La educaci¨®n c¨ªvica, asignatura pendiente en Espa?a
Los resultados de una reciente evaluaci¨®n internacional dibujan un panorama preocupante sobre los conocimientos en la materia del alumnado de la ESO
Desde finales de los 90, la Uni¨®n Europea viene recomendando a sus estados miembros que incluyan la educaci¨®n c¨ªvica en sus curr¨ªculos escolares. En el marco de sociedades democr¨¢ticas, esta educaci¨®n puede definirse como ¡°el conjunto de pr¨¢cticas educativas que conducen al aprendizaje de la ciudadan¨ªa democr¨¢tica¡± (ver ...
Desde finales de los 90, la Uni¨®n Europea viene recomendando a sus estados miembros que incluyan la educaci¨®n c¨ªvica en sus curr¨ªculos escolares. En el marco de sociedades democr¨¢ticas, esta educaci¨®n puede definirse como ¡°el conjunto de pr¨¢cticas educativas que conducen al aprendizaje de la ciudadan¨ªa democr¨¢tica¡± (ver aqu¨ª).
La preocupaci¨®n que existe en las democracias occidentales por el bajo nivel de participaci¨®n de los j¨®venes en la pol¨ªtica ¡ªespecialmente, a trav¨¦s del voto y otras formas tradicionales¡ª y, en general, los beneficios que se asume que el compromiso c¨ªvico comporta para la democracia, explican que desde instituciones comunitarias se subraye la importancia de la educaci¨®n c¨ªvica. Pero, por relevante que pueda ser, es una cuesti¨®n que habitualmente est¨¢ en la periferia de la agenda medi¨¢tica y pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs. Y cuando no es as¨ª, es debido a la controversia y batalla pol¨ªtica que genera.
Aunque eclipsada por el ¨²ltimo Informe PISA, la reciente publicaci¨®n de los resultados del estudio internacional m¨¢s importante que existe en esta materia ¡ªel Estudio Internacional sobre Educaci¨®n C¨ªvica y Ciudadana (ICCS)¡ª da la oportunidad de que gane un protagonismo distinto. Aprovecho ese componente de actualidad para reflexionar sobre dos de los retos que acucian al sistema educativo espa?ol en esta cuesti¨®n, tomando para ello ideas que desarroll¨¦ en un trabajo previo.
El primero de estos retos es precisamente cient¨ªfico. El conocimiento emp¨ªrico con el que contamos en Espa?a sobre la educaci¨®n c¨ªvica de nuestros j¨®venes y sobre el papel que en ella juegan los centros de ense?anza es muy limitado si lo comparamos con el de otros pa¨ªses de nuestro entorno. Ello imposibilita una rigurosa detecci¨®n de necesidades educativas y, consecuentemente, un dise?o cient¨ªficamente informado de medidas que persigan mejoras en esta materia. A este respecto, es de celebrar la participaci¨®n de nuestro pa¨ªs en la ¨²ltima edici¨®n (2022) del ICCS, en el que solo hab¨ªa tomado parte previamente en 2009. Ser¨ªa deseable que tanto el nuevo como los futuros gobiernos nacionales, independientemente de su signo pol¨ªtico, se comprometieran a mantener en el tiempo la participaci¨®n en esta evaluaci¨®n internacional, pues solo as¨ª podremos comparar la evoluci¨®n de la educaci¨®n c¨ªvica entre la juventud espa?ola.
El segundo reto es de car¨¢cter pol¨ªtico. Por m¨¢s a?os que acumulamos de experiencia democr¨¢tica, y al igual que ocurre con otras cuestiones de calado relativas al ordenamiento de nuestro sistema educativo, contin¨²a sin haber consenso pol¨ªtico respecto a c¨®mo integrar la educaci¨®n c¨ªvica en el curr¨ªculo escolar.
La educaci¨®n c¨ªvica es en Espa?a objeto de controversia tanto pol¨ªtica como social. La oposici¨®n que gener¨® la inclusi¨®n en la LOE (2006) de la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa y los Derechos Humanos como obligatoria es seguramente el ejemplo m¨¢s sonado, pero no el ¨²nico ni el m¨¢s reciente. Tras su eliminaci¨®n en la LOMCE por parte del gobierno de Rajoy, el primer gobierno de coalici¨®n presidido por Pedro S¨¢nchez la recuper¨® con la aprobaci¨®n de la LOMLOE, esta vez bajo el nombre de Educaci¨®n en Valores C¨ªvicos y ?ticos. Pero su recorrido queda de nuevo sujeto al signo pol¨ªtico de los futuros gobiernos, puesto que el principal partido de la oposici¨®n ha manifestado su intenci¨®n de derogarla si alcanza el poder.
