Por qu¨¦ la imagen de un mono aburrido vale m¨¢s que un piso en Madrid: el extra?o mundo de los NFT
La venta de arte digital, ¨ªtems para videojuegos y el coleccionismo impulsan un mercado bajo sospecha por la especulaci¨®n
Hay un incendio en el vecindario. Tu hija te mira con una sonrisa mal¨¦vola mientras al fondo las llamas devoran una casa. Pulsas el bot¨®n de fotografiar. Se convierte en un meme bautizado como Disaster Girl (la ni?a del desastre). Y 16 a?os despu¨¦s de la famosa instant¨¢nea, tomada en 2005 en una peque?a localidad de Carolina del Norte, el NFT de la imagen se vende por 500.000 d¨®lares.
Historias como esta llevan mese...
Hay un incendio en el vecindario. Tu hija te mira con una sonrisa mal¨¦vola mientras al fondo las llamas devoran una casa. Pulsas el bot¨®n de fotografiar. Se convierte en un meme bautizado como Disaster Girl (la ni?a del desastre). Y 16 a?os despu¨¦s de la famosa instant¨¢nea, tomada en 2005 en una peque?a localidad de Carolina del Norte, el NFT de la imagen se vende por 500.000 d¨®lares.
Historias como esta llevan meses poblando los medios de comunicaci¨®n con un tono de incredulidad. El mercado de NFT (tokens no fungibles, en sus siglas en ingl¨¦s) despeg¨® en 2021 moviendo unos 41.000 millones de d¨®lares, y los casos llamativos son casi inabarcables. Una f¨¢brica de titulares dif¨ªciles de creer. En el Reino Unido, un ni?o de 12 a?os gan¨® 340.000 euros con la venta de su colecci¨®n de im¨¢genes digitales de ballenas. El fundador de la red social Twitter, Jack Dorsey, vendi¨® su primer tuit por 2,4 millones de euros. Y la semana pasada el futbolista Neymar compr¨® dos obras digitales por 460.000 y 550.000 euros de la colecci¨®n Bored Ape Yacht Club ¡ªen espa?ol algo as¨ª como el club n¨¢utico de los monos aburridos¡ª. Una de las ilustraciones, compartida en Twitter por el brasile?o del PSG, muestra a un mono trajeado haciendo una pompa de chicle y equipado con un gorro de fiesta y unas gafas futuristas.
Las cantidades sorprenden porque hacen saltar por los aires el ya fr¨¢gil consenso sobre lo que es valioso y lo que no, agrietado muchas veces ya en el arte tradicional, pero responden a un principio econ¨®mico b¨¢sico: la oferta y la demanda. La clave de todo este extra?o boom es que la tecnolog¨ªa NFT permite identificar la autenticidad y el propietario de una obra de arte digital, de un ¨ªtem para un videojuego ¡ªcomo un nuevo personaje o un objeto¡ª, un tuit, un gif, un meme, un v¨ªdeo, una canci¨®n, un podcast, un libro electr¨®nico, o cualquier otra cosa que circule por internet. Eso quiere decir que aunque todos podamos tener el meme de la ni?a del desastre guardado en un archivo de nuestro ordenador, solo hay uno aut¨¦ntico. Aunque el resto podamos descargar gratis otro cuya apariencia sea exactamente igual.
Convertir internet en un espacio donde casi todo tiene propietarios es un cambio de paradigma. En el sector equiparan la brecha entre lo aut¨¦ntico y la copia con las miles de reproducciones de los cuadros de Van Gogh que cualquiera puede adquirir a precio de saldo. Es posible comprar una versi¨®n de La noche estrellada por un pu?ado de euros, pero cuestan mucho menos de lo que pagar¨ªamos por el original que se expone en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. La respuesta a por qu¨¦ alguien querr¨ªa tener un original de una pintura de Van Gogh es m¨²ltiple y asumible: puede estar en la belleza del cuadro o en la posibilidad de venderlo por millones de euros. Sin embargo, la pregunta que vuelve el universo NFT tan incomprensible para una parte de la poblaci¨®n es esta: ?por qu¨¦ alguien querr¨ªa pagar por la imagen digital de un mono m¨¢s de lo que vale de media un piso de 130 metros cuadrados en grandes ciudades como Madrid o Barcelona?
Hay dos formas de responderla. Los esc¨¦pticos califican el fen¨®meno de pura especulaci¨®n en su descripci¨®n m¨¢s amable, y de completa locura en la m¨¢s tajante. Una especie de hermano menor de las criptomonedas ¡ªque sigue siendo un mercado mucho m¨¢s grande, valorado en 1,5 billones de euros¡ª nacido de un mundo donde el exceso de liquidez por las inyecciones de gobiernos y bancos centrales, y la codicia de un pu?ado de millonarios y aspirantes a serlo estar¨ªa creando monstruos digitales tan sobrevalorados como los tulipanes holandeses del siglo XVII.
