Comunicado de los trabajadores de EL PA?S
Compa?eros y compa?eras:
?Cu¨¢ntas v¨ªctimas ha provocado ya la guerra en Irak? ?cu¨¢ntas quedan todav¨ªa por llegar?
?Realmente ha merecido la pena tanto sufrimiento y tanta devastaci¨®n? ?Realmente esta guerra no se ha podido evitar?
?Qu¨¦ se ha logrado con ello? ?Con qu¨¦ derecho nosotros, los espa?oles, nuestro gobierno, cree que ese sacrificio era y es necesario? ?Con qu¨¦ derecho disponemos de tanto dolor ajeno? ?Para garantizarnos un poco m¨¢s de seguridad en el futuro?
?Acaso esos muertos, esos heridos, no son como nosotros? ?Los hombres y mujeres que saltaron al aire desde las Torres Gemelas en llamas eran distintos de los hombres y mujeres que se queman en sus casas de dos pisos en los barrios de Bagdad?
?Acaso es posible llorar por los hijos de los guardias civiles asesinados por ETA en Zaragoza y mantenerse impasible antes los hijos de los soldados iraqu¨ªes quemados por las bombas? ?C¨®mo pueden los c¨ªnicos justificar su muerte, sus terribles heridas, a cambio de nuestra futura seguridad?
El Gobierno, el espa?ol y el norteamericano, nos dicen que los iraqu¨ªes no est¨¢n muriendo por nuestra causa o por nuestro bienestar, sino por el suyo propio, por su propia libertad. Pero nosotros tenemos memoria: ?De verdad alguien cree que los madrile?os hubi¨¦ramos apoyado el bombardeo masivo de Madrid a cambio de la libertad, de la muerte de Franco? ?Pagando con nuestros vecinos muertos?
Estos d¨ªas han muerto varios periodistas. Debemos recordales y honrales, porque son ellos, los reposteros, c¨¢maras y fot¨®grafos, la verdadera esencia de este oficio: son ellos los que nos est¨¢n permitiendo comprender la realidad de esta guerra. Recordemos a Julio Anguita Parrado y a Jos¨¦ Couso, y a los compa?eros de Reuters, y a los de la agencia Focus y a los de Al Jazira que han muerto todos, mientras ejerc¨ªan uno de los oficios que hoy d¨ªa parece m¨¢s necesario en este mundo: el simple oficio de testigo.
Y enviemos toda nuestra admiraci¨®n y apoyo a los compa?eros que siguen hoy en la brecha, especialmente a ?ngeles Espinosa, Francisco Peregil, Juan Carlos Sanz y Yolanda Monge. Propongo que el comit¨¦ sindical se ponga en contacto con ellos para trasmitirles nuestro afecto y solidaridad en la peligrosa situaci¨®n en la que se encuentran. ?ngeles, Paco, Juan Carlos, Yolanda, os agradecemos vuestro trabajo, pero sobre todo, os pedimos que teng¨¢is cuidado.
Advertir a los periodistas del peligro que corren cuando cubren una guerra no exime a los ej¨¦rcitos de uno y otro lado de su responsabilidad y de su obligaci¨®n de no considerarlos, ni a ellos ni a sus medios de comunicaci¨®n, objetivos militares.
Los periodistas espa?oles reclamamos, como nuestros colegas norteamericanos, europeos y ¨¢rabes, que se abra una investigaci¨®n independiente que determine si se han violado las leyes internacionales que protegen nuestro trabajo en zonas de guerra. Los periodistas son civiles, est¨¢n protegidos por la ley internacional y no pueden ser objetivo militar.
Yo, como los compa?eros de Parrado o Couso, me digo que no mereci¨® la pena que murieran para que nosotros pudi¨¦ramos ver unas im¨¢genes o leer el relato de lo que ocurre en las calles de Bagdad. Pero al mismo tiempo, s¨¦ que su trabajo fue necesario.
Los periodistas tienen la obligaci¨®n de ser testigos independientes de lo que ocurre, porque en nuestra sociedad la informaci¨®n p¨²blica es crucial. Es la opini¨®n p¨²blica la ¨²nica que puede influir en los pol¨ªticos, en sus planes, en sus proyectos. La ¨²nica que puede pedir cuentas a los responsables.
Por eso la informaci¨®n correo tanto riesgo de ser manipulada y acallada y por eso es tan importante que periodistas como Parrado, Couso, y otros tantos como ellos, estuvieran dispuestos a dejar su testimonio independiente. Sin ellos, las cosas ser¨ªan todav¨ªa peores.
Ojal¨¢ Sadm Husein haya muerto ya, o caiga muerto en este mismo minuto, si ello ayuda a que este guerra dure un segundo menos. Pero mientras tanto dejemos claro que este guerra no se ha hecho en nuestro nombre. Digamos bien alto, sin dejarnos amilanar, sin permitir que nos descalifiquen como ingenuos o ignorantes, lo que no quieren o¨ªr: esta guerra es matanza. Bien alto: no en nuestro nombre ni en el de los iraqu¨ªes.
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