La l¨®gica de los Estados no reconocidos de la ex URSS no depende de Kosovo ni de Mosc¨²
En los ¨²ltimos dos a?os la autodeterminaci¨®n de las rep¨²blicas no reconocidas en la ex URSS se debati¨® con m¨¢s intensidad que otros muchos problemas importantes de la pol¨ªtica mundial. Pero si antes se discut¨ªa en el marco del "discurso postsovi¨¦tico", ahora el debate ha adquirido nivel internacional y a ello han contribuido dos acontecimientos. En primer lugar hoy podemos hablar de "balcanizaci¨®n" del espacio postsovi¨¦tico y por "balcanizaci¨®n" hay que entender la utilizaci¨®n de los precedentes de Kosovo y Montenergro en la lucha por la autodeterminaci¨®n etnopol¨ªtica por parte de los l¨ªderes de Abjazia, Osetia del Sur, el Alto Karabaj y el Transdni¨¦ster. En segundo lugar, gracias al presidente ruso Vlad¨ªmir Putin se ha puesto en circulaci¨®n la tesis pol¨ªtica del "car¨¢cter universal" de la autodeterminaci¨®n ¨¦tnica, es decir, el uso de la experiencia de Kosovo en el espacio de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Justamente estos dos acontecimientos determinaron el car¨¢cter de la discusi¨®n sobre las perspectivas de las formaciones no reconocidas de Euroasia.
Adem¨¢s, si dejamos al margen las emociones (en relaci¨®n al posible fortalecimiento de Rusia en la CEI como consecuencia del hipot¨¦tico reconocimiento por parte de Mosc¨² de Abjazia o Osetia del Sur y tambi¨¦n en relaci¨®n al "arma de Kosovo" del Kremlin, dirigida contra los intereses de EEUU y la UE), se puede llegar a la conclusi¨®n de que ni el caso de Kosovo ni la voluntad del Kremlin desempe?an un papel decisivo en la determinaci¨®n del futuro de las rep¨²blicas postsovi¨¦ticas no reconocidas. Hoy se suelen contemplar las ambiciones politicas de los l¨ªderes abjazos, de Karabaj, osetios o del Trasdni¨¦ster sobre el tel¨®n de fondo de la evoluci¨®n en Kosovo. Incluso da la impresi¨®n de que est¨¢n pendientes de ¨¦sta para declarar su soberan¨ªa una vez que Kosovo proclame su independencia de Serbia. Pero la verdad es que ya lo hicieron mucho antes de que Kosovo se convirtiera en el centro de la pol¨ªtica mundial. El Trasdni¨¦ster proclam¨® su independencia de Moldavia en 1990. Lo mismo (y casi simult¨¢neamente) hizo Osetia del Sur. El Alto Karabaj celebr¨® un refer¨¦ndum sobre su soberan¨ªa el 2 de septiembre de 1991. De este modo, tres de las cuatro rep¨²blicas no reconocidas declararon su aspiraci¨®n a la soberan¨ªa nacional cuando a¨²n exist¨ªa la URSS (es decir cuando la Federaci¨®n Rusa como pa¨ªs independiente no exist¨ªa todav¨ªa). Abjazia consigui¨® una soberan¨ªa de hecho de Georgia despu¨¦s del conflicto armado con Tbilisi en 1992-1993. En aquella ¨¦poca Kosovo no influ¨ªa de ning¨²n modo en esta autodeterminaci¨®n (porque entonces la situaci¨®n all¨ª se contemplaba en el contexto yugoslavo o serbio y en ¨²ltimo extremo en el contexto de los Balcanes en general, pero no mundial) En los a?os de su soberan¨ªa de hecho todas estas formaciones han pasado por algunos ciclos electorales, fundado sus estructuras estatales de poder, aunque ¨¦stas no sean reconocidas en el mundo, e incluso sufrido el proceso de relevo de dirigentes. Adem¨¢s, estas formaciones no siempre han desempe?ado, ni mucho menos, el papel de "marionetas de Mosc¨²". Baste recordar las discusiones entre Abjazia y los dirigentes de la Federaci¨®n Rusa sobre las elecciones presidenciales de 2004 en aquella rep¨²blica no reconocida.
En lo que se refiere a Mosc¨², al Kremlin le conviene la situaci¨®n de "status quo", ya que la actual prioridad de las autoridades rusas es la estabilidad (tanto en el interior del Estado como fuera de ¨¦l). Por eso Rusia no quiere reconocer Kosovo. Aunque por l¨®gica ese reconocimiento nos abrir¨ªa la puerta para reconocer Abjazia y el Transdni¨¦ster, Mosc¨² tiene mucho m¨¢s miedo de los nuevos desafios que la autodeterminaci¨®n del Kosovo podr¨ªa llevar consigo (incluida la posibilidad de descongelar los conflictos actualmente congelados).
