La gran sacudida del mercado laboral
Joe Biden y la mayor¨ªa dem¨®crata deben reconocer que empresas y trabajadores estadounidenses necesitan mucho m¨¢s apoyo
Aproximadamente el 13% de los empleos de bajos salarios en Alemania no ser¨ªan viables si los trabajadores supieran lo buenas que en verdad son sus opciones en el exterior. Esta es la conclusi¨®n de un estudio reciente de Benjamin Schoefer, mi colega en la Universidad de California, Berkeley, y sus coautores Simon J?ger, Christopher Roth y Nina Ruossille.
¡°Cuando se comparan las opciones externas subjetivas de los trabajadores con mediciones objetivas de primas de pago a partir de datos contrastados entre empleadores y empleados¡±, observan estos expertos, ¡°muchos trabajadores err¨®neamente creen que su salario actual es representativo del mercado laboral externo ¨Clos trabajadores objetivamente mal retribuidos (o los bien pagados) son excesivamente pesimistas (optimistas) sobre sus opciones en el exterior¡±.
En lenguaje llano, la explicaci¨®n es que si algo sacudiera las falsas creencias de los trabajadores de bajos salarios sobre lo pobres que son sus opciones externas, las condiciones del mercado laboral cambiar¨ªan fundamentalmente. La misma percepci¨®n b¨¢sica seguramente tambi¨¦n se aplica a Estados Unidos, solo que all¨ª m¨¢s, porque el salario m¨ªnimo federal es mucho m¨¢s bajo, en relaci¨®n a la productividad promedio, que el de Alemania.
Si alguna vez hubo una sacudida de estas caracter¨ªsticas, es lo que sucedi¨® con la pandemia de la covid-19 y sus consecuencias econ¨®micas generalizadas. Los datos recientes demuestran que el 3% de los trabajadores estadounidenses ¡ª4,4 millones de personas¡ª renunciaron a sus empleos en septiembre. Esa tasa de renuncias mensual no solo es notoriamente alta; no tiene precedentes, especialmente si se considera que la ratio empleo sobre poblaci¨®n de Estados Unidos sigue siendo de apenas el 59,2%, casi dos puntos por debajo de su pico de febrero de 2020. ?Qu¨¦ est¨¢ sucediendo en el mercado laboral de Estados Unidos? En tiempos normales, las cifras actuales sugerir¨ªan que Estados Unidos lidia con una gran escasez de empleos. Sin embargo, la voluntad impresionante de los trabajadores de renunciar a sus empleos y buscar algo mejor indica que estos no son tiempos normales.
Existe una lista est¨¢ndar de explicaciones para la llamada Gran Renuncia. Un factor obvio es el temor a la covid-19, especialmente entre quienes viven con parientes de edad avanzada o inmunocomprometidos. Los trabajadores de bajos salarios no quieren permanecer muchas horas en ambientes de la industria de servicios que les exigen estar en contacto estrecho con otra gente, sobre todo el alto porcentaje de la poblaci¨®n que todav¨ªa est¨¢ sin vacunar.
Otra cuesti¨®n relacionada es la alteraci¨®n del cuidado infantil, que muchas veces obliga por lo menos a uno de los padres a quedarse en casa. Muchos observadores tambi¨¦n sostienen que los trabajadores se sienten empoderados porque todav¨ªa disfrutan de la bonanza de los programas de ayuda durante la pandemia. Y otros arguyen que los dos ¨²ltimos a?os hicieron que m¨¢s personas adoptaran una postura m¨¢s relajada, en lugar de trabajar duro en un empleo desagradable y mal pagado. El problema de esta explicaci¨®n, observa Paul Krugman en The New York Times, es que Europa occidental, que en t¨¦rminos generales tuvo una experiencia pand¨¦mica similar, no est¨¢ experimentando una Gran Renuncia o depresi¨®n en el porcentaje de adultos que est¨¢n empleados.
Un efecto notable de la pandemia es que ha alimentado una transformaci¨®n del trabajo y del lugar de trabajo que habr¨ªa llevado d¨¦cadas en ausencia del virus, o que directamente nunca se habr¨ªa producido. Consideremos, por ejemplo, el giro generalizado hacia un trabajo administrativo remoto, la automatizaci¨®n r¨¢pida de componentes sustanciales del trabajo de servicios o la transformaci¨®n del comercio minorista ¨Cque requiere muchos m¨¢s conductores para hacer entregas de productos y muchos menos vendedores en las tiendas f¨ªsicas¨C.
Estos cambios les han resultado muy convenientes a muchos consumidores y empleados. De pronto, las herramientas online son lo suficientemente buenas como para que nadie necesite comprar en persona para tener una idea de la calidad de un producto. (Y si un producto entregado no cumple con las expectativas, siempre se lo puede devolver). Los sectores afectados por estos cambios no regresar¨¢n al statu quo previo a la pandemia.
A menos que los trabajadores sean expl¨ªcitamente suspendidos, reformular la divisi¨®n de la mano de obra para restablecer el empleo despu¨¦s de una alteraci¨®n masiva es siempre un proceso largo y doloroso. En los a?os diez de este siglo, el retorno al pleno empleo parec¨ªa asociado a un l¨ªmite de velocidad de un punto porcentual por a?o, sobre todo porque la demanda segu¨ªa siendo relativamente floja en tanto los responsables de las pol¨ªticas fiscales y monetarias se centraban en combatir los fantasmas de la deuda y la inflaci¨®n.
No ser¨ªa una buena pol¨ªtica que la actual recuperaci¨®n se viera restringida por este l¨ªmite bajo de velocidad. Una recuperaci¨®n r¨¢pida exige que los empleadores de Estados Unidos les ofrezcan mejores acuerdos a los trabajadores de salarios bajos que, al renunciar en masa, es lo que obviamente est¨¢n exigiendo. Esto requiere una eliminaci¨®n acelerada de las principales barreras del lado de la oferta para la participaci¨®n laboral: una falta de atenci¨®n infantil y medidas de protecci¨®n frente al virus. Y exige una econom¨ªa de alta presi¨®n, de manera que a los trabajadores en los m¨¢rgenes les resulte obvio que existen buenas oportunidades dando vueltas por ah¨ª.
La Administraci¨®n del presidente Joe Biden y la mayor¨ªa parlamentaria dem¨®crata deben reconocer que tanto los trabajadores como los empresarios necesitan mucho m¨¢s apoyo ahora del que las empresas norteamericanas normalmente pueden ofrecer. Europa ofrece un ejemplo prometedor. Estados Unidos necesita m¨¢s ejemplos como este.
J. Bradford DeLong es exsubsecretario adjunto del Tesoro de Estados Unidos, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de California, Berkeley, y socio de investigaci¨®n en la Oficina Nacional de Investigaci¨®n Econ¨®mica.
? Project Syndicate 1995¨C2022
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