Gabriel Zucman: ¡°Los impuestos que no pagan los ¡®youtubers¡¯ los acabamos pagando los dem¨¢s¡±
El joven economista franc¨¦s, disc¨ªpulo de Thomas Piketty, sostiene que la injusticia fiscal es uno de los grandes fracasos pol¨ªticos de nuestro tiempo
Dos vivencias tempranas condicionaron la carrera de Gabriel Zucman, economista nacido en Par¨ªs hace 34 a?os. La primera fue un evento pol¨ªtico traum¨¢tico que ocurri¨® en su adolescencia: el ultraderechista Jean-Marie Le Pen derrotaba al socialista Jospin y pasaba a la segunda vuelta de las presidenciales en Francia. Zucman se uni¨® a las manifestaciones de protesta y, desde entonces, asegura, su pensamiento se ha centrado en c¨®mo evitar que el desastre se repitiera. La creencia de que la globalizaci¨®n y la justicia son incompatibles, empez¨® a comprender, arroja a los ciudadanos a los brazos de l¨ªderes ultranacionalistas y xen¨®fobos.
La segunda fue el colapso de Lehman Brothers en 2008. Reci¨¦n licenciado en la Escuela de Econ¨®micas de Par¨ªs, donde fue alumno de Thomas Piketty, Zucman empez¨® su primer trabajo el lunes posterior a la ca¨ªda del gigante. Ten¨ªa que contar a los clientes de una firma de inversi¨®n lo que estaba pasando en la econom¨ªa global. Algo que nadie sab¨ªa. Esc¨¦ptico con las teor¨ªas dominantes, incapaces de explicar lo que ocurr¨ªa ah¨ª fuera, su trabajo le llev¨® a estudiar los enormes flujos de dinero de las econom¨ªas grandes a los peque?os para¨ªsos fiscales. Descubri¨® un mundo oculto, el de la extrema riqueza y su relaci¨®n con la desigualdad.
Hoy Zucman es profesor en Berkeley. Sus investigaciones sobre la desigualdad con Emmanuel Saez, tambi¨¦n franc¨¦s y compa?ero en la universidad californiana, han inspirado las propuestas de la nueva izquierda estadounidense, encarnada en Bernie Sanders y Elizabeth Warren, que no ganaron las primarias dem¨®cratas, pero acercaron el centro de gravedad del debate al lugar donde, seg¨²n las encuestas, se sit¨²a la opini¨®n p¨²blica. El ¨²ltimo libro de Zucman y Saez, El triunfo de la injusticia (Taurus), es ya un t¨ªtulo fundamental para comprender las sociedades formadas por la revoluci¨®n conservadora de los a?os ochenta. Si se entiende lo de Piketty, Saez y Zucman como un trabajo colectivo, El triunfo de la injusticia supone un nuevo paso. Despu¨¦s de definir el efecto de la extrema concentraci¨®n de la riqueza en las desigualdades globales, proponen ahora una soluci¨®n: la vuelta a un sistema fiscal progresivo como el que Estados Unidos tuvo hasta los a?os ochenta, pero m¨¢s robusto y adaptado al siglo XXI.
Zucman es el m¨¢s joven de la pareja (terna, si se incluye a Piketty) y es quien ha asumido el papel de vendedor. El encargado de trascender la academia y ensuciarse en los debates p¨²blicos y en los jardines tuiteros. Las decisiones sobre impuestos son las m¨¢s importantes en una sociedad democr¨¢tica, defiende, pues dan forma a todo lo dem¨¢s. Pero el dram¨¢tico declive de la progresividad fiscal ha sido un proceso opaco. Por primera vez en la historia moderna, demuestran, los ingresos por la riqueza se gravan menos que los del trabajo: los estadounidenses m¨¢s ricos pagan menos impuestos que un maestro.
PREGUNTA. ?C¨®mo se ha llegado hasta aqu¨ª?
RESPUESTA. Un factor es la competencia fiscal: los pa¨ªses tratan de atraer inversi¨®n, capital, f¨¢bricas, y recortan la tasa del impuesto de sociedades uno detr¨¢s de otro. Otro factor es el auge de la evasi¨®n y la elusi¨®n fiscal, que se debe al bum de la industria que ayuda a los ricos y a las compa?¨ªas multinacionales a eludir y a veces evadir impuestos. Y lo que quiero subrayar es que ni la competencia fiscal, ni la elusi¨®n fiscal son leyes naturales. Son opciones pol¨ªticas. En la UE, por ejemplo, hemos avanzado mucho en t¨¦rminos de armonizaci¨®n de pol¨ªticas en numerosas ¨¢reas, como el comercio o la moneda com¨²n. Podr¨ªamos haber elegido hacer lo mismo con los impuestos.
