¡°Repet¨ª aposta para no tenerlos en clase¡±: un tercio del alumnado ha sufrido comportamientos violentos
Un estudio en el que han participado 3.200 estudiantes y medio centenar de profesores advierte de la normalizaci¨®n del discurso de odio en los centros de secundaria
¡°Hay compa?eros que vienen con miedo al instituto, gente que sufre en silencio, y nadie hace nada¡±. Un 35% de los estudiantes espa?oles de ESO y Bachillerato ha sufrido comportamientos agresivos por parte de sus compa?eros, la mitad de ellos, de forma reiterada. Un 15% de los chavales es v¨ªctima de agresiones f¨ªsicas, que van desde un empuj¨®n en el pasillo durante un cambio de clase a una patada en el pecho que acaba en el hospital, aunque son m¨¢s comunes los insultos (que ha recibido una cuarta parte), los rumores falsos y amenazas (el 21%), y ...
¡°Hay compa?eros que vienen con miedo al instituto, gente que sufre en silencio, y nadie hace nada¡±. Un 35% de los estudiantes espa?oles de ESO y Bachillerato ha sufrido comportamientos agresivos por parte de sus compa?eros, la mitad de ellos, de forma reiterada. Un 15% de los chavales es v¨ªctima de agresiones f¨ªsicas, que van desde un empuj¨®n en el pasillo durante un cambio de clase a una patada en el pecho que acaba en el hospital, aunque son m¨¢s comunes los insultos (que ha recibido una cuarta parte), los rumores falsos y amenazas (el 21%), y el aislamiento social (19%). Los maltratadores y parte de quienes los observan actuar tienden a quitarle importancia a dichas acciones o incluso las consideran bromas. A las v¨ªctimas, en cambio, suele generarles sufrimiento, que en ocasiones les resulta insoportable. El testimonio inicial, los datos y las conclusiones proceden de un amplio estudio al que ha tenido acceso EL PA?S, impulsado por la Fundaci¨®n Cotec y coordinado por investigadoras de la Universidad Complutense de Madrid, en el que han participado 3.162 estudiantes de 12 a 19 a?os de 22 centros educativos, 17 de ellos p¨²blicos y 5 concertados, de cinco comunidades aut¨®nomas: Andaluc¨ªa, Madrid, Castilla y Le¨®n, Murcia y Cantabria.
El trabajo de campo, desarrollado entre noviembre de 2022 y octubre de 2023, incluye una segunda parte basada en entrevistas a fondo y grupos de discusi¨®n de peque?o tama?o, en los que participaron, otros 48 docentes y 50 alumnos de seis institutos. Los extractos de sus declaraciones ocupan medio centenar de p¨¢ginas, del total de 129 que tiene el informe. Muchos de los testimonios reflejan, en l¨ªnea con la conclusi¨®n del estudio, coordinado por las profesoras Aurora Cuevas y Mar¨ªa Antonia Ovalle, que se est¨¢ produciendo una preocupante normalizaci¨®n de los discursos de odio ¨Dmis¨®ginos, hom¨®fobos, racistas¨D en los centros de secundaria espa?oles. Y que dicho avance encuentra, con frecuencia, una ineficaz respuesta por parte de la instituci¨®n escolar. Varios de los profesores entrevistados afirman que no disponen de las herramientas ni del tiempo necesarios para atajar, sobre todo, los casos m¨¢s graves, reclaman m¨¢s medios en los centros educativos, con la participaci¨®n de profesionales especializados como psic¨®logos y educadores sociales, y aseguran que algunas familias de adolescentes agresores rechazan intervenir o les reconocen que son incapaces de hacerlo.
Los entrevistados son identificados en el estudio con c¨®digos para preservar su identidad. El docente C3PP5 cuenta: ¡°A un chico que es de origen marroqu¨ª le llaman moro, y le hacen ruido de explosiones. Y con un chico que es mulato se meten dici¨¦ndole macaco o haci¨¦ndole gestos como si fuese un mono¡±. Y el alumno C3EP4: ¡°El maric¨®n lo llevo escuchando toda mi vida. Y en este centro m¨¢s. Ha habido ocasiones que ha pasado en una clase, y no pasa absolutamente nada. Tipo: ¡®Jaja, te llamo maric¨®n y ya est¨¢¡±. El estudiante C5EP3 explica: ¡°Una chica y un chico estaban manteniendo relaciones sexuales en un sitio. Un amigo del chaval les grab¨® y lo subieron a las redes sociales. A la chavala se le llam¨® prostituta, por as¨ª decirlo, y tuvo que cambiar del instituto, mientras que el chico se qued¨® como si fuera un rey¡±. Y la alumna C3EP6: ¡°Yo fui v¨ªctima de acoso y [en el centro] no me ayudaron nada. Repet¨ª aposta para no tenerlos en clase el a?o siguiente¡±.
