La estafa de los 10.750 kilos de pulpo ¡®fantasma¡¯ ideada en un pueblo gallego
Condenado a c¨¢rcel un empresario de Pontevedra por enga?ar a una compa?¨ªa francesa para que le pagara casi 100.000 euros por un producto que nunca tuvo
A Jos¨¦ Benito R. B., afincado en el pueblo pontevedr¨¦s de Tomi?o, el plan le cay¨® del cielo. Sin buscarlo. En 2019, la compa?¨ªa francesa Antoine Abch¨¦e et Fils, dedicada a importar pescado, contact¨® con ¨¦l. La mercantil buscaba un suministrador de pulpo y, tras rastrear la web, hab¨ªa dado con la empresa TL Peche Sarl, que el espa?ol ten¨ªa registrada en Mauritania. Sin dudarlo, Jos¨¦ Benito R. B. les convenci¨® de que era el hombre que anhelaban. No solo les prometi¨® el producto que deseaban, sino que les engatus¨® con ¡°castillos en el aire¡± y futuros negocios (incluido, que le compraran parte de su sociedad). Tras varios viajes al pa¨ªs africano y a Canarias, en los que los agasaj¨®, la relaci¨®n alcanz¨® tal confianza que, finalmente, le hicieron un primer gran encargo: 10.750 kilos de pulpo, por el que pagaron casi 100.000 euros. Pero esa mercanc¨ªa nunca lleg¨®.
Casi cuatro a?os despu¨¦s del episodio y tras una larga batalla en los juzgados, Jos¨¦ Benito R. B. se ha sentado este febrero en el banquillo de la Audiencia Nacional. Y no ha salido muy bien parado. El tribunal lo ha condenado a dos a?os de c¨¢rcel, al pago de una multa de 1.080 euros y a devolver el dinero (m¨¢s los intereses) que recibi¨® de la empresa francesa por ese pulpo que nunca tuvo. Aunque a¨²n puede recurrir, los magistrados no tienen dudas de que cometi¨® un delito de estafa: ¡°El acusado no tenia ninguna intenci¨®n de suministrar [el producto]¡±.
La resoluci¨®n de los jueces, fechada el 20 de febrero y a la que ha tenido acceso EL PA?S, incide en las artima?as y andanzas del empresario espa?ol para enga?ar a sus v¨ªctimas. C¨®mo les hizo de anfintri¨®n en Mauritania para convencerlas; c¨®mo ¡°se gan¨® la confianza¡± del director comercial de la compa?¨ªa francesa; y c¨®mo les dijo que, antes de que acabara la fase de paro biol¨®gico ¡ªtiempo durante el que no se explota un recurso natural para que se recupere¡ª, deb¨ªan adelantarle el pago del cargamento para costear ¡°lo antes posible a los marineros y conseguir la mercanc¨ªa¡±. La Fiscal¨ªa insiste en la misma idea: ¡°Aparent¨® gestionar una mercantil solvente y radicada en Mauritania¡±.
Durante el juicio, que se celebr¨® este 6 de febrero, el director comercial de la compa?¨ªa francesa dio m¨¢s detalles y cont¨® c¨®mo se meti¨® en la boca del lobo. ?l solo. Buscaba proveedores de pulpo y, a trav¨¦s de internet, se top¨® con la empresa mauritana TL Peche Sarl. En la web hall¨® sus datos de contacto. Y telefone¨®. Y mand¨® un email. Ah¨ª apareci¨® entonces Jos¨¦ Benito R. B., ese empresario del pueblo pontevedr¨¦s de 13.000 habitantes. ¡°[La v¨ªctima] se desplaz¨® a Mauritania hasta tres veces para reunirse y ver las instalaciones de TL Peche. Su jefe, tambi¨¦n. El acusado les busc¨® alojamiento, y les ense?¨® la nave de la que dispon¨ªa y muestras de lo que pod¨ªa venderles, aunque no hab¨ªa pescado en sus instalaciones, explic¨¢ndoles que era el paro biol¨®gico¡±, afirma la sentencia al recoger la declaraci¨®n del director comercial.
Seg¨²n relat¨® la v¨ªctima, el condenado les invit¨® incluso a una feria de pescado que se celebraba en Bruselas y donde su empresa supuestamente ten¨ªa un stand. Y all¨ª que se fueron. Pero, al llegar, no encontr¨® ese puesto por ning¨²n lado. Sin embargo, seg¨²n apostill¨® el director comercial, Jos¨¦ Benito R. B. se mov¨ªa con tal soltura por el stand de Mauritania ¡ª¡°parec¨ªa conocer a todo el mundo y se los presentaba¡±¡ª que no sospech¨®.
Finalmente, el encargo lo cerraron en un hotel de Las Palmas de Gran Canaria. La empresa francesa hizo la transferencia de los casi 100.000 euros en junio de 2019. Pero el pulpo no llegaba, y el espa?ol les daba largas: ¡°Te digo, vuestro pulpo esta en el frigo, pero antes de cargar tienes que venir a resolver la situaci¨®n¡±, les escribi¨® por WhatsApp en septiembre Jos¨¦ Benito R. B., que aleg¨® en el juicio que el dinero que le dieron era ¡°para arreglar la fabrica que utilizar¨ªan [las dos empresas] para explotar el negocio que se propon¨ªan hacer juntos y para adquirir las piraguas necesarias para la pesca¡±, seg¨²n la sentencia.
Una tesis que los magistrados no le compraron: ¡°Son absurdas las explicaciones que da [...] Carecen de sustento probatorio¡±. Para ello, entre otras pruebas, ponen sobre la mesa uno de los mensajes que el director comercial, ya desesperado, envi¨® al acusado: ¡°No tengo y no tenemos nada que ver con tus problemas. No es mi culpa si no puedes vender pulpo y si has estafado tu antiguo socio [sic]. Yo soy tu cliente. Te he hecho un pedido. Te he pagado este pedido. ?Hoy en d¨ªa no tengo mercanc¨ªa!¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.