P. ?De d¨®nde viene la resistencia al cambio?
R. Hay gente que cree genuinamente que los tipos impositivos m¨¢s bajos para los ricos y para el capital son buenos. As¨ª los ricos ahorran m¨¢s, crean m¨¢s negocios y eso beneficiar¨¢ al resto. Es lo que se conoce como teor¨ªa del goteo o del efecto derrame. Como todas las teor¨ªas econ¨®micas, tiene algo de plausibilidad. Pero hay que estudiar los datos emp¨ªricos para evaluar si son correctas. Y los datos no apoyan esas teor¨ªas. Otro aspecto es que hay cierto control de la pol¨ªtica por parte de intereses privados. La concentraci¨®n de la riqueza ha venido acompa?ado de un creciente poder de los muy ricos para influir en las decisiones pol¨ªticas. Es otra de las razones por las que estas pol¨ªticas fiscales persisten.
P. ?Y persistir¨¢n?
R. Podemos estar ya ante el comienzo de una nueva etapa. Estas pol¨ªticas de impuestos bajos a los ricos se aplican desde los a?os ochenta y, aunque podr¨ªan ser defendidas a priori en un plano te¨®rico, ya han pasado muchos a?os y podemos observar lo que ha ocurrido. La desigualdad ha crecido mucho, pero no es que los ingresos de todos hayan crecido y los de los ricos a¨²n m¨¢s. Para la mitad de la poblaci¨®n, la clase trabajadora, ha habido casi un crecimiento cero en 40 a?os, mientras que en los ingresos de los m¨¢s ricos ha habido un incremento enorme. Ahora que estos datos est¨¢n claros, que han pasado cuatro d¨¦cadas y no vemos que esas teor¨ªas del goteo hayan funcionado como estaba previsto, es momento de comprender que las cosas tienen que cambiar.
P. Los datos y las herramientas est¨¢n ah¨ª, defienden en el libro, pero hace falta cambiar las mentalidades. ?C¨®mo se hace eso?
R. La respuesta corta es: miren lo que pas¨® cuando EE UU ten¨ªa un sistema fiscal progresivo. Miren lo que pas¨® en las tres d¨¦cadas posteriores a la II Guerra Mundial. Miren el crecimiento econ¨®mico, la innovaci¨®n, la desigualdad. Desde los a?os ochenta, los ingresos medios por adulto han crecido a un ritmo del 1,4% anual de media. En los 30 a?os anteriores, de 1950 a 1980, el crecimiento medio fue de un 2% anual. As¨ª que hubo m¨¢s crecimiento. Pero, sobre todo, ese crecimiento estuvo m¨¢s equitativamente distribuido. Todos los ingresos subieron un 2% esos a?os. El crecimiento en esas d¨¦cadas era como una marea que sube y levanta a todos los barcos. Desde 1980, esa media del 1,4% oculta que el crecimiento de la clase trabajadora es 0% y, en cambio, hay tasas de crecimiento del 5% o 6% para el 1% de arriba. No es evidencia perfecta. No podemos hacer un experimento de control aleatorizado donde solo cambias los impuestos y ves c¨®mo evoluciona la econom¨ªa. Pero es la mejor evidencia que tenemos. La ¨²nica. Y a la luz de esa evidencia, decir que los impuestos bajos a los ricos son buenos para el crecimiento y para la clase trabajadora, sencillamente, no vale. No hay una manera razonable de ver los datos y llegar a esa conclusi¨®n.
P. Ha habido un debate reciente en Espa?a a ra¨ªz de unos youtubers que han defendido p¨²blicamente que, como pagan muchos impuestos, se van a ir a Andorra. Lo curioso es que parecen haber tenido mucho apoyo entre sus seguidores j¨®venes, y son los mayores quienes han destacado la injusticia. No es muy alentador para el cambio de mentalidad que ustedes promueven¡
R. No creo que sea algo generacional. Tiene m¨¢s que ver, creo, con que hay gente que piensa que la ¨²nica fuente de progreso es el individuo maximizando su propia riqueza y los impuestos son un obst¨¢culo. Esa ideolog¨ªa existe, pero no est¨¢ tan extendida entre las generaciones j¨®venes. Al menos aqu¨ª en EE UU, en las encuestas los j¨®venes apoyan abrumadoramente las pol¨ªticas fiscales progresivas. M¨¢s preocupante para m¨ª es que mucha gente crea que no hay nada que se pueda hacer; que si esos youtubers se van a Andorra, qu¨¦ le vas a hacer. Por eso es muy importante explicar que al final las consecuencias son graves porque los impuestos que esos muy ricos no pagan, o los acabamos pagando los dem¨¢s, o el Gobierno tiene que recortar en educaci¨®n, en sanidad o en infraestructuras.