La segunda respuesta, la de sus defensores, tiene que ver con un cambio en la relaci¨®n con la tecnolog¨ªa que difumina las barreras entre lo digital y lo f¨ªsico, y entierra la percepci¨®n de que lo tangible es m¨¢s valioso que aquello que no podemos tocar. Tal vez las redes sociales sean para algunos un pozo sin fondo de frivolidad y mensajes simplistas. Pero para otros se han convertido en mucho m¨¢s. ¡°Hay gente que colecciona momentos hist¨®ricos de internet. Nos burlamos de los memes, pero por la ma?ana te dan la vida, son una parte importante de internet¡±, dice David Tomu, uno de los lanzadores de MITO, un proyecto espa?ol de galer¨ªa de arte digital en NFT. ¡°La gente que dice que es una estafa es porque no ha invertido a tiempo. Hasta los propios bancos se dan cuenta de que es una tecnolog¨ªa que ha llegado para quedarse¡±, a?ade.
En casos como la mencionada colecci¨®n Bored Ape Yacht Club ¡ªlos monos¡ª, adem¨¢s de Neymar han invertido celebridades como Paris Hilton y el presentador estadounidense Jimmy Fallon, a los que les han llovido cr¨ªticas por hablar en el programa de este ¨²ltimo sobre sus NFT, una conversaci¨®n tras la que algunos ven una promoci¨®n encubierta. El limitado n¨²mero de unidades disponibles de los Bored Ape Yacht Club ¡ªsolo hay 10.000¡ª, han convertido su posesi¨®n en una cuesti¨®n de estatus. Sus due?os tienen acceso preferente a otros NFT que pueden revender, y pasan a formar parte de un exclusivo club en la plataforma de chat Discord, donde pueden hablar entre s¨ª.
Ra¨²l Marcos explica que el negocio de los NFT est¨¢ enfocado sobre todo en tres ¨¢mbitos: arte, coleccionismo, y videojuegos, y en menor medida en el metaverso, donde ya es posible comprar y vender parcelas que no existen f¨ªsicamente. Marcos es el cocreador del proyecto Botto. Funciona as¨ª: una inteligencia artificial genera cada semana 350 obras digitales, luego la comunidad vota cu¨¢l le gusta m¨¢s, y la pieza elegida se convierte a formato NFT y se subasta. As¨ª han obtenido 1,7 millones de d¨®lares a cambio de 14 obras. Para comprar un NFT hace falta pagar con ciertas criptomonedas, un factor que para Marcos no es balad¨ª. ¡°La gente que tiene criptomonedas est¨¢ m¨¢s dispuesta a gastarlas, a veces son como la gente de Dubai con el dinero¡±, compara. Apunta a que no tienen una regulaci¨®n especial porque no se trata de activos financieros, sino digitales. ¡°Lo comparo con los dominios de internet. Si te compras un dominio por 100 euros y el a?o que viene lo vendes por 100.000 pagas impuestos, pero no es un asunto de regulaci¨®n financiera¡±.
En su opini¨®n, los NFT no deber¨ªan ser una inversi¨®n, sino una compra basada en los propios gustos, una cuesti¨®n est¨¦tica. ¡°Yo no querr¨ªa tener un Mir¨® en la oficina porque no tenemos oficina, pero s¨ª tener colgados en la web de mi firma los NFT de artistas que me gustan. Mi consejo es siempre considerar el NFT un gasto, no una inversi¨®n, y si luego se revaloriza y quieres venderlo, adelante, pero no debe ser el objetivo¡±.
Vistas las cifras que se manejan y las reventas, esa visi¨®n ideal no parece la m¨¢s extendida. Los precios de los NFT han llegado a cotas similares a las que se pagan por los artistas m¨¢s reconocidos: la casa de subastas Christie¡¯s vendi¨® el a?o pasado por 57 millones de euros la obra Everydays: The First 5000 Days (Todos los d¨ªas: los primeros 5.000 d¨ªas), un collage de 5.000 im¨¢genes que el artista conocido como Beeple recogi¨® durante los ¨²ltimos 13 a?os. Fue el tercer precio m¨¢s alto jam¨¢s alcanzado por un artista vivo. Aunque lo cierto es que suelen trascender a los medios las cifras astron¨®micas que se pagan, y no los fracasos de aquellos que compran para revender m¨¢s caro y no lo consiguen. Ni las colecciones que pasan sin pena ni gloria. ¡°Hay gente haciendo mucho dinero con NFT, tambi¨¦n gente que ha invertido y lo ha perdido todo, y gente que ha gastado y est¨¢ muy contenta con su colecci¨®n y con verla en una pantalla, en su web, o en su metaverso¡±, resume Marcos.
