El debate de la desigualdad en Estados Unidos
La proporci¨®n del 1% m¨¢s rico ha aumentado desde el 8% antes de 1980 al 18% recogido en 2019
Los debates sobre las tendencias de la desi?gualdad en Estados Unidos han saltado de las p¨¢ginas de las revistas acad¨¦micas a los principales medios de comunicaci¨®n. Mientras que los conservadores cuestionan desde hace tiempo que la desigualdad en Estados Unidos haya aumentado realmente, The Economist ha intervenido recientemente y ha llegado a la conclusi¨®n de que ¡°la idea de que la desigualdad est¨¢ aumentando est¨¢ muy lejos de ser una verdad evidente¡±. Por desgracia, este...
Los debates sobre las tendencias de la desi?gualdad en Estados Unidos han saltado de las p¨¢ginas de las revistas acad¨¦micas a los principales medios de comunicaci¨®n. Mientras que los conservadores cuestionan desde hace tiempo que la desigualdad en Estados Unidos haya aumentado realmente, The Economist ha intervenido recientemente y ha llegado a la conclusi¨®n de que ¡°la idea de que la desigualdad est¨¢ aumentando est¨¢ muy lejos de ser una verdad evidente¡±. Por desgracia, este debate ha embrollado varias cuestiones de manera contraproducente.
Existen diferentes nociones de desigualdad, cada una de ellas relevante para una cuesti¨®n distinta, y que se ve complicada por los problemas que plantea su medici¨®n. El indicador m¨¢s sencillo es la desigualdad de las rentas del trabajo, que se refiere a lo que reciben los que ganan mucho en relaci¨®n con los que ganan poco. Cuando hablamos de c¨®mo les va a los trabajadores con t¨ªtulos universitarios en comparaci¨®n con los que solo tienen un diploma de secundaria, tambi¨¦n estamos hablando de desigualdad de ingresos de los trabajadores.
Por supuesto, medir los ingresos laborales no es una cuesti¨®n sencilla, porque algunas rentas no se declaran y algunos individuos muy bien pagados aplican diversas estrategias para hacer que sus ingresos laborales parezcan ingresos de capital (que tributan a un tipo m¨¢s bajo). Adem¨¢s, a la hora de determinar si los salarios reales (ajustados a la inflaci¨®n) han aumentado, existe un intenso debate sobre si el ¨ªndice de precios al consumo exagera la inflaci¨®n real. Pero incluso despu¨¦s de tener en cuenta estas cuestiones, no hay duda de que la desigualdad de los ingresos de los trabajadores ha aumentado al menos desde 1980, y que la tendencia ha continuado desde la Gran Recesi¨®n posterior a 2008.
Esta tendencia contrasta fuertemente con la ¨¦poca de posguerra, en la que la desigualdad de las rentas del trabajo se mantuvo estable o disminuy¨®. Desde la d¨¦cada de 1950 hasta principios de la d¨¦cada de 1970, los salarios de los trabajadores con un diploma de secundaria o menos experimentaron el mismo crecimiento real que los de los que ten¨ªan un t¨ªtulo universitario o m¨¢s. Pero esta pauta de prosperidad compartida termin¨® en alg¨²n momento a finales de los a?os setenta y principios de los ochenta del siglo pasado. Mientras que los ingresos reales de los trabajadores con titulaci¨®n universitaria han seguido aumentando de forma constante, los trabajadores sin ella ganan hoy menos que en 1980.
Contrariamente a lo que insin¨²a The Economist, esta pauta general no se cuestiona. Aunque un estudio reciente de David Autor, Arin Dube y Annie McGrew muestra que los salarios en la parte inferior de la distribuci¨®n empezaron a aumentar en torno a 2015 ¡ªlo que llev¨® a una notable compresi¨®n entre la parte superior y la inferior a partir de 2020¡ª, los que est¨¢n en la parte inferior siguen ganando mucho menos, en relaci¨®n con la parte superior, de lo que ganaban en 1980.
Una segunda definici¨®n de la desigualdad se basa en la renta global (antes de impuestos y transferencias), que incluye no solo las rentas del trabajo, sino tambi¨¦n los ingresos por dividendos, ganancias de capital y beneficios empresariales que constan en las declaraciones de la renta. El problema con este indicador es que los ingresos empresariales no siempre se declaran, y otras formas de rentas de capital ¨²nicamente aparecen en las declaraciones fiscales cuando se obtienen ganancias de capital (como cuando alguien vende acciones por m¨¢s de lo que pag¨® por ellas).
