Madrid visto desde el cerro de T¨ªo P¨ªo
Bajo un parque de Vallecas se esconden los restos de la antigua barriada de Palomeras
Es sabido que desde el parque del Cerro del T¨ªo P¨ªo se puede disfrutar de una de las vistas m¨¢s bonitas de la ciudad. Al caer el sol sobre la l¨ªnea quebrada del horizonte mucha gente se sube a lo alto de los mont¨ªculos que, dispuestos de par en par, guardan en sus entra?as los restos de las viviendas que hubo en su lugar.
Desde principios del siglo XX, al sur de Madrid se fueron asentando miles de personas que ven¨ªan a la capital a trabajar y no ten¨ªan d¨®nde parar. Seg¨²n llegaban aprend¨ªan que en las huertas de Palomeras pod¨ªan comprar una parcela de suelo r¨²stico sobre la que construir ellos mismos su hogar. As¨ª fueron creciendo con nocturnidad, escondi¨¦ndose de la autoridad, las t¨ªpicas casitas bajas de ladrillo con tejado que formaron barriadas espont¨¢neas, sin equipamientos ni servicios. Fue en los cincuenta y sesenta cuando m¨¢s inmigrantes se instalaron all¨ª. En los setenta se contaban hasta 12.000 familias, que ocupaban una superficie superior a 600 hect¨¢reas de terreno, equivalente a cinco veces el parque del Retiro.
Realojos
Lleg¨® la democracia y se produjo una intensa reacci¨®n de los vecinos. Argumentaban que la ciudad ten¨ªa pendiente con ellos una deuda social, ya que les hab¨ªa dado trabajo pero no una vivienda digna. La Administraci¨®n socialista, reci¨¦n llegada a la Comunidad de Madrid, impuls¨® entonces una gigantesca operaci¨®n de realojo que exigi¨® ingentes medios administrativos y t¨¦cnicos. Fue una aut¨¦ntica labor de ingenier¨ªa social. Primero se expropiaba el terreno sobre el que se asentaba la casa. Con el dinero recibido el propietario pod¨ªa acceder a la vivienda nueva. Una vez firmada la operaci¨®n, llegaba el d¨ªa del desalojo. En una misma ma?ana, los habitantes sacaban todas sus cosas, se acordonaba la zona y se demol¨ªa la casa. No pod¨ªan coexistir las dos viviendas ni un solo d¨ªa para evitar ocupaciones que dilataran el proceso. El piso nuevo estaba preparado para que las personas desalojadas pernoctasen esa misma noche.
El barrio de bloques en altura y grandes avenidas que es hoy Palomeras fue trazado por arquitectos y urbanistas de prestigio, que crearon un barrio entero de viviendas de protecci¨®n oficial. Uno de los que particip¨® en todo el proceso fue el arquitecto Manuel Paredes. "Yo me dediqu¨¦ al dise?o de las zonas verdes", recuerda. "La ventaja de manejar grandes trozos de ciudad es que se pueden reservar grandes espacios para equipamientos".
Sobre los escombros
Sobre la ladera que ten¨ªa que ocupar el parque del Cerro del T¨ªo P¨ªo se encontraron los escombros de una de estas barriadas que se hab¨ªa demolido, que tomaba su nombre de uno de los primeros inmigrantes que llegaron a Palomeras, un abulense que, seg¨²n cuentan, se dedicaba al reciclaje de basuras. Al otro lado, junto a la carretera de Valencia, estaban las canteras de arcilla que abastec¨ªan a las f¨¢bricas de cer¨¢mica que hab¨ªa justo debajo, en los terrenos que hoy ocupa un barrio de taxistas.
Manuel Paredes, "con muy poco dinero", model¨® los escombros y los restos de las canteras con ayuda de los bulldozers ?"para m¨ª era importante hacer una intervenci¨®n proporcionada con los medios mec¨¢nicos de que dispon¨ªa"?, transform¨¢ndolos en las suaves colinas que hoy se suben y se bajan para disfrutar de las vistas. "Mi intenci¨®n era hacer un parque que se entendiera bien para que se usara bien. Y luego estaban las preciosas vistas, que quer¨ªa que quedaran un poco veladas desde la calle. Tambi¨¦n era muy importante crear un paisaje que se pudiera utilizar desde el principio, y que luego fuera enriqueci¨¦ndose con la vegetaci¨®n. Por eso hice esas colinas recubiertas de hierba", explica el arquitecto.
Las tetas de Vallecas son un s¨ªmbolo de un impresionante proceso urbano y social que transform¨® el sur de Madrid. Esconden en sus entra?as los restos de las minas de arcilla y los desechos de las viviendas de los inmigrantes que vinieron a trabajar. Quiz¨¢s dentro de miles de a?os se conviertan en un tesoro arqueol¨®gico. Hoy forman un paisaje urbano muy singular, una sinuosa pradera, un espacio espectacular que se adue?a de todo Madrid.
El hacedor de colinas
Al arquitecto Manuel Paredes (C¨¢diz, 1940) le buscan para que firme parques con mont¨ªculos, convertidos en su se?a de identidad. "Como si fuera Gehry, o algo similar", comenta ri¨¦ndose. Y no es de extra?ar, porque este peculiar recurso paisaj¨ªstico ha resultado ser de gran utilidad. Aprovecha los escombros y las tierras que provienen de las excavaciones, ahorrando el coste de trasladarlas a vertederos autorizados. Los parques se entregan adem¨¢s listos para usar, ya que la hierba que cubre los mont¨ªculos crece enseguida. Y las colinas permiten aislar unas zonas de otras con gran eficacia, creando ambientes muy agradables, con mucha superficie verde. "Me llamaron del Ayuntamiento de Alcorc¨®n porque quer¨ªan separar el nuevo hospital del cementerio. Yo les hice las colinas, y hasta una laguna tambi¨¦n circular, y quedaron muy contentos. Ha sido posible dotar al cementerio de una cierta intimidad pese a estar en una zona de gran actividad, junto a autopistas y circunvalaciones. Y no se ve desde el hospital. Hace poco desmocharon una de las colinas y pusieron encima unos columpios, pero bueno...", cuenta Paredes.
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