Los tel¨¦fonos m¨®viles y el uso de las redes sociales, especialmente Instagram, TikTok y WhatsApp, han amplificado los problemas de convivencia escolares, concluyen muchos de los entrevistados, al ampliar el horario del maltrato y alumbrar nuevas modalidades. La profesora C7PPX recuerda que el partido que jugaron Espa?a y Marruecos en el Mundial de 2022 gener¨® problemas en los chats de clase de su centro: ¡°Lo que empez¨® como una tonter¨ªa se convirti¨® en algo serio, con muchos comentarios racistas¡±. El jefe de estudios C1PP10 intervino en un caso en el que unos alumnos suplantaron la identidad de otro en una red social. Le crearon un perfil haciendo ver que se dedicaba a la prostituci¨®n, ¡°y el chico empez¨® a recibir llamadas de contacto¡±. A la profesora C6PP3 le crearon un sticker (un tipo de imagen usada en las aplicaciones de mensajer¨ªa de los m¨®viles) poniendo una foto que le hab¨ªan hecho en clase sin permiso, con el mensaje: ¡°Peligro: feminista suelta¡±. El estudiante C3EP2 a?ade: ¡°Si a un alumno lo acosan aqu¨ª, en el instituto, es un hecho que en el m¨®vil o por redes sociales es el triple peor¡±.
El aspecto f¨ªsico
En la primera parte de la investigaci¨®n ¨Dla llamada cuantitativa, basada en encuestas a 3.162 estudiantes¨D se pregunt¨® a los alumnos que se hab¨ªan identificado como v¨ªctimas cu¨¢l dir¨ªan que fue el pretexto para iniciar la agresi¨®n. Y los chavales contestaron, con posibilidad de respuesta m¨²ltiple: su aspecto f¨ªsico (42%); motivos acad¨¦micos (20%, como sacar muy malas notas o muy buenas, o haber repetido curso); su forma de vestir (18%); su orientaci¨®n sexual (9,5%); su pa¨ªs de origen (9%); su forma de hablar (8%, como problemas en la pronunciaci¨®n, tartamudeo, tono de voz, o uso de coletillas); su familia (7%); tener alg¨²n tipo de discapacidad (5%); su religi¨®n (4%), y no hablar bien castellano (4%). Uno de los profesores entrevistados, C3PP5, dice: ¡°Un chico ha tenido una enfermedad de la que le ha quedado una peque?a secuela, y van los ni?os estos que son m¨¢s guais y tal, y le buscan motes. Lo toman como broma, pero a ¨¦l le afecta, le duele. Siempre van a por las personas m¨¢s indefensas¡±.
El 13,5% de los alumnos admiti¨® haber sido maltratador, y el 5% reconoci¨® haberlo sido de forma reiterada. El 73% de los chavales afirm¨® haber presenciado casos de maltrato. Y, de ellos (cabiendo respuesta m¨²ltiple), un 43% dijo que defendi¨® a la v¨ªctima; un 35% que se lo cont¨® a un docente o un familiar adulto; un 19,5% que no hizo nada al no considerarlo su ¡°problema¡±, y otro 12% que no actu¨® por miedo a convertirse a su vez en v¨ªctima.
En la segunda parte del trabajo, basada en entrevistas en profundidad, varias de las v¨ªctimas de maltrato aseguran haberse sentido poco apoyadas por el instituto. ¡°A los profesores tampoco les importa mucho tu vida¡±, afirma C6EP4, ¡°vienen aqu¨ª a dar clase¡±. Aunque tambi¨¦n hay testimonios distintos, como el de C5EP6: ¡°Conozco un profesor que cualquier problema que ve¨ªa, empatizaba y ayudaba todo lo que pod¨ªa. Hablando con la directora, llamando a las familias¡¡±. Los docentes entrevistados transmiten, en general, falta de confianza en la eficacia de los protocolos con los que cuentan los centros para solucionar los comportamientos agresivos y el aumento de los discursos de odio, as¨ª como de la operatividad pr¨¢ctica de la nueva figura del coordinador de bienestar, que en teor¨ªa empez¨® a funcionar en todos los centros en septiembre de 2022.
En Espa?a hay 750.000 docentes que trabajan en centros con climas internos y realidades socioecon¨®micas y culturales diversos, lo que explica que los entrevistados ofrezcan conclusiones dispares. La profesora C5PP5 dice: ¡°A m¨ª me funciona la empat¨ªa y el cari?o. Puede parecer una bobada, pero, con estos chicos, decirles: ¡®yo te aprecio y voy a ayudarte¡¯, me funciona¡±. Y la docente C3PP3 a?ade: ¡°Pienso que el profesorado no est¨¢ preparado para detener estas cosas. Y que los centros se est¨¢n poniendo a un nivel que har¨ªan falta psic¨®logos, educadores sociales, porque el tema se escapa de nuestras competencias, de nuestra formaci¨®n y de nuestro tiempo¡±.