P. Ideas como un l¨ªmite m¨¢ximo de ingresos, que hoy parecen radicales, llegaron a existir de facto en Estados Unidos durante d¨¦cadas.
R. Franklin Roosevelt se dirigi¨® al Congreso en 1942 y dijo: ¡°Miren, creo que ning¨²n estadounidense deber¨ªa tener unos ingresos despu¨¦s de pagar impuestos superiores a los 25.000 d¨®lares¡±, que es el equivalente a un mill¨®n de d¨®lares actuales. Por tanto, dijo, ¡°propongo una tasa fiscal del 100% por encima de los 25.000 d¨®lares¡±. Los congresistas aceptaron un tipo m¨¢ximo del 93%, que no est¨¢ muy lejos del 100%. Esta pol¨ªtica cuasiconfiscatoria sigui¨® en vigor hasta los sesenta. La idea era que hab¨ªa que desincentivar los ingresos extremadamente altos. Que la concentraci¨®n extrema de riqueza es corrosiva para la sociedad porque significa una concentraci¨®n extrema de poder, y eso es un peligro para la democracia. Este es un punto de vista antiguo en EE UU, lo encuentras hasta en James Madison, padre fundador y un h¨¦roe para los conservadores.
P. ?Esa noci¨®n de que los impuestos son antiamericanos es producto de una especie de amnesia colectiva?
R. Mucha gente ha olvidado lo que pas¨® antes de Reagan. El sistema fiscal, durante a?os, fue usado para generar ingresos, pero tambi¨¦n para regular las desigualdades. En el libro hemos querido que los estadounidenses reconecten con su propia historia.
P. Defienden que este cambio a un sistema regresivo no ha sido exactamente una elecci¨®n democr¨¢tica informada, sino m¨¢s una asimilaci¨®n pasiva por parte de la sociedad.
R. No refleja la voluntad de los votantes. Se ve claramente en las encuestas. Durante las primarias dem¨®cratas, Bernie Sanders propuso un impuesto para los que tienen m¨¢s de 32 millones de d¨®lares y Elizabeth Warren, para los que tienen m¨¢s de 55 millones. Hubo muchas encuestas sobre c¨®mo se sent¨ªa la gente con esa idea de un impuesto a la riqueza y mostraron abrumadoramente que la apoyan. Cerca del 70%, incluso el 50% de los republicanos. Es llamativa esa desconexi¨®n entre la voluntad del electorado y el tipo de pol¨ªtica fiscal implementada desde los a?os 80.
P. Pero gan¨® el candidato con una propuesta fiscal m¨¢s continuista.
R. El Partido Dem¨®crata se ha movido hacia sus votantes, ha adoptado un programa de fiscalidad m¨¢s progresiva, aunque no tan ambiciosa como la que hab¨ªa antes de los ochenta. Biden est¨¢ implementando un programa mucho m¨¢s progresista que Obama hace 10 a?os o que Clinton en los noventa.
P. ?No le llama la atenci¨®n que, en estas primeras semanas de su presidencia, en las que ha arrasado con el legado de Trump, Biden ni siquiera se ha referido a la que fue quiz¨¢ su medida de mayor calado, que es la gran rebaja de impuestos a los ricos y a las empresas?
R. Bueno, tenga en cuenta que la pol¨ªtica fiscal requiere leyes en el Congreso, no puede hacerse con decretos. Pero habr¨¢ una ley en alg¨²n momento.
P. ?Ve en esta crisis una oportunidad para plantear un sistema fiscal m¨¢s justo?
R. Mire, creo que la crisis es simplemente mala en s¨ª misma. No es suficiente que haya una crisis para que cambien la historia y las pol¨ªticas. Lo que hace que cambie la historia es una combinaci¨®n de ideas bien pensadas y un contexto determinado donde esas ideas pueden prevalecer. Pero las crisis no son suficientes en s¨ª mismas. Para que las cosas cambien, son m¨¢s importantes el trabajo intelectual y la pol¨ªtica. Y creo que hay motivos para la esperanza.
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