Ruta por Espa?a con las v¨ªctimas del turismo voraz: ¡°No puedo m¨¢s¡±
Vecinos de C¨¢diz, Palma, San Sebasti¨¢n o Tenerife explican c¨®mo han empeorado sus vidas por los pisos tur¨ªsticos, el auge de la hosteler¨ªa, la suciedad o el colapso de servicios p¨²blicos y privados
Vivir en el para¨ªso puede ser un infierno. ¡°Hay demasiadas zonas tur¨ªsticas en Espa?a, lugares maravillosos, en los que la vida del vecino ha ido a peor. No puede alquilar un piso, ni tomarse una cerveza, ni ir al m¨¦dico, sufre cortes de agua...¡±, dice Armando Pomar, periodista residente en la capital balear y especialista en turismo, autor de la tesis doctoral An¨¢lisis y antecedentes de la turismofobia. El caso de la ciudad de Palma. Esa palabra, turismofobia, es el lugar com¨²n que expresa la reacci¨®n del residente a...
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Vivir en el para¨ªso puede ser un infierno. ¡°Hay demasiadas zonas tur¨ªsticas en Espa?a, lugares maravillosos, en los que la vida del vecino ha ido a peor. No puede alquilar un piso, ni tomarse una cerveza, ni ir al m¨¦dico, sufre cortes de agua...¡±, dice Armando Pomar, periodista residente en la capital balear y especialista en turismo, autor de la tesis doctoral An¨¢lisis y antecedentes de la turismofobia. El caso de la ciudad de Palma. Esa palabra, turismofobia, es el lugar com¨²n que expresa la reacci¨®n del residente ante el acaparamiento excesivo de espacio del visitante, hasta el punto de degradar su d¨ªa a d¨ªa. Pero cada vez m¨¢s expertos rechazan darle protagonismo, ya que sugiere un rechazo a todo el turismo, cuando lo m¨¢s com¨²n es que se limite al m¨¢s voraz, ¡°el que agrede la vida de los residentes¡±, a?ade Pomar. Por ello, Jorge Dioni (autor de La Espa?a de las piscinas y El malestar de las ciudades, donde analiza el modelo urban¨ªstico y productivo espa?ol), habla de vecinofobia de las administraciones. ¡°Si tu apuesta no consiste en producir, sino en vender la propia ciudad, acabar¨¢s consumi¨¦ndola hasta que ya no quede nada. Ese es el efecto a largo plazo de la especulaci¨®n inmobiliaria y el turismo masivo¡±, comentaba recientemente a EL PA?S Semanal.
¡°La intensificaci¨®n del turismo tras la crisis de 2008 es innegable¡±, insiste Mar¨ªa Barrero, profesora de la Universidad de Sevilla y coautora de Turismo, desarrollo urbano y crisis en las grandes ciudades andaluzas, ¡°pero ha ido acompa?ada de una reestructuraci¨®n de las ciudades. Es un giro neoliberal hacia la hegemon¨ªa de la funcionalidad tur¨ªstica-inmobiliaria, lo que implica que las pol¨ªticas p¨²blicas se orienten hacia la atracci¨®n de visitantes y al aumento de rentas de este subsector econ¨®mico: asignaci¨®n y cambios de usos, producci¨®n de atractivos tur¨ªsticos, ausencia de regulaci¨®n del sector, abandono de las periferias...¡±. Cree que el ¡°cacareado¡± ¨¦xito del turismo no se ha traducido en un mayor bienestar social para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, ¡°tampoco para las personas insertadas laboralmente en el sector; no es casualidad que la gente haya pasado de vivir del turismo a sentir que el turismo vive de ella¡±.
Marcelo S¨¢nchez-Oro, profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad de Extremadura y autor de La relaci¨®n entre anfitriones y turistas: de la colonizaci¨®n a la turismofobia, defiende la importancia de que la relaci¨®n entre visitantes y residentes se base en el equilibrio, ¡°en el que ambas partes encuentran satisfacci¨®n de sus necesidades; cuando esto se rompe llegan los problemas¡±. Pomar cree que el perjuicio a la vida del vecino se dispara cuando el territorio asume m¨¢s demanda de la que puede acoger, un fen¨®meno impulsado por los pisos tur¨ªsticos: ¡°Aunque se limite la construcci¨®n de hoteles, que los residentes puedan alquilar sus viviendas a turistas dispara la capacidad. Y pueden ganar much¨ªsimo dinero¡±. S¨¢nchez-Oro a?ade que estas plazas ¡°no est¨¢n profesionalizadas¡± y que sus promotores ¡°no entienden el sector, lo que conduce a problemas de contaminaci¨®n ac¨²stica, suciedad, da?o al medio ambiente y tantos otros; la realidad es que la planificaci¨®n tur¨ªstica no existe¡±.
