Cuando no hay suficientes muertos
Y ahora, ?de qu¨¦ hablamos?
No hay suficientes muertos, no hay escenas dram¨¢ticas de individuos colaps¨¢ndose por las calles, no hay hordas desbordadas por las ciudades en busca de pan y de agua, no hay personas arranc¨¢ndose unas a otras las mascarillas, no hay linchamientos, no hay carretillas con cad¨¢veres apilados, no hay bombas ni artiller¨ªa, no hay suficiente sangre. Lo que s¨ª hay es un nuevo virus; una poblaci¨®n entre asustada y esc¨¦ptica; autoridades que, ?oh, sorpresa!, asumen el control; la megal¨®polis que cierra y se encierra; algunas decenas de muertos y m¨¢s de un millar de infectados; escuelas que bajan la cortina; unos cuantos mexicanos maltratados en un pu?ado de pa¨ªses; dos o tres declaraciones estridentes de dirigentes que est¨¢n, o pretenden estar, enojados.