Existe un amplio consenso sobre lo que ha ocurrido con la ¡°desigualdad de ingresos totales observada¡± o ¡°desigualdad de ingresos fiscales¡±, que simplemente recoge los ingresos totales en las declaraciones de impuestos. En este caso, la proporci¨®n del 1% m¨¢s rico ha aumentado desde alrededor del 8% justo antes de 1980 hasta casi el 18% en 2019; cuando se incluyen las ganancias de capital, se eleva a m¨¢s del 21%.
Gran parte del debate actual se deriva del trabajo pionero de Thomas Piketty y Emmanuel Saez, y de la metodolog¨ªa complementaria que desarrollaron junto con Gabriel Zucman. Este tr¨ªo asigna las rentas de capital no declaradas de una manera que sigue de cerca la distribuci¨®n de las rentas de capital declaradas, constatando as¨ª un aumento muy similar en l¨ªneas generales de la cuota de ingresos globales del 1% m¨¢s rico en comparaci¨®n con su cuota de ingresos fiscales observados. Pero ahora, un trabajo publicado recientemente por los economistas Gerald Auten y David Splinter pone en tela de juicio las famosas conclusiones del tr¨ªo.
Parte de las discrepancias tienen que ver con los ingresos de capital no gravados, ya sea por evasi¨®n fiscal o por diversas exenciones, como las que se aplican a los beneficios no distribuidos de las empresas y a los ingresos procedentes de diversas cuentas de pensiones y fideicomisos. Dado que se calcula que este componente no gravado representa actualmente casi el 90% de todos los rendimientos del capital, la cuesti¨®n es c¨®mo se distribuye. Auten y Splinter parten de la base de que las rentas del capital no sujetas a impuestos se distribuyen de forma mucho m¨¢s equitativa de lo que Piketty, Saez y Zucman dan por sentado, y estiman que la participaci¨®n del 1% m¨¢s rico en estas rentas es mucho menor que su participaci¨®n en las rentas del capital observadas (15% frente al 50% de las rentas del capital sujetas a impuestos).
Hay buenas razones por las que el 1% m¨¢s rico puede tener una proporci¨®n menor de rendimientos del capital no gravados en comparaci¨®n con los gravados (por ejemplo, muchas peque?as empresas no declaran sus ingresos y muchos estadounidenses de clase media tienen cuentas de pensiones). Sin embargo, dadas las numerosas opciones de que disponen los muy ricos para eludir y evadir impuestos, no parece razonable suponer que realmente representen una proporci¨®n tan peque?a de las rentas del capital no gravadas. Es m¨¢s, incluso con los ajustes de Auten y Splinter, la parte de la renta global correspondiente al 1% m¨¢s rico ha aumentado desde 1980 hasta hoy, aunque mucho menos de lo que se?alan Piketty, Saez y Zucman.
Cuando Auten y Splinter sostienen que no ha habido un aumento de la desigualdad, se refieren a otro indicador importante: el nivel de desigualdad que existe despu¨¦s de impuestos y transferencias. Esto es especialmente dif¨ªcil de medir, ya que el c¨®digo tributario de Estados Unidos contiene un grado de redistribuci¨®n bastante elevado, y el sistema general de transferencias fiscales del pa¨ªs es extraordinariamente complicado.
En este punto, Auten y Splinter realizan m¨¢s ajustes y llegan a su conclusi¨®n principal de que la cuota del 1% m¨¢s rico despu¨¦s de impuestos y transferencias se ha mantenido pr¨¢cticamente constante, en torno al 8%, desde la d¨¦cada de 1960. Pero, como es probable que los c¨¢lculos de Auten y Splinter sobre la parte de la renta global correspondiente al 1% m¨¢s rico est¨¦n infravalorados, sus estimaciones sobre la parte del 1% m¨¢s rico despu¨¦s de impuestos y transferencias probablemente son tambi¨¦n inferiores a lo que deber¨ªan ser. El debate sobre este tema seguramente continuar¨¢.
Pero estas discusiones no deben eclipsar lo que m¨¢s importa en la historia de la econom¨ªa estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. Despu¨¦s de tres d¨¦cadas y media en las que todos los grupos demogr¨¢ficos se beneficiaron en gran medida del crecimiento econ¨®mico, el modelo de prosperidad compartida se ha desmoronado. Aunque algunos de los costes sociales y econ¨®micos resultantes se han neutralizado mediante impuestos y transferencias, eso no cambia el hecho de que la econom¨ªa de mercado ¡ªjunto con las tendencias tecnol¨®gicas que ha engendrado y la globalizaci¨®n que ha fomentado¡ª ha funcionado mal y ha generado una enorme desi?gualdad.
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