No todos los territorios presionados por el turismo sufren los mismos problemas, pero el relato de cada uno rima con el de los dem¨¢s. Estas son las quejas, en ¨¢mbitos concretos, de los vecinos de algunas de las zonas m¨¢s tensionadas de Espa?a. Insisten en que no son turism¨®fobos y en que solo piden que esta actividad no empeore sus vidas.
M¨¢laga, acosada por los alquileres tur¨ªsticos. ¡°Arrancan la puerta del ascensor¡±
En el centro de M¨¢laga, donde vive Carlos Carrera, hay m¨¢s viviendas tur¨ªsticas que habitantes. ¡°Es un espanto, una pel¨ªcula de terror¡±, lamenta el presidente de la asociaci¨®n de vecinos Centro Antiguo. ¡°No puede ser aceptable que en un edificio de viviendas sean habituales fiestas a todo volumen, con gente dando gritos por la ventana. Que un vecino salga a pedir ayuda al piso de al lado y no sepa qui¨¦n vive ah¨ª. Que las calles siempre est¨¦n repletas. En el portal de enfrente arrancaron la puerta del ascensor¡±, lamenta este vecino malague?o. Est¨¢ acostumbrado a que le digan ¡°ya sabes donde te met¨ªas¡± por vivir en el centro, a lo que suele contestar que ¡°antes no era as¨ª¡±. ¡°Yo soy la cuarta generaci¨®n de mi familia que vive en el centro. Es una zona con colegios, institutos, centros m¨¦dicos, pensada para vivir, no para ser un parque tem¨¢tico. Se fomenta con eventos de masas habituales, de manera que vivimos una llegada de turistas por inundaci¨®n, en vez de por goteo¡±, lamenta.
Carrera cree que su vida fue a peor en torno a 2015, ¡°con la expansi¨®n de las viviendas tur¨ªsticas; no entiendo qu¨¦ necesidad hab¨ªa, si antes de ellas ya ¨¦ramos una potencia tur¨ªstica¡±. Considera que estos alojamientos articulan una din¨¢mica ¡°endemoniada¡±, por la cual el vecino tiene dos opciones: ¡°Se queda aguantando en un barrio inhabitable o se va¡±. Ante esta segunda opci¨®n, explica Carrera, conoce a personas que rechazan el modelo de las viviendas tur¨ªsticas, pero que han acabado incluyendo las suyas en plataformas como Airbnb ante la dificultad de encontrar inquilinos al uso. ¡°?Qui¨¦n va a querer vivir en un edificio que es un hotel encubierto?¡±. Este vecino malague?o cree que los propietarios se encuentran ante ¡°una trampa; desactivan la queja por los problemas del barrio con la revalorizaci¨®n de los pisos y el beneficio que puedes obtener si das un uso vacacional¡±. La tendencia alcista de los precios se traslada al resto del municipio: en ninguna otra ciudad de Espa?a ha crecido tanto el precio del alquiler en el ¨²ltimo a?o como en M¨¢laga, un 28%. ¡°Nos quieren sustituir por turistas, les sobramos¡±, finaliza.
Isla de Tenerife, da?o al medio ambiente. ¡°No queda nada desconocido para el turista¡±
Anne Striewe acud¨ªa a menudo al parque Nacional del Teide, ¡°pero ya me olvido de ir porque est¨¢ absolutamente masificado¡±. La presi¨®n que el turismo excesivo ejerce sobre este y otros espacios naturales de la isla de Tenerife (en torno a la mitad del territorio est¨¢ protegido) llevaron a la organizaci¨®n ecologista de Striewe, Fundaci¨®n Canarina, a manifestarse en mayo junto a otros colectivos defensores del medio ambiente. ¡°Canarias ya no es un para¨ªso. Por un cambio de modelo¡±, indicaba el eslogan de la marcha. Con ese modelo, Canarias sufre un 15,3% de desempleo (la tercera tasa m¨¢s alta de Espa?a, despu¨¦s de Andaluc¨ªa y Extremadura) y el salario medio m¨¢s bajo del pa¨ªs (1.786 euros brutos al mes).
