Productividad: un debate necesario
Hay pocas esperanzas de mejorar en este campo si no media una fuerte reestructuraci¨®n sectorial
Es una excelente noticia que el l¨ªder de CC OO haya tra¨ªdo el crecimiento de la productividad al debate econ¨®mico. Robert Lucas, el premio Nobel, se?al¨® que las consecuencias del desarrollo econ¨®mico eran tan importantes que, una vez que se comenzaba a pensar en ¨¦l, resultaba muy dif¨ªcil hacer cualquier otra cosa. Con la productividad pasa lo mismo. Sabemos que, a largo plazo, su crecimiento determina el aumento de bienestar de un pa¨ªs. Por tant...
Es una excelente noticia que el l¨ªder de CC OO haya tra¨ªdo el crecimiento de la productividad al debate econ¨®mico. Robert Lucas, el premio Nobel, se?al¨® que las consecuencias del desarrollo econ¨®mico eran tan importantes que, una vez que se comenzaba a pensar en ¨¦l, resultaba muy dif¨ªcil hacer cualquier otra cosa. Con la productividad pasa lo mismo. Sabemos que, a largo plazo, su crecimiento determina el aumento de bienestar de un pa¨ªs. Por tanto, y tambi¨¦n a largo plazo, cu¨¢nto crece, en qu¨¦ sectores y c¨®mo se distribuyen sus resultados tienen impactos determinantes sobre el nivel de prosperidad de la econom¨ªa y la estabilidad de la sociedad.
La medici¨®n y la interpretaci¨®n de la productividad no es f¨¢cil. Las dos versiones que se suelen utilizar ¡ªel PIB por ocupado o las estimaciones de productividad total de los factores¡ª son el resultado de agregar lo que ocurre en los millones de empresas que tiene un pa¨ªs y son, por tanto, muy sensibles a los criterios de agregaci¨®n y de medici¨®n que se utilicen, as¨ª como a la influencia de factores c¨ªclicos. Con todo, seg¨²n la OCDE, entre 1977 y 2008 el crecimiento anual promedio de la productividad por ocupado fue del 1,3%, mientras que entre la Gran Recesi¨®n y el a?o previo a la pandemia el promedio fue del 1%. Cuando se usa la productividad total de los factores, la aportaci¨®n promedio anual al crecimiento es de tres d¨¦cimas. Durante esos a?os, la participaci¨®n de los salarios en el PIB se mantuvo estable en torno al 47%, la del excedente empresarial cay¨® al 42% y los impuestos netos aumentaron hasta el 10%.
Cuando los datos de Espa?a se ponen en relaci¨®n con la mediana de la OCDE, la brecha negativa en t¨¦rminos de PIB por ocupado es de dos d¨¦cimas y en t¨¦rminos de productividad multifactorial de cuatro d¨¦cimas, si bien las aportaciones de las horas trabajadas y del capital no tecnol¨®gico permiten un crecimiento diferencial de largo plazo positivo que explica que nuestra convergencia a la renta per capita mediana haya pasado del 73% que ten¨ªamos en 1985 al 80% en 2019.
Cualquiera que haya conversado alguna vez con un empresario encontrar¨¢ en este relato aspectos que chirr¨ªan. Es muy dif¨ªcil sostener frente a la mayor¨ªa de ellos que la productividad de su empresa no ha aumentado significativamente en los 30 ¨²ltimos a?os. Todos saben que, si no produjeran m¨¢s con menos factores, no seguir¨ªan siendo empresarios. La paradoja es que a nivel macro esas mejoras desaparecen. En el crecimiento de la productividad la clave est¨¢ en la reasignaci¨®n de recursos desde las empresas y sectores menos rentables a los m¨¢s rentables. Es decir, el efecto composici¨®n. En eso es en lo que consiste el crecimiento. Y ese crecimiento es compatible con m¨²ltiples valores del peso de los salarios en la renta, y tambi¨¦n con m¨²ltiples niveles de salarios, empleo y horas trabajadas. Perder de vista esa heterogeneidad es muy peligroso y puede llevar a consecuencias indeseadas. La talla ¨²nica no es una buena idea y la alta costura es inmanejable a efectos pr¨¢cticos.
Hay otra posible explicaci¨®n a la paradoja de la productividad que recientemente Ezra Klein y Paul Krugman ilustraban con el caso del sector de la construcci¨®n en EE UU: la productividad ¡°social¡± del sector ha aumentado porque, aunque se produzca el mismo n¨²mero de metros cuadrados de vivienda por empleado que en los a?os cincuenta, se hace con una infinitamente menor siniestralidad laboral, un mayor respeto a la sostenibilidad ambiental y probables incrementos de calidad, factores todos ellos que el PIB simplemente no es capaz de capturar. En otras palabras, hay externalidades sociales positivas que la sociedad aprecia, pero que no computan en los c¨¢lculos est¨¢ndar de productividad. C¨®mo cuantificarlas y c¨®mo repartirlas no es un tema distributivo menor.
En Espa?a esta paradoja de la productividad sectorial ¡ªpor no hablar del impacto del tama?o de las empresas¡ª es igualmente relevante. El peso promedio de la construcci¨®n en el PIB es del 7%, y el de la hosteler¨ªa y el turismo, del 21%, y ambos sectores han acumulado una p¨¦rdida de productividad aparente del 1% y del 6% pese a que muy probablemente est¨¦n internalizando bienes p¨²blicos como la mejora de las infraestructuras o el transporte que no se computan en los c¨¢lculos. Si a?adi¨¦ramos a estos dos sectores el agregado de servicios ¡ªtambi¨¦n estancado¡ª, encontrar¨ªamos que hay pocas esperanzas de mejorar la productividad agregada si no media una fuerte reestructuraci¨®n productiva sectorial y dentro de los sectores. Esa es la clave macro del crecimiento futuro.
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