Tres alumnas de un pueblo de Zamora hicieron corregir a la UE una publicaci¨®n contra los refugiados
La Defensora del Pueblo Europeo admiti¨® que una p¨¢gina comunitaria vinculaba a los migrantes con el terrorismo
Las escaleras del instituto p¨²blico Aliste albergan una intensa charla entre tres adolescentes. Un sol primaveral caldea un debate sobre aporofobia, refugiados, derechos humanos y perspectivas de futuro rural mientras la campana decreta la hora del recreo. La estampida de estudiantes hace resonar las sillas y mesas antes de huir hacia el patio y el exterior del centro educativo de Alca?ices (Zamora), un pueblo de 1.000 habitantes. Tres chicas saludan a sus colegas que est¨¢n saliendo de clase mientras explican c¨®mo han conseguido poner colorada a la Uni¨®n Europea (UE) por ¡°fomentar el odio¡± a los refugiados. La Defensora del Pueblo Europeo, Emily O¡¯Reilly, ha admitido estas cr¨ªticas por un contenido en la web oficial comunitaria, ya modificado, que vinculaba las oleadas de migrantes con el terrorismo sufrido en los ¨²ltimos a?os.
Esther Mart¨ªn, Mar¨ªa P¨¦rez y Paula L¨®pez son las tres ¨²nicas alumnas de Econom¨ªa en segundo de Bachillerato. Les interesa tanto la asignatura que el profesor, Chema Mezquita, se las ingenia para ir m¨¢s all¨¢ de los libros de texto. El curso pasado charlaban sobre el club europeo y visitaron el apartado de Historia de la web de la UE. La p¨¢gina establec¨ªa que ante la reciente llegada de refugiados por el extremismo religioso y la inestabilidad en ?frica u Oriente Pr¨®ximo ¡°la UE no solo se enfrenta al dilema de c¨®mo atenderlos, sino que?tambi¨¦n es objetivo de varios ataques terroristas¡±. Les chirri¨®. Incluso en aquellos meses de educaci¨®n a distancia la reducida clase coincidi¨® en la injusticia de esas palabras. Paula L¨®pez, de 18 a?os, considera que ¡°pon¨ªa la cruz¡± a ese colectivo vulnerable y esgrime que ¡°la UE deber¨ªa representarnos a todos¡±. Esther Mart¨ªn, de 17, recalca que estos discursos enfocan a quienes llegan en patera y no en avi¨®n: ¡°Es aporofobia y racismo¡±.
Las amigas quisieron actuar y, antes de nada, informarse. Mar¨ªa P¨¦rez, de 18, subraya que para conseguir cambios no basta con ¡°hablar y debatir¡±, sino intervenir con argumentos. Su compa?era Mart¨ªn remata: ¡°No somos de leer y callarnos¡±. Por eso se empollaron la Declaraci¨®n de Derechos Humanos y los valores que promulga Europa. La primera queja se la dirigieron a los responsables de la p¨¢gina, pero no hubo respuesta.
Las reclamaciones sobre este ¡°texto ofensivo y discriminatorio con los refugiados y personas de otras religiones¡±, lo remitieron a la Defensora del Pueblo Europeo, sin mucha fe, pero con la conciencia tranquila. Hasta que lleg¨® el premio: hace unos d¨ªas recibieron en su correo electr¨®nico un mensaje con la bandera azul y estrellas amarillas. La UE admiti¨® el error y cambi¨® la p¨¢gina en las 24 lenguas comunitarias. Ahora pone que ¡°la UE se enfrenta al reto de c¨®mo cuidar de ellos [los refugiados] salvaguardando al mismo tiempo su bienestar y respetando sus Derechos Humanos¡±. Ya no aluden al terrorismo. La directora de la Direcci¨®n General de Comunicaci¨®n de la Comisi¨®n Europea, Lene Naesager, les detall¨® en su escrito que los servicios de la Comisi¨®n aceptaron que ¡°la redacci¨®n previa podr¨ªa ser confusa¡±. ¡°Me complace informarle que dicho texto ha sido actualizado, en l¨ªnea con nuestra pr¨¢ctica editorial, de cara a eliminar cualquier posible conclusi¨®n que apuntase a una asociaci¨®n entre refugiados y terrorismo¡±, a?adi¨®.
Las chicas celebran que con esfuerzo por combatir las desigualdades hay resultados. ¡°Con empe?o se pueden cambiar las cosas. No necesitamos grandes pol¨ªticos, incluso desde un instituto en [la comarca de] Aliste se puede¡±, reivindican. El docente alaba el ¡°pensamiento social desarrollado¡± de esas zamoranas que le han pedido ir al Congreso de los Diputados y con quienes ha lanzado m¨²ltiples proyectos. Los carteles feministas que abundan en el instituto tienen detr¨¢s a estas adolescentes, que saltan cuando en su entorno escuchan alg¨²n comentario machista u hom¨®fobo. Mart¨ªn enumera sus preocupaciones aparte del colegio: ¡°El mundo LGTBI+, la cultura rural, el feminismo, los refugiados¡¡±. Ellas lamentan el estigma de que en los pueblos son unos ignorantes y sostienen que ¡°lo rural no es solo agricultura y ganader¨ªa¡±.
Les quedan unos meses para acceder a la universidad y presumen de la ense?anza rural: ¡°Estamos igual o m¨¢s de preparadas¡±. Mart¨ªn sopesa estudiar Derecho y Pol¨ªticas, a Paula le gusta Psicolog¨ªa y Mar¨ªa medita elegir Relaciones Laborales. Todas asumen que tendr¨¢n que abandonar sus pueblos, pero inciden en un matiz: tener la capacidad de regresar. No les gustar¨ªa que la falta de prestaciones y de servicios, como la atenci¨®n sanitaria, las sucursales bancarias o el internet precario, les impidiera elegir d¨®nde asentarse en el futuro. ¡°Aqu¨ª hay oportunidades, pero si nadie las aprovecha, se agotan¡±, sentencian. Les aterra que esta desigualdad siga afianz¨¢ndose y que ellas, esta vez, no puedan hacer nada para evitarlo.
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