¡°Los da?os del turismo masivo¡±, contin¨²a Striewe, ¡°son muy diversos. Primero est¨¢ la urbanizaci¨®n, que llega al extremo de alcanzar el l¨ªmite de espacios naturales fr¨¢giles. Esto conlleva una p¨¦rdida de biodiversidad, aparejada a las constantes faltas cometidas sin que apenas haya vigilancia¡±. Esta tinerfe?a tambi¨¦n lamenta que el exceso de turistas multiplica el consumo de agua, ¡°en una isla con una superficie limitada, donde a veces sufrimos cortes de suministro¡±. Recientemente un grupo de ecologistas se manifest¨® en un campo de golf de la isla por el alto volumen de agua que implica regarlo. ¡°Vivo aqu¨ª desde que ten¨ªa cinco a?os y ahora tengo 46. Nunca hab¨ªa visto un cambio tan r¨¢pido a peor como el de los ¨²ltimos a?os¡±, a?ade esta tinerfe?a de origen alem¨¢n. Lo ve claramente en rincones a los que antes solo acud¨ªan locales como ella, como la playa La Arenita, a diez minutos de su casa. ¡°Con las redes sociales ya no queda ni un espacio desconocido para el turista, todo est¨¢ lleno¡±, lamenta.
San Sebasti¨¢n, presi¨®n hostelera. ¡°Es espeluznante¡±
Xabier Arberas est¨¢ acostumbrado a ver colas de turistas en los bares de su barrio, la Parte Vieja de San Sebasti¨¢n. A veces se forman antes de que abran, todos pendientes de los pintxos m¨¢s famosos de la capital guipuzcoana. ¡°Es espeluznante, no te puedes ni mover. La gente hace colas para comerse un pintxo en el suelo. Y nosotros vivimos aqu¨ª. Se ha desarrollado una industria hostelera que lleva a?os generando una afecci¨®n enorme al barrio¡±, dice el portavoz de la asociaci¨®n vecinal Parte Zaharrean Bizi. ¡°Al ir a comprar el pan tengo que pensar dos veces por qu¨¦ calles ir para no cruzarme con grupos de 40 personas unidas por una cuerda invisible, avanzando como mulos. Es una locura¡±, lamenta. En los ¨²ltimos a?os ha cambiado sus h¨¢bitos de consumo: ¡°Voy a otros barrios cuando quedo con los amigos, y no soy el ¨²nico de la zona que lo hace¡±.
Arberas denuncia que su barrio sufre escasez de equipamientos p¨²blicos y una privatizaci¨®n ¡°brutal¡± del espacio p¨²blico. ¡°Yo como vecino quiero vivir en un barrio con las condiciones m¨ªnimas, pero las administraciones se ponen de parte del que genera riqueza. Yo he trabajado en una entidad financiera y adem¨¢s del activo hay que mirar el pasivo. Esto no nos sale gratis. ?Qu¨¦ pasa con la subida de los alquileres? ?Y la gentrificaci¨®n del barrio?¡±. ¡°Esta ciudad¡±, contin¨²a, ¡°es una mina de diamantes. El que tiene dinero lo sabe e invierte en la mina, hasta que se agoten los diamantes. Y luego a otra cosa mariposa. La pregunta del mill¨®n es cu¨¢nto tiempo se puede aguantar as¨ª¡±. Asegura que se ha planteado abandonar la Parte Vieja, ¡°pero hay una resistencia, como asociaci¨®n queremos ser una piedra en la sandalia; queremos pensar que si no nos quej¨¢semos estar¨ªamos a¨²n peor¡±.
