel Zucman en un art¨ªculo que fundamenta la propuesta de Warren, los estadounidenses que se van del pa¨ªs siguen teniendo la obligaci¨®n de pagar sus impuestos en EE UU. La ¨²nica manera de evitarlo es renunciando a la nacionalidad, una eventualidad que el plan de Warren contempla con un impuesto, bastante convincente, del 40% de su patrimonio neto.
Pero el inconveniente cl¨¢sico de un impuesto a la riqueza no es tanto la fuga de las fortunas como la dificultad de la implementaci¨®n: los millonarios invierten mucho en ingenier¨ªa financiera. Seg¨²n Saez, tampoco ese problema es insalvable. Basta con resistir al lobby de los que piden excepciones y dise?ar un impuesto sin salvedades. ¡°Cuando hay activos exentos se socava el alcance del impuesto a las fortunas porque los ricos encuentran formas para invertir su riqueza en esos activos exentos¡±.
Eliminar las exenciones no implica que las posibilidades de evasi¨®n fiscal se quiten del todo. Saez y Zucman estimaron una recaudaci¨®n equivalente al 1% del PIB despu¨¦s de prever una reducci¨®n del 15% en los patrimonios declarados tras el impuesto propuesto por Warren. Llegaron a ese porcentaje despu¨¦s de observar el 3% que cay¨® en Colombia el patrimonio declarado tras introducir un impuesto del 1% a la riqueza; y el 34% que se redujo en Suiza ante un gravamen similar. La respuesta desproporcionada de los millonarios suizos tiene que ver con la ayuda que reciben de la ley de secreto bancario. Los estadounidenses, en cambio, tienen el obst¨¢culo de la normativa FATCA. En vigor desde el Gobierno de Obama, castiga a los bancos extranjeros cuando no informan de las cuentas abiertas a clientes estadounidenses. Una medida que, seg¨²n Saez, es replicable al otro lado del Atl¨¢ntico mientras sea todo el bloque europeo el que la implemente.
La ¨²ltima pega que aparece cuando se habla de impuestos a la riqueza es el posible efecto sobre las inversiones. Castigar al ahorro, dicen, es castigar a los proyectos que lo necesitan para financiarse. Seg¨²n Saez, la cr¨ªtica no es v¨¢lida con impuestos como el de Warren, donde la tasa no var¨ªa con la rentabilidad del patrimonio: ¡°Los millonarios tienen m¨¢s incentivos para invertir en negocios de mucha rentabilidad y no en activos de poco rendimiento, por eso es muy posible que este impuesto sobre la riqueza provoque una distorsi¨®n menor que uno sobre las ganancias de capital¡±.
El caso espa?ol
Espa?a es uno de los pocos pa¨ªses de la OCDE donde todav¨ªa se cobra el impuesto al patrimonio, aunque su recaudaci¨®n no sea importante: un 0,2% del PIB, seg¨²n la estimaci¨®n de Saez y Zucman. En opini¨®n de Francisco Javier Bra?a Pino, del Instituto Complutense de Estudios Internacionales, el poco caudal de este impuesto y del de sucesiones y donaciones tiene que ver con una carrera a la baja de las comunidades aut¨®nomas, responsables de su gesti¨®n. Para recuperar su funci¨®n redistributiva y transformarlo en una fuente de ingresos genuinos, propone devolverlos a la Administraci¨®n Estatal. ¡°Como las comunidades casi los han suprimido porque han ido compitiendo entre ellas a ver qui¨¦n bajaba m¨¢s, no les va a suponer mucha p¨¦rdida, una cantidad que, en cualquier caso, el Estado puede compensarles¡±.
Aunque el potencial recaudatorio sea menor al del IPRF o al del IVA, seg¨²n Bra?a Pino todo ayuda en Espa?a, ¡°que est¨¢ muy mal en recaudaci¨®n¡±. El otro argumento, dice, es mejorar la justicia impositiva: ¡°Lograr¨ªa que las rentas de los ricos, que muchas veces crean sociedades para pagar menos, contribuyan y tributen igual que lo hacen las rentas del trabajo¡±. Para Jos¨¦ Ignacio Conde Ruiz, de la Fundaci¨®n de Estudios de Econom¨ªa Aplicada (Fedea), hay una opci¨®n pol¨ªticamente m¨¢s viable que quitarle grav¨¢menes a las comunidades aut¨®nomas y es crear un nuevo impuesto a las grandes fortunas. En su opini¨®n, se puede hacer mientras el tipo no sea demasiado alto. Lo importante, dice, no es tanto la recaudaci¨®n como el control: ¡°Servir¨ªa para ver lo que est¨¢n haciendo, compararlo con sus rentas y lanzar, si es necesaria, una inspecci¨®n¡±.
Se rompe una tendencia
Antes de que Elizabeth Warren propusiera gravar las fortunas, la congresista Dem¨®crata Alexandra Ocasio-Cortez ya hab¨ªa hablado de pasar del 37% al 70% el tipo m¨¢ximo del impuesto sobre los ingresos. No es la primera en proponer tipos altos (en tiempos de Dwight D. Eisenhower llegaron al 91%) pero s¨ª en enfrentar una tendencia que se instal¨® en EE UU y gran parte del mundo desde la ¨¦poca de Ronald Reagan. El ex presidente republicano defend¨ªa que bajar impuestos era bueno para el bolsillo y, sorprendentemente, para la recaudaci¨®n (uno de los fundamentos es que, a partir de un determinado nivel de imposici¨®n, la gente deja de trabajar). El problema, dice el economista Francisco Javier Bra?a Pino, es que esa teor¨ªa nunca tuvo demostraci¨®n emp¨ªrica y se basa en supuestos poco realistas, ¡°como el de que podemos regular libremente el n¨²mero de horas que trabajamos¡±. Lo que s¨ª se ha demostrado desde que comenzaron a bajar los impuestos es la mejora experimentada por el 0,1% m¨¢s rico de EE UU: seg¨²n datos de los economistas Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, desde 1980 sus ingresos crecieron por encima del 300%. Para la mitad m¨¢s pobre, no ha habido variaci¨®n. De 16.000 d¨®lares per c¨¢pita en 1980 a 16.000 d¨®lares hoy.
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