Un problema sist¨¦mico
Podemos tener el mercado de trabajo que nos propongamos. Solo hace falta altura de miras, modestia, esfuerzo y sacrificio
El informe Espa?a 2050, presentado recientemente por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, presenta en su segundo cap¨ªtulo un an¨¢lisis riguroso sobre la decepcionante evoluci¨®n de la productividad espa?ola en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas y media. En el texto se indican razones como las instituciones pol¨ªticas, la educaci¨®n, la estructura productiva y el tejido empresarial. Tambi¨¦n se?ala a la inversi¨®n en I+D o a la adopci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas. Finalmente se pone en el punto de mira al mercado de trabajo. Aunq...
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El informe Espa?a 2050, presentado recientemente por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, presenta en su segundo cap¨ªtulo un an¨¢lisis riguroso sobre la decepcionante evoluci¨®n de la productividad espa?ola en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas y media. En el texto se indican razones como las instituciones pol¨ªticas, la educaci¨®n, la estructura productiva y el tejido empresarial. Tambi¨¦n se?ala a la inversi¨®n en I+D o a la adopci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas. Finalmente se pone en el punto de mira al mercado de trabajo. Aunque la lista es muy amplia, la particularidad es que todas estas razones se relacionan entre ellas conformando una red de relaciones causa-efecto que enviste a este problema de un marcado car¨¢cter sist¨¦mico.
Sin embargo, entre todas las se?aladas, hay una que, en mi opini¨®n, destaca sobre las dem¨¢s: el mercado de trabajo. Sabemos que un mal dise?o de este mercado tiene profundas consecuencias en el resto de las razones enumeradas, por lo que su influencia sobre la evoluci¨®n de la productividad no solo se produce a trav¨¦s de distintos canales, sino que, a la postre, es muy elevada.
Cuando el dise?o del mercado de trabajo no es el adecuado, adem¨¢s de condenar a muchos a una vida laboral pobre y profundamente insatisfactoria, tambi¨¦n condiciona la naturaleza de las empresas a trav¨¦s de los incentivos que se crean. Por esta raz¨®n tambi¨¦n influye en la estructura sectorial. Adem¨¢s, condiciona las decisiones sobre formaci¨®n y, en consecuencia, en la de inversi¨®n en capital humano, factor fundamental para la productividad. Y, como es obvio, tambi¨¦n influye profundamente en innumerables decisiones familiares, como son la fertilidad, la educaci¨®n o la salud.
Por poner un solo ejemplo, una regulaci¨®n que incentiva el uso de la temporalidad premia el crecimiento de actividades poco productivas. Las empresas que son m¨¢s productivas lo son, en parte, porque invierten en capital humano. Esta inversi¨®n, para ser rentable, exige que los trabajadores formados permanezcan en la empresa. Es decir, una empresa que invierte en formaci¨®n necesita tener plantillas con mayor peso de trabajadores fijos. Por el contrario, aquellas que basan su actividad en el uso de contratos temporales tienen menores costes e incertidumbre gracias a la f¨¢cil ¡°amortizaci¨®n¡± de empleo a la que pueden recurrir. Como un h¨¢bitat, la estructura institucional y regulatoria del mercado de trabajo selecciona qu¨¦ tipos de empresas observaremos, es decir, aquellas que mejor se adapten. Son las empresas menos productivas las que tienen mayor probabilidad de subsistir en un entorno donde la temporalidad posee ventaja comparativa. Y de ah¨ª a definir qu¨¦ tipos de empleo tendremos solo hay un paso.
Pero no solo esto. Un mercado de trabajo que genera desafecci¨®n e insatisfacci¨®n provoca un claro desincentivo a la formaci¨®n. No es casual que Espa?a sea uno de los pa¨ªses con una mayor tasa de paro de larga duraci¨®n, lo que supone un coste tremendo para quien se encuentra en esa situaci¨®n, pero supone adem¨¢s para el resto de la sociedad otro coste que no se puede permitir. La elevada rotaci¨®n dentro de la temporalidad o entre esta y el desempleo amortiza el capital humano y condena a muchos no solo a entrar y salir del mercado de trabajo de forma precaria, sino a encontrarse, en un momento determinado de su vida, que ya ha sido ¡°descartado¡± por un sistema productivo que no lo necesita.
Tambi¨¦n podemos hablar de desigualdad en varias acepciones. Muchas de ellas se generan o se inician en el mercado de trabajo, pero condicionan a otras dimensiones sociales. Podr¨ªamos hablar del efecto en los resultados acad¨¦micos de los hijos como consecuencia de la situaci¨®n laboral de los padres. As¨ª, la desigualdad tambi¨¦n afecta negativamente a la productividad.
La lista es larga. Por todo ello es dif¨ªcil de entender la incapacidad secular para solucionar este problema, teniendo en cuenta que resolverlo no solo mejorar¨ªa la seguridad laboral de los trabajadores, sino tambi¨¦n el bienestar a largo plazo del conjunto de los espa?oles.
Y es que, el mercado de trabajo que tenemos es el que hemos elegido. Es el resultado de d¨¦cadas de decisiones pol¨ªticas, no todas malas, pero en su conjunto para nada positivas. Y es que no hay en absoluto nada especial en la cultura o el genoma de los espa?oles que nos imponga este castigo. No hemos ofendido a los dioses para que nos condenen a una maldici¨®n eterna. Solo debemos tener claro que podemos tener el mercado de trabajo que nos propongamos. Pero para ello se exige altura de miras, modestia, esfuerzo y sacrificio. ?Estamos dispuestos a ello?
Manuel Alejandro Hidalgo es profesor de la Universidad Pablo de Olavide y economista s¨¦nior de EsadeEcPol.