Guerra comercial: la nueva normalidad
La guerra comercial entre EE UU y China es el ¡°nuevo normal¡±. Desde enero de 2018, el arancel de importaci¨®n promedio que aplica EE UU a los productos chinos ha subido del 3 al 23%. En respuesta, China ha aumentado sus aranceles del 7 al 24% a EE UU. Aunque Washington fue el impulsor y defensor de un sistema multilateral de comercio basado en reglas, en ocasiones ha recurrido al uso de pol¨ªticas ad hoc para reducir su d¨¦ficit comercial. En los a?os 80, Jap¨®n se vio forzado por la Administraci¨®n Reagan a restringir ¡°voluntariamente¡± su exportaci¨®n de autom¨®viles, pero el d¨¦ficit no disminuy¨®, y la restricci¨®n qued¨® obsoleta en los a?os 90. Aun as¨ª, la Administraci¨®n presidida por Donald Trump vuelve a centrarse en la idea de elegir un socio principal para disminuir su d¨¦ficit.
La balanza comercial de un pa¨ªs se puede descomponer en dos factores: en primer lugar, la estructura de importaciones y exportaciones y, en segundo t¨¦rmino, la apertura comercial. El primero de estos factores se mide por la ratio entre la balanza comercial y el valor total del comercio: exportaciones menos importaciones con el pa¨ªs, dividido por las exportaciones m¨¢s las importaciones totales de EE UU. Si el comercio con China hubiese afectado significativamente a la econom¨ªa norteamericana, esta ratio deber¨ªa haber aumentado desde 2001, cuando el pa¨ªs asi¨¢tico se uni¨® a la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. Sin embargo, la ratio era de -0,18 en 2001 y de -0,15 en 2018. El comercio con China no ha alterado la estructura de importaciones y exportaciones de EE UU.
El segundo factor, la apertura comercial, se mide por la ratio entre el comercio total y el PIB, lo que completa la identidad que lleva a la balanza comercial. En EE UU esta ratio aument¨® del 0,22 en 2001 al 0,27 en 2018. La econom¨ªa es un 20% m¨¢s abierta que en 2001. Por tanto, dada su estable estructura comercial, el aumento del d¨¦ficit norteamericano con China se explica por su mayor apertura, y reducir el d¨¦ficit implicar¨ªa cerrarse comercialmente. Pero la autarqu¨ªa no es una opci¨®n para EE UU.
Es poco probable que ambos pa¨ªses firmen un acuerdo comercial amplio. Por una parte, el presidente Trump exige la reducci¨®n dr¨¢stica de los d¨¦ficits comerciales, algo imposible sin acercarse a la autarqu¨ªa. Y, por otra, el plan Made in China 2025 revela la ambici¨®n del gigante asi¨¢tico de ascender en las cadenas globales de valor, con lo que a largo plazo reducir¨ªa sus exportaciones de bienes de consumo y seguramente competir¨ªa m¨¢s directamente con los productos de EE UU. No obstante, a corto plazo, dada la incertidumbre pol¨ªtica en EE UU, es posible que Pek¨ªn opte por esperar para reanudar las negociaciones al resultado de las elecciones presidenciales.
Ken Chen, de BBVA Research
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