La erosi¨®n del poder de los trabajadores
Existen numerosos trabajos que hablan de la p¨¦rdida de capacidad de influencia de los sindicatos en Europa y EE UU
Los salarios negociados en convenio crecieron en Espa?a un 2,8% en 2022, seg¨²n el Ministerio de Trabajo y Econom¨ªa Social, un 3,1% si se incluyen revisiones por cl¨¢usulas de garant¨ªa salarial. Si este dato es representativo, la capacidad adquisitiva del salario medio cay¨® un 5,5%. Este ajuste a la baja es considerable si se tiene en cuenta que hac¨ªa d¨¦cadas que no se experimentaba un ajuste de tal magnitud. D¨¦cadas que nos retrotraen hasta ...
Los salarios negociados en convenio crecieron en Espa?a un 2,8% en 2022, seg¨²n el Ministerio de Trabajo y Econom¨ªa Social, un 3,1% si se incluyen revisiones por cl¨¢usulas de garant¨ªa salarial. Si este dato es representativo, la capacidad adquisitiva del salario medio cay¨® un 5,5%. Este ajuste a la baja es considerable si se tiene en cuenta que hac¨ªa d¨¦cadas que no se experimentaba un ajuste de tal magnitud. D¨¦cadas que nos retrotraen hasta tiempos donde la econom¨ªa y las relaciones laborales se conformaban de modo diferente.
Este aumento aleja, sin embargo y de momento, los peores temores sobre los posibles efectos de segunda ronda v¨ªa salarios. Aunque de manera injusta estos efectos han sido asociados, casi en exclusividad, a la evoluci¨®n de dichos salarios, no es menos cierto que una carrera entre estos y los precios ser¨ªa nefasto para el control de la inflaci¨®n. Aun as¨ª, no deja de sorprender la escasa reacci¨®n a la remuneraci¨®n de los trabajadores en un contexto de fuerte subida de precios, algo que no es exclusivo de Espa?a. Un aumento de los precios como el que estamos experimentando deber¨ªa haber tenido una contestaci¨®n inmediata de los trabajadores canalizados a trav¨¦s de un mayor conflicto laboral.
Una posible explicaci¨®n de esta escasa reacci¨®n podr¨ªa ser que los trabajadores tendr¨ªamos hoy menos capacidad de contestaci¨®n que anta?o. A diferencia de ¨¦pocas pasadas, como en los setenta, hoy los trabajadores podr¨ªan carecer de la capacidad de presi¨®n que entonces demostraban. Y es de inter¨¦s reflexionar sobre esta cuesti¨®n. Este relativo debilitamiento del poder de los sindicatos est¨¢ bastante estudiado por la literatura econ¨®mica, en concreto la econom¨ªa laboral (de-unionization lo llaman los estadounidenses), con consecuencias en no pocas cuestiones, entre ellas la evoluci¨®n a largo plazo de los salarios, la desigualdad salarial o, en particular, la capacidad de los trabajadores para desplazar los aumentos de precios a los salarios.
As¨ª, por ejemplo, existen numerosos trabajos que hablan de la p¨¦rdida de capacidad de influencia de los sindicatos primero en pa¨ªses anglosajones y posteriormente en pa¨ªses de la Europa continental. La crisis de los setenta, muy compleja, tuvo como reacci¨®n un nuevo paradigma en las relaciones laborales. La reacci¨®n de la econom¨ªa de la oferta, mucho m¨¢s intensa en pa¨ªses como EE UU o el Reino Unido, debilit¨® a unos sindicatos que hab¨ªan peleado por subidas salariales y mejoras de las condiciones laborales en un contexto de crisis como fue la energ¨¦tica de aquella d¨¦cada.
Tambi¨¦n la globalizaci¨®n y el cambio tecnol¨®gico han erosionado el caladero del cual se alimentaba el poder sindical. La industria, hist¨®rico gran eje sindical, ha perdido empleo relativo durante las ¨²ltimas d¨¦cadas por la p¨¦rdida de peso en el conjunto de los trabajadores, en buena parte motivado por el intenso proceso de automatizaci¨®n experimentado, as¨ª como porque parte de los empleos se han mudado a otros pa¨ªses. Adem¨¢s, el nuevo empleo surgido por el cambio tecnol¨®gico tiene menos capacidad de asociaci¨®n. La terciarizaci¨®n de la econom¨ªa, en parte impulsada por estas mismas fuerzas, no facilita el asociacionismo, al atomizar las ocupaciones en empresas m¨¢s peque?as o, como est¨¢ ocurriendo en buena parte de los pa¨ªses occidentales, en grandes corporaciones donde las inquietudes del empleo ya no son las de antes, en parte porque este empleo es de otra naturaleza. La externalizaci¨®n de servicios tambi¨¦n ha ayudado a este proceso.
As¨ª, datos de la European Trade Union Institute nos cuentan que en los ¨²ltimos 15 a?os las huelgas y el n¨²mero de horas de trabajo perdidas como consecuencia de estas se encuentran en m¨ªnimos hist¨®ricos. Por ejemplo, en Espa?a, entre 2000 y 2009 se perdieron 153 horas anuales por cada 1.000 trabajadores debido a huelgas. Entre 2010 y 2019 se perdieron 49 y entre 2020 y 2021, datos pocos fiables a¨²n por la pandemia, 30. Los datos del Ministerio de Trabajo y Econom¨ªa Social sobre conflictividad en 2022 nos indican un aumento respecto a 2021, pero a¨²n en niveles muy inferiores si los comparamos con a?os donde la evoluci¨®n econ¨®mica no fue especialmente ¨¢cida, como es el caso de 2018, o comparados con aquellos a?os de crisis durante la Gran Recesi¨®n. Esta tendencia, com¨²n para buena parte de los pa¨ªses de Europa, resulta cuando menos interesante y sobre todo crucial para entender la evoluci¨®n reciente de algunos indicadores macroecon¨®micos, como es la inflaci¨®n o la desigualdad. Veremos si continuando la presi¨®n, la reacci¨®n sigue siendo m¨¢s contenida de lo esperado. Pero de momento ha sorprendido por su debilidad.
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