Un cambio en el paradigma del bienestar social
Es una ruptura con el miedo obsesivo a que los pobres pudieran aprovecharse de las ayudas y optar por no trabajar
Se ha acabado ¡°la era del se ha acabado el Gobierno grande¡±. La ley de ayuda p¨²blica que el presidente Joe Biden acaba de firmar es de un alcance impresionante, y sin embargo la oposici¨®n conservadora sigue siendo extraordinariamente floja. Aunque ni un solo republicano ha votado a favor de la ley, los ataques ret¨®ricos de pol¨ªticos y medios de comunicaci¨®n de derechas han sido particularmente suaves, quiz¨¢ porque e...
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Se ha acabado ¡°la era del se ha acabado el Gobierno grande¡±. La ley de ayuda p¨²blica que el presidente Joe Biden acaba de firmar es de un alcance impresionante, y sin embargo la oposici¨®n conservadora sigue siendo extraordinariamente floja. Aunque ni un solo republicano ha votado a favor de la ley, los ataques ret¨®ricos de pol¨ªticos y medios de comunicaci¨®n de derechas han sido particularmente suaves, quiz¨¢ porque el plan de Biden es incre¨ªblemente popular. Incluso mientras los dem¨®cratas se dispon¨ªan a desembolsar 1,9 billones de d¨®lares en ayudas gubernamentales, sus oponentes parec¨ªan hablar principalmente del Dr. Seuss y el Sr. Patata.
Lo especialmente asombroso de esta falta de energ¨ªa es que el Plan de Rescate Estadounidense no solo gasta un mont¨®n de dinero, sino que tambi¨¦n plasma cambios importantes en la filosof¨ªa de la pol¨ªtica p¨²blica, un alejamiento de la ideolog¨ªa conservadora que ha dominado la pol¨ªtica estadounidense durante cuatro d¨¦cadas. En concreto, da la sensaci¨®n de que la ley, adem¨¢s de revivir la noci¨®n de que el Estado es la soluci¨®n, no el problema, tambi¨¦n pone fin ¡°al fin del bienestar social tal como lo conocemos¡±.
?rase una vez un programa denominado ayuda a familias con hijos dependientes (AFDC, por sus siglas en ingl¨¦s), el programa que la gente sol¨ªa tener en mente cuando hablaba de ¡°bienestar social¡±. Pretend¨ªa en un principio ayudar a viudas blancas a criar a sus hijos y se le negaba de hecho a madres negras o solteras. Con el tiempo, sin embargo, estas restricciones fueron desapareciendo y el programa se ampli¨® r¨¢pidamente desde principios de la d¨¦cada de 1960 hasta comienzos de la de 1970.
El programa se volvi¨® enormemente impopular. Por supuesto, esto reflejaba, en parte, la raza de muchos beneficiarios. Pero muchos analistas tambi¨¦n culpaban al AFDC de crear una cultura de dependencia que era a su vez responsable de los males sociales crecientes en el centro de las ciudades, aunque estudios posteriores, en especial el trabajo de William Julius Wilson, indicaban que la causa verdadera de estos males fue la desaparici¨®n de los puestos de trabajo urbanos (los problemas sociales que han seguido a la decadencia econ¨®mica en buena parte del centro de Estados Unidos parecen confirmar la tesis de Wilson).
En cualquier caso, en 1996, Bill Clinton promulg¨® reformas que reduc¨ªan dr¨¢sticamente la ayuda a los pobres e impon¨ªan requisitos laborales draconianos para recibirla, incluso a las madres solteras. El bienestar social tal como lo conoc¨ªamos muri¨® de hecho. Pero la Ley del Plan de Rescate Estadounidense, siguiendo de cerca las propuestas del senador Michael Bennet, restablece una ayuda significativa para los ni?os. Es m¨¢s, a diferencia de la mayor¨ªa de las disposiciones de la ley, este cambio (como el aumento de las prestaciones del Obamacare) pretende durar m¨¢s all¨¢ de la crisis actual. Los dem¨®cratas esperan y prev¨¦n que los pagos sustanciales a las familias con hijos se conviertan en parte permanente de la escena estadounidense.
Entonces, ?ha vuelto el ¡°bienestar social¡±? La verdad es que no. La AFDC pretend¨ªa proporcionar a las madres dinero suficiente para salir adelante ¡ªa duras penas¡ª mientras criaban a sus hijos. En 1970, las familias de tres personas acogidas a las ayudas de la AFDC recib¨ªan, de media, 194 d¨®lares al mes. Ajustado a la inflaci¨®n, rondar¨ªa los 15.000 euros anuales en la actualidad, frente a los 6.000 d¨®lares que recibir¨¢ una familia con dos hijos mayores de seis a?os (7.200 si tienen menos de seis) seg¨²n el nuevo plan.
Alternativamente, podr¨ªa ser m¨¢s informativo comparar los pagos del ¡°bienestar social¡± con las rentas de las familias t¨ªpicas. En 1970, una familia de tres miembros con prestaciones de la AFDC recib¨ªa en torno al 25% de la renta media, ni mucho menos una asignaci¨®n generosa, pero tal vez estrictamente suficiente para vivir. La nueva ley dar¨¢ a una familia uniparental con dos hijos menos del 7% de la renta media.
Por otro lado, el nuevo programa ser¨¢ mucho menos intrusivo que el AFDC, que exig¨ªa constantemente a las madres que demostraran su necesidad; hab¨ªa incluso casos en los que se interrump¨ªa la ayuda porque un inspector descubr¨ªa en la casa a un hombre con capacidad para trabajar, alegando que este pod¨ªa y deb¨ªa sostener a los ni?os. La nueva ayuda ser¨¢ incondicional para familias que ganen menos de 75.000 d¨®lares al a?o.
De modo que no, no se trata de una vuelta al bienestar social tal y como lo conoc¨ªamos; nadie podr¨¢ vivir con la ayuda por hijos. Pero la ayuda s¨ª reducir¨¢ dr¨¢sticamente la pobreza infantil. Y tambi¨¦n representa, como he dicho, una ruptura filos¨®fica con las ¨²ltimas d¨¦cadas y, en concreto, con el miedo obsesivo a que los pobres pudieran aprovecharse de las ayudas p¨²blicas y optar por no trabajar.
Es cierto que algunos miembros de la derecha siguen d¨¢ndole vueltas al mismo tema. Marco Rubio, siempre partidario de las reducciones, denunciaba que los planes para establecer una exenci¨®n tributaria por hijo eran ¡°asistencia social¡±. Los expertos del American Enterprise Institute advert¨ªan de la posibilidad de que algunas madres no casadas redujeran de alguna manera las horas de trabajo, aunque sus c¨¢lculos parecen muy peque?os. Y adem¨¢s, ?desde cu¨¢ndo trabajar un poco menos para estar con los hijos es un mal sin paliativos? En todo caso, estos ataques tradicionales, que sol¨ªan aterrorizar a los dem¨®cratas, ya no parecen tener efecto. Claramente, algo ha cambiado en la pol¨ªtica estadounidense.
Para ser sincero, no s¨¦ con seguridad a qu¨¦ se debe esta transformaci¨®n. Muchos la esperaban con el presidente Barack Obama, elegido tras una crisis financiera que deber¨ªa haber desacreditado la ortodoxia del libre mercado. Pero aunque consigui¨® muchas cosas ¡ªen especial, el Obamacare¡ª, no provoc¨® un gran cambio de paradigma. Ahora ese cambio parece haber llegado. Y millones de ni?os estadounidenses se beneficiar¨¢n de ¨¦l.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2021. Traducci¨®n News Clips.