¡°Te exigen acelerar y lo paga tu cuerpo¡±: as¨ª es trabajar en un supermercado de una ciudad masificada en verano
Cajeras y reponedores de La Manga, Chiclana o Palma explican c¨®mo empeora su jornada laboral en julio y agosto. ¡°La faena se multiplica por cinco. Es una barbaridad¡±, dice una trabajadora
Son las 12.00. Los turistas que se han levantado tarde acuden al supermercado a por bolsas de patatas y tintos de verano antes de un d¨ªa de playa. O son las 17.00 y buscan crema solar porque se les agot¨® por la ma?ana. O las 20.30 y pasan para comprar algo de cena. ¡°Da un poco igual la hora. En las ciudades de playa en estos meses tienes much¨ªsimo trabajo siempre¡±, relata Eva Saor¨ªn, de 42 a?os. Ha trabajado en establecimientos de la zona playera de la Regi¨®n de Murcia, en el entorno de La Manga o en Mazarr¨®n. ¡°Te dir¨ªa que la faena se multiplica por cinco. Es una barbaridad¡±, a?ade esta empleada. Es una percepci¨®n parecida a la de Macarena Quintero (32 a?os), trabajadora de un supermercado en Tenerife: ¡°Es cansad¨ªsimo, una locura¡±.
Este aumento del ritmo de trabajo se debe a la presi¨®n de los turistas, que en verano multiplican la poblaci¨®n de las zonas en las que viven estas trabajadoras. Por ejemplo, Mazarr¨®n a?ade unos 100.000 habitantes a los 36.000 que habitualmente viven en el municipio. ¡°Lo notas vayas donde vayas, a un restaurante o al m¨¦dico. Nosotros lo sufrimos especialmente porque un turista no deja de ir al supermercado¡±, dice un trabajador de uno de estos establecimientos en Costa Ballena (entre Rota y Chipiona, en C¨¢diz), que prefiere no revelar su nombre. Algunos de los profesionales que acusan la tensi¨®n a?adida por los turistas obtienen una gratificaci¨®n econ¨®mica, como el aumento de las propinas para los camareros, pero esto no sucede en los supermercados. ¡°Se te multiplica el trabajo y cobras lo mismo¡±, aclara Quintero.
La carga de trabajo no solo crece por la cantidad de compradores. ¡°Adem¨¢s, en vez de compras grandes, los turistas hacen muchas peque?as, de dos o tres euros. Siempre es m¨¢s sencillo un comprador con muchos productos que muchos clientes con poco g¨¦nero¡±, comenta Saor¨ªn. Este comportamiento cada vez es m¨¢s com¨²n por la espiral inflacionista, m¨¢s all¨¢ de las zonas de playa: los clientes est¨¢n aumentando la frecuencia con la que visitan las tiendas, pero con compras de menor importe, seg¨²n la patronal del sector.
La trabajadora murciana relata otros cambios veraniegos que complican su jornada: ¡°Los turistas, como es normal, no saben d¨®nde est¨¢n los productos. Nunca te preguntan tanto d¨®nde est¨¢n las cosas como en verano. Parece que no, pero en eso se te va mucho tiempo¡±. ¡°Muchos no se molestan en darse una vuelta. Pr¨¢cticamente haces la compra con ellos de la mano¡±, a?ade Quintero. Adem¨¢s, seg¨²n las cajeras, los turistas suelen ser ¡°menos educados¡± que los vecinos de la zona. ¡°Algunos piensan que estamos a su absoluto servicio y que nos pueden hablar de cualquier manera¡±, dice una trabajadora de un supermercado de Chiclana (C¨¢diz).
El aumento del trabajo no solo se nota en las cajas. ¡°Pasas de vender un cart¨®n de huevos cada rato a ocho, as¨ª que siempre falta producto. No paras de reponer. Un supermercado normal puede abastecerse con un cami¨®n de g¨¦nero al d¨ªa, pero en verano necesita tres. Hay que descargar todo eso y ponerlo en su sitio¡±, indica Saor¨ªn. En la cadena de supermercados en la que trabaja es habitual que se habilite un turno de noche que se dedica exclusivamente a preparar la tienda para el d¨ªa siguiente. ¡°Sin ese turno de noche que repone estantes, se nos har¨ªa muy dif¨ªcil mantener la tienda en verano¡±, explica Marta Cortes (48 a?os), trabajadora en unos grandes almacenes de Palma (Baleares).
La presi¨®n sobre estos trabajadores acarrea un coste f¨ªsico para muchos de ellos. ¡°Te exigen acelerar para cumplir con todo el trabajo que hay y eso lo acaba pagando tu cuerpo¡±, a?ade el trabajador de Costa Ballena. ¡°Adem¨¢s¡±, contin¨²a, ¡°esto genera tensiones en la plantilla: por ejemplo, si tienes cuatro m¨¢quinas el¨¦ctricas pero hay que mover 10 pal¨¦s, hay seis compa?eros que tienen que usar una m¨¢quina manual, que exige un esfuerzo mucho mayor. Esto genera conflictos, saltan chispas. El clima social empeora¡±. Este empleado asegura que su trabajo en verano es ¡°un infierno¡±, tan agotador que ¡°acabas necesitando ir al fisioterapeuta por los tirones de espalda¡±.