De este modo, Abjazia o el Alto Karabaj necesitan de Kosovo s¨®lo como instrumento para legitimar internacionalmente sus ambiciones. Simplificando, Kosovo es un modelo que les permite justificar sus acciones de hace diez o quince a?os. La situaci¨®n interna all¨ª (al igual que la din¨¢mica de las relaciones entre los serbios y los albaneses) interesa poco a los l¨ªderes de las rep¨²blicas no reconocidas de Euroasia. Tanto si Kosovo existe como si no, los l¨ªderes abjazos u osetios continuar¨¢n su lucha contra Georgia y los armenios de Karabaj contra Azerbaiy¨¢n. Para esto hay precondiciones regionales no vinculadas con la autodeterminaci¨®n de Kosovo. En primer lugar, el Estado portador (es decir los pa¨ªses que "de jure" ejercen soberan¨ªa sobre los territorios rebeldes). Por "descongelaci¨®n" en este caso entendemos el cambio de formato de regulaci¨®n del conflicto (o bien el intento de cambiar ese formato) y tambi¨¦n el anhelo de destruir (o como m¨ªnimo alterar) la base jur¨ªdica que se cre¨® para que no se reprodujeran los enfrentamientos armados. Todo empez¨® con la reanudaci¨®n de las acciones militares en la zona del conflicto osetio-georgiano (en 2004), las sanciones econ¨®micas de Moldavia y Ucrania contra el Transdi¨¦ster (2006), la negativa a mantener conversaciones entre Georgia y Abjazia (2006). A prop¨®sito, en 2007 en la zona de alto el fuego entre las fuerzas armenias y azerbaiyanas en el Alto Karabaj, los tiroteos se triplicaron (perecieron una treintena de personas). El incremento del presupuesto militar de Georgia y Azerbaiy¨¢n (mientras se habla de la posible pronta resoluci¨®n del conflicto en inter¨¦s de Bak¨² y Tbilisi) tampoco propicia la b¨²squeda de compromiso y comprensi¨®n.
Justamente los ¨²ltimos intentos de descongelar los conflictos echaron a las ¨¦lites de las rep¨²blicas no reconocidas a los brazos del Kremlin (por falta de otras opciones). Estos intentos no reciben una cr¨ªtica adecuada por parte de EEUU y la UE, pese a que objetivamente refuerzan la posici¨®n de Mosc¨² (lo que a su vez tanto tem¨ªan en Washington y Bruselas). La renuncia a un enfoque objetivo de los conflictos de Georgia, Azerbaiy¨¢n y Moldavia, el reducir la multif¨¢cetica situaci¨®n a la llamada "mano del Kremlin" y el rechazo a ver a Abjazia, Osetia del Sur o el Alto Karabaj como jugadores independientes (sujetos a la influencia de fuerzas exxteriores y no solo rusas) no ayudan a resolver dificiles problemas etnopol¨ªticos de Eurasia. Hoy muchos desear¨ªan que Mosc¨² reconociera las "regiones rebeldes". Sin embargo, cualquiera que sea el desenlace (incluso si el Kremlin se niega a apoyarlos y Kosovo nunca obtiene reconocimiento internacional) el conflicto georgiano-abjazo o armenio-azerbaiyano exigir¨¢n sus principios de regulaci¨®n. Aunque solo sea porque el factor Mosc¨² es secundario. Mosc¨² puede financiar a la ¨¦lite de las formaciones no reconocidas o puede (como sucedi¨® en 1995) declarar el bloqueo a Abjazia. El Kremlin puede "universalizar" el caso de Kosovo o puede no hacerlo. Pero mientras la ¨¦lite de las rep¨²blicas no reconocidas no est¨¦ convencida de la ventaja de una resoluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos, no se avanzar¨¢ hacia la soluci¨®n. Desde hace algunos a?os repetimos que el "caso de Kosovo es ¨²nico". Hoy lleg¨® la hora de decir "los casos de las rep¨²blicas no reconocidas de la ex URSS son ¨²nicos". Cada uno a su manera, pues ni pueden reducirse a una f¨®rmula com¨²n ni dependen demasiado del comportamiento de los kosovares ni de los expertos en tecnolog¨ªas pol¨ªticas del Kremlin.
Sergu¨¦i Marked¨®nov, jefe de la secci¨®n de problemas de relaciones internacionales del Instituto de An¨¢lisis Pol¨ªtico y Militar
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