Tecnolog¨ªa y cultura: un binomio con matices
Ante un panorama tan disruptivo, la cuesti¨®n es tener presente en todo momento que la tecnolog¨ªa debe ser un instrumento que nos permita acercarnos a la cultura, no un sustituto de esta
En el Observatorio de Cultura y Comunicaci¨®n de la Fundaci¨®n Alternativas hemos compartido reflexiones con colegas de diferentes sectores para evidenciar el v¨ªnculo que existe entre tecnolog¨ªa y cultura, adem¨¢s de explorar posibilidades de interacci¨®n entre ambos campos. La mayor¨ªa estamos de acuerdo en que el avance conjunto es necesario e imposible de evitar. Sin embargo, resulta preocupante que en algunos casos el enfoque sea m¨¢s perjudicial que beneficioso y nos aleje del verdadero fin que buscamos: humanizar nuestro futuro.
La tecnolog¨ªa nos est¨¢ llevando hacia un futuro que a¨²n nos resulta complicado descifrar. Los cambios que se avecinan en nuestros modos de vida est¨¢n transformando lo cotidiano. Por poner alg¨²n ejemplo, estamos empezando a modificar nuestro uso del dinero. Ahora es m¨¢s f¨¢cil pagar con el m¨®vil que con dinero f¨ªsico y nuestras carteras tienen m¨¢s pl¨¢sticos que monedas. Los modelos de negocio se han cambiado tambi¨¦n para enfocarse en la gesti¨®n de los datos, y esta tendencia se ver¨¢ multiplicada en breve con el 5G. Por otro lado, el reconocimiento facial se est¨¢ convirtiendo en una tendencia global, y la inteligencia artificial aplicada a la gesti¨®n empresarial mejora el proceso de toma de decisiones redundando en los beneficios.
Por lo que se refiere a la cultura, son numerosos los proyectos de ¨¦xito que se han desarrollado hasta la fecha, y muchos m¨¢s que surgir¨¢n. En el campo de los museos, uno de los m¨¢s fascinantes es el Museo Mori en Tokio, en el que el proyecto Borderless de TeamLab dibuja un nuevo mundo a trav¨¦s de una compleja experiencia sensorial[1].
Pero ante un panorama tan disruptivo, que modifica nuestro concepto tradicional de experiencia art¨ªstica, la cuesti¨®n es tener presente en todo momento que la tecnolog¨ªa debe ser un instrumento que nos permita acercarnos a la cultura, no un sustituto de esta. Explorando las posibilidades que se abren en el campo de los museos, por ejemplo, la innovaci¨®n se est¨¢ basando en mejorar la experiencia del usuario a trav¨¦s del manejo de los datos y otras referencias. Con car¨¢cter general, la sociedad evoluciona hacia un mundo en el que seremos capaces de generar nuestro propio ecosistema a trav¨¦s de algoritmos.
Si la evoluci¨®n sigue en la misma l¨ªnea que hasta ahora, ya no tendremos que enfrentarnos a aquello que nos resulte molesto. Nuestro entorno estar¨¢ construido a la medida de nuestras preferencias, a riesgo de acabar con nuestra capacidad natural de adaptaci¨®n y resiliencia. Esta l¨ªnea de evoluci¨®n es contradictoria con la idea tradicional de que nuestra supervivencia como especie est¨¢ estrechamente ligada a nuestra capacidad de adaptaci¨®n al medio. De esta experiencia surge la creaci¨®n art¨ªstica que es el reflejo de m¨²ltiples visiones de una realidad compartida. Ahora ser¨¢ el medio el que se adapte a nosotros...
La sociedad est¨¢ perdiendo los referentes de las obras cl¨¢sicas y tiene dificultad para encontrar c¨®digos que le permitan entenderlas; este es un amplio campo que las tecnolog¨ªas podr¨ªan cubrir?
Sin embargo, lo anterior no tiene que ver con el uso de la tecnolog¨ªa como herramienta en la creaci¨®n art¨ªstica. Las posibilidades que encuentran los artistas en el uso de herramientas digitales forman parte del proceso creativo. Las obras de Bill Viola, por ejemplo, no tendr¨ªan sentido sin el uso de las t¨¦cnicas audiovisuales m¨¢s avanzadas. Su trabajo es un reflejo de nuestro tiempo y enlaza estrechamente con nuestra tradici¨®n art¨ªstica desde el clasicismo.
Lo que tratamos de evitar es la banalizaci¨®n del espacio del museo como centro de recreo y pasatiempo f¨¢cil. La interacci¨®n con las obras de arte puede verse ampliada, previa o posteriormente, mediante la tecnolog¨ªa contempor¨¢nea, pero nunca sustituida. Las ¡°reconstrucciones ilusionistas¡±, como cita Lipovetsky[2], son una cosa diferente.
Tampoco se trata de utilizar la tecnolog¨ªa como intermediaria en nuestras experiencias art¨ªsticas, pues no queremos entrar a los museos y seguir mirando el m¨®vil. Si el planteamiento es este, nos habremos equivocado. En los ¨²ltimos tiempos se repiten los estudios que certifican que la pr¨¢ctica y el consumo de cultura favorecen la salud, f¨ªsica y mental[3]. Hasta el punto de que la cultura est¨¢ integr¨¢ndose en algunos tratamientos m¨¦dicos. Se ha demostrado que el efecto generador de endorfinas que se produce al visitar un museo es similar al que se genera mediante el ejercicio f¨ªsico. Pero este efecto se ver¨¢ anulado si ponemos filtros a la experiencia.
La tecnolog¨ªa se deber¨ªa incorporar de manera invisible en los procesos para el dise?o de la oferta, en la mejora de los recorridos y de los servicios al visitante. Si lo hace de manera expl¨ªcita, deber¨¢ complementar el proyecto y aportar informaci¨®n en paralelo. Es necesario conservar la esencia de la obra de arte como elemento que responde al absoluto, no como simple consumo de ocio[4]. La sociedad est¨¢ perdiendo los referentes de las obras cl¨¢sicas y tiene dificultad para encontrar c¨®digos que le permitan entenderlas. Este es un amplio campo que las tecnolog¨ªas podr¨ªan cubrir aportando la informaci¨®n necesaria.
Si bien es dif¨ªcil encontrar el equilibrio y generar ideas m¨¢s all¨¢ de lo evidente, es importante conservar la esencia.
* Inma Ballesteros es directora del Observatorio de Cultura y Comunicaci¨®n de la Fundaci¨®n Alternativas
[1] https://borderless.teamlab.art/
[2] Lipovetsky, Gilles. De la ligereza. Anagrama, Barcelona 2016.
[3] http://www.euro.who.int/en/publications/abstracts/what-is-the-evidence-on-the-role-of-the-arts-in-improving-health-and-well-being-a-scoping-review-2019
[4] Lipovetsky, Gilles. Op.Cit.
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