La mayor¨ªa de los trabajadores consultados aseguran que sus supermercados habilitan refuerzos para la ¨¦poca estival. ¡°Pero nunca son suficientes, siempre se quedan muy cortos. Creo que acabamos perdiendo volumen de venta por la falta de plantilla. Vendes menos si hay estanter¨ªas que se quedan vac¨ªas porque no hay manos para reponerlas o si los clientes se te van porque no est¨¢n dispuestos a esperar media hora en la pescader¨ªa¡±, indica el empleado de Costa Ballena. Quintero coincide: ¡°Donde necesitas tres meten uno, y donde har¨ªan falta seis, son dos. Siempre se quedan cortos¡±.
Saor¨ªn se?ala que la ayuda que prestan estos refuerzos es limitada: ¡°Entra mucha gente nueva que no est¨¢ formada. No es que estorben, pero en medio de tanta tarea adem¨¢s tienes que formarles¡±. Entre los refuerzos tambi¨¦n hay personal de tiendas de interior, a los que desplazan durante el verano. ¡°Te pagan el kilometraje, pero no un plus por cambiarte de sitio¡±, indica. La trabajadora murciana tambi¨¦n denuncia los problemas para aparcar en zonas tur¨ªsticas cuando el supermercado no tiene estacionamiento: ¡°Depende del turno que te toque, pero en La Manga necesitas una hora para aparcar¡±. Varios de estos empleados tambi¨¦n se quejan de que en verano trabajan los domingos y festivos sin que ello repercuta en el sueldo.
¡°Me he comido broncas por la inflaci¨®n¡±
Respecto a las condiciones laborales, las quejas dependen del supermercado en el que est¨¦n empleados. Entre los trabajadores consultados hay algunos de Mercadona y Lidl, que se manifiestan satisfechos con la remuneraci¨®n que perciben. El salario m¨¢s bajo en la cadena valenciana es de 1.425 euros brutos mensuales (unos 1.200 netos con las pagas prorrateadas), seg¨²n indica la compa?¨ªa. La empresa aplic¨® un incremento general del 6,5% a principios de a?o para compensar el impacto de la inflaci¨®n. Es un panorama parecido al de la cadena alemana, que a principios de julio acord¨® con los sindicatos un incremento de sueldos del 7% y contempla una subida del 16,5% en los pr¨®ximos cuatro a?os. El Corte Ingl¨¦s tambi¨¦n ha subido salarios en sus supermercados un 5,9% tras aplicar el nuevo convenio colectivo de la cadena Supercor.
Estos incrementos contrastan con el escenario del resto del sector. Los aumentos retributivos pactados en convenios colectivos siguieron en mayo una media del 2,4%, seg¨²n el Ministerio de Trabajo, mientras que el IPC en julio alcanz¨® el 10,8%. ¡°No nos suben el sueldo ni teniendo en cuenta que fuimos de los pocos sectores a los que les fue bien en la pandemia¡±, critica un trabajador de El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz). ¡°Llevo aqu¨ª 15 a?os y creo que cada vez voy a peor. Todo sube menos los salarios. Estoy en una empresa grande y eso te da una estabilidad, pero no me parece normal despu¨¦s de tanto tiempo cobrar 1.080 euros al mes¡±. Denuncia que con su sueldo apenas puede permitirse el alquiler en su ciudad, con los precios condicionados por el turismo. ¡°Cobro 750 euros trabajando 30 horas. El salario no es bueno¡±, critica la trabajadora de Chiclana. Asedas, la patronal que agrupa el 75% del mercado en Espa?a (de la que forman parte Mercadona, Dia, Ahorramas o Lidl) detalla que sus asociados emplean a 282.600 personas.
Mientras la inflaci¨®n contrae el poder adquisitivo de estos trabajadores, reciben quejas continuas de los clientes por la subida de precios. ¡°Se desahogan much¨ªsimo con nosotros, como si tuvi¨¦semos la culpa de que la bolsa de magdalenas que val¨ªa 1,20 euros ahora cueste 3. Van entendiendo que no es nuestra culpa, pero me he comido broncas como si fuera nuestra responsabilidad. Siempre les digo lo mismo: que yo tambi¨¦n lo pago¡±, comenta la empleada de Chiclana. Quintero, desde Tenerife, insiste en la misma idea: ¡°Al turista le da un poco igual la inflaci¨®n. Compra cuatro cosas y si es extranjero ni se da cuenta de la subida porque en su pa¨ªs todo es m¨¢s caro. Pero los vecinos s¨ª se quejan, van al c¨¦ntimo. Me dicen: ¡®?C¨®mo pones estos precios?¡¯ Como si los eligiera yo¡±.
Este es el sexto cap¨ªtulo de la serie ¡®Verano precario¡¯, que ofrece testimonios de trabajadores en los sectores tensionados o especialmente duros durante julio y agosto. Si quieres compartir tu testimonio puedes hacerlo en el correo esanchezh@grupoprisa.com.
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