Palma, suciedad en las calles. ¡°Se limpia, pero hay tantos turistas que se ensucia enseguida¡±
Los vecinos de Palma son los que m¨¢s sucia ven su ciudad en Espa?a, seg¨²n una encuesta elaborado por OCU entre 69 grandes municipios. ¡°No es una percepci¨®n, es la realidad. La ciudad est¨¢ sucia¡±, indica Miguel ?ngel Pardo, responsable de CC OO de H¨¢bitat en Baleares, ¨¢rea que aborda la limpieza viaria. Reconoce que hay personal de limpieza y que desarrollan su actividad lo mejor que pueden, ¡°pero es que hay tantos turistas que la ciudad se ensucia enseguida, sobre todo cuando llegan los cruceristas¡±. ¡°La sede del sindicato est¨¢ en el centro y lo veo todos los d¨ªas: se limpia por la ma?ana, pero por la tarde ya est¨¢ hecho polvo¡±, indica.
Cree que la soluci¨®n pasa por una mayor plantilla de barrenderos. ¡°Sin embargo¡±, agrega, ¡°es muy dif¨ªcil conseguirlo porque no hay quien pueda venir a trabajar a la isla. Los alquileres est¨¢n tan caros que es imposible. O aumentan los salarios o bajan los alquileres, pero as¨ª no puede ser¡±. Pardo denuncia que algunas playas tambi¨¦n se ensucian demasiado por la presi¨®n tur¨ªstica. ¡°Es normal. Solo hay que ver los atascos que se forman, que no te puedes mover por la isla. Incluso ha habido cierres de v¨ªas por la cantidad de turistas¡±.
Villajoyosa, servicios p¨²blicos saturados. ¡°El hospital es muy peque?o para lo que abarcamos¡±
Carol V¨¦lez trabaja en el Hospital de Villajoyosa, el que da servicio a municipios tan tur¨ªsticos como Benidorm (Alicante). ¡°En estos meses todo es peor¡±, denuncia esta sanitaria, representante sindical de UGT. ¡°Tenemos mucho trabajo todo el a?o por, entre otros motivos, los viajes del Imserso. Pero el verano es la ¨¦poca de m¨¢s presi¨®n. El hospital es muy peque?o para todo lo que abarcamos¡±, indica. Asegura que van cortos de camas y que las urgencias siempre est¨¢n ¡°a tope¡±, a pesar de que los pacientes locales acuden con menos frecuencia en julio y agosto al hospital ¡°porque saben c¨®mo estamos¡±. Ante estas condiciones, son pocos los profesionales que eligen trabajar en el hospital: ¡°Hay mucha rotaci¨®n, con muchos cambios de personal por la carga de trabajo. Muchos que vienen no repiten. Y la gente nueva que llega suele tener poca experiencia, ya que (ante la falta de personal) de aqu¨ª llaman antes que de otros hospitales¡±.
Chipiona, trabajadores agobiados. ¡°No puedo m¨¢s¡±
¡°Nos vemos en septiembre¡±. Este comentario lo repiten varios clientes del supermercado de Roberto (nombre ficticio) en torno a junio. ¡°No es porque se vayan de vacaciones, lo dicen porque dejan de venir a este supermercado por lo much¨ªsimo que se llena¡±, explica este empleado en un establecimiento situado casi en primera l¨ªnea de playa. Est¨¢ en Costa Ballena, en el t¨¦rmino municipal de Chipiona, una de las zonas de mayor afluencia de la costa de C¨¢diz. Es tal el volumen de turistas que la media hora que suele tardar en llegar a su puesto de trabajo se transforma en una hora u hora y media, ¡°dependiendo de cu¨¢nto tarde en aparcar, que se pone imposible¡±. ¡°Adem¨¢s¡±, lamenta, ¡°no nos dejan aparcar en el supermercado, aunque hay plazas¡±.
Cr¨ªticas como esta son las que le mueven a pedir que no revelemos su nombre. Denuncia que el turista es mucho peor cliente que el local: ¡°Son muy ego¨ªstas. Van con mucha prisa y nos contestan de muy mala manera. Vamos con la lengua fuera, reponiendo sin parar. Intentamos dar lo mejor de nosotros, pero recibimos muy poca empat¨ªa¡±. ¡°La verdad¡±, finaliza, ¡°es que este ritmo es muy cansado, no puedo m¨¢s. Los compa?eros nos pasamos el d¨ªa discrepando por el estr¨¦s que sufrimos, y con el mismo sueldo. Cuando eso te lleva a una lesi¨®n se te mira con lupa¡±.
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