Y es que, para determinados sectores sociales, la inclusi¨®n de la educaci¨®n c¨ªvica como asignatura (m¨¢s a¨²n si es obligatoria) representa una injerencia en lo que interpretan como libertad de las familias para elegir el tipo de educaci¨®n moral para sus hijos. Es m¨¢s, parte de la poblaci¨®n ve la asignatura como un medio de adoctrinamiento, discurso que se ha amplificado a partir del surgimiento de VOX. Por tanto, el reto en este sentido pasa por que los principales partidos pol¨ªticos busquen y encuentren un espacio de acuerdo de m¨ªnimos en el que la educaci¨®n c¨ªvica no sea percibida de ninguna de estas formas; un espacio en el que entiendan y hagan entender a la ciudadan¨ªa su potencial como mecanismo para la convivencia social y para la mejora y fortalecimiento de la democracia.
Es un reto que suena a ut¨®pico en el contexto de fuerte enfrentamiento pol¨ªtico y de creciente polarizaci¨®n ideol¨®gica y social en el que vivimos, pero no por ello hay que dejar de se?alarlo. ?C¨®mo y d¨®nde encontrar, pues, ese espacio de acuerdo? Ofrezco dos v¨ªas, no excluyentes entre s¨ª. La primera ¡ªla m¨¢s obvia y transitada¡ª consiste en articular estas ense?anzas alrededor de valores e ideales mayoritariamente compartidos, fundacionales o claramente vinculados a nuestro modelo social (los valores democr¨¢ticos o los contenidos en la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, entre otros). La segunda ¡ªa¨²n por explotar¡ª consiste en dotar a estas ense?anzas de un cariz no solo moral (perteneciente, por tanto, al campo de la ¨¦tica), sino tambi¨¦n, en gran medida, cient¨ªfico. ?C¨®mo? Por un lado, incluyendo en ellas conocimientos que, desde la ciencia pol¨ªtica y la sociolog¨ªa, ayudan a entender el funcionamiento de las sociedades e instituciones democr¨¢ticas y el papel que tiene la ciudadan¨ªa en ellas. Y, por otro, presentando estos conocimientos como lo que son: resultado de trabajos cient¨ªficos o conocimientos de car¨¢cter normativo.
La conveniencia de esta segunda v¨ªa se ve reforzada, adem¨¢s, por algunos de los resultados del ICCS de 2022 en sus encuestas a profesorado y a alumnado de ESO. Estos dibujan un panorama preocupante respecto a este tipo de conocimientos. Por ejemplo, solo el 38% de los estudiantes espa?oles manifiesta haber aprendido c¨®mo se ejerce el derecho al voto en elecciones locales o nacionales, cuando el porcentaje para el conjunto de los pa¨ªses participantes est¨¢ en el 54%. ?nicamente el 39% afirma haber aprendido algo sobre cuestiones de pol¨ªtica internacional, y el 15% sobre c¨®mo ser candidato en unas elecciones locales (frente, respectivamente, al 53% y al 28% del total de la muestra). Asimismo, comparativamente, los docentes espa?oles de asignaturas que incluyen contenidos de educaci¨®n c¨ªvica manifiestan abordar en clase en menor medida temas relacionados con el voto, los procesos electorales, los sistemas pol¨ªticos, la Constituci¨®n o las relaciones internacionales.
Han pasado ya m¨¢s de 25 a?os desde que la UE comenzara a poner el foco en la educaci¨®n c¨ªvica como una v¨ªa para, desde las instituciones escolares, contener la desafecci¨®n pol¨ªtica entre los j¨®venes y aumentar el compromiso c¨ªvico de las futuras generaciones de adultos. Est¨¢ en manos de la clase pol¨ªtica, en primer t¨¦rmino, crear las condiciones para prestigiar este tipo de ense?anzas y aprendizajes. En tiempos de populismos, fake news, avance de la extrema derecha y desprestigio de las instituciones pol¨ªticas, adquiere incluso m¨¢s sentido dar pasos efectivos para que, en nuestro pa¨ªs, la educaci¨®n c¨ªvica deje de ser una asignatura pendiente.
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