Entre los que est¨¢n acumulando m¨¢s hay un misterioso estudio musical con sede en Dubai llamado 3F Music, que tiene ya en su cartera el meme de la novia psic¨®pata (Overly Attached Girlfriend) por 411.000 d¨®lares, la metacolumna del New York Times sobre NFT, por 560.000 d¨®lares, o el citado meme de la ni?a del desastre. Se desconoce si su intenci¨®n es revenderlos o monetizarlos de alguna forma.
No siempre es oro todo lo que reluce: Enrique Moris, inversor en criptomonedas y NFT, advierte de que algunos propietarios compran sus propios lanzamientos u otro de sus socios los adquiere a un alto precio para encarecerlos artificialmente, como herramienta de marketing, as¨ª trasladan al p¨²blico la falsa idea de que son muy valiosos y pueden revalorizarse. El fantasma de la especulaci¨®n rodea cada paso de los NFT. El deporte es otro fil¨®n, con colecciones como Messiverse, del futbolista Leo Messi, o pagos desmesurados ¡ª200.000 d¨®lares¡ª por el v¨ªdeo de un mate del jugador de la NBA Lebron James, f¨¢cilmente encontrable en YouTube.
Ante las acusaciones de hinchar una burbuja, sus partidarios se?alan que su irrupci¨®n tiene beneficios indiscutibles. El m¨¢s claro es que est¨¢ revitalizando la escena cultural. Artistas como la catalana Anna Carreras, dedicada a la creaci¨®n con ordenadores, est¨¢n ganando un dinero que nunca so?aron cobrar por sus creaciones, y esa gallina de los huevos de oro puede prolongarse en el tiempo: cada vez que una obra se revende, el autor cobra un porcentaje de entre el 5 y el 10%. Pero como se?ala Moris, el salto al ¨¦xito no es tan sencillo. ¡°Hay una fiebre de gente que se cree que va a lanzar una colecci¨®n de im¨¢genes de monos o de lo que sea y las van a vender por much¨ªsimo dinero. No se dan cuenta de que estas colecciones se est¨¢n cotizando tanto porque fueron los primeros NFT¡±. Salvando las distancias, recuerda a lo que sucede con el fen¨®meno youtuber: hay muchos candidatos, pero son contados los que llegan a vivir de ello.
El inter¨¦s es alto y global. Recientemente, la palabra NFT ha superado a crypto en las b¨²squedas en Google, gracias sobre todo a usuarios asi¨¢ticos. AunqueMoris cree que lo verdaderamente disruptivo son los usos de los que no se habla tanto. ¡°Van a servir de identificadores de pr¨¢cticamente todo. Cuando compres unas entradas para un concierto van a ser NFT, cuando tengas un derecho de autor sobre alg¨²n tipo de propiedad intelectual va a ser un identificador NFT, cuando tengas una propiedad en el metaverso va a ser un NFT ¨²nico que nadie m¨¢s va a tener. Ser¨¢ una herramienta muy ¨²til en todo lo relacionado con la propiedad intelectual y la identificaci¨®n de cosas ¨²nicas en internet¡±.
El arte contempor¨¢neo ya gener¨® un complejo debate sobre valor y precio, con casos tan controvertidos como el de los cuadros completamente en blanco que vendi¨® por m¨¢s de 70.000 euros a un museo el artista dan¨¦s Jens Haaning. Los llam¨® Toma el dinero y corre, y el museo que le hizo el encargo le demand¨®..
Los NFT prolongan esa discusi¨®n tan recurrente, tan subjetiva. En su obra de teatro Arte, la escritora francesa Yasmina Reza refleja bien ese conflicto en la pelea que se desata entre dos amigos por la adquisici¨®n por parte de uno de ellos precisamente de un cuadro en blanco. ¡°No habr¨¢s pagado cinco millones de pesetas por ese cuadro¡±, reprocha uno a otro, enfadado ante lo que considera una completa estafa. ¡°Chico, es el precio. ?Es un ANTRIOS!¡±, le responde. Hoy, en plena ebullici¨®n, algunos inversores tal vez respondan de forma similar ante la incredulidad que despierta eso de gastarse una peque?a fortuna en la imagen de un mono aburrido. Al fin y al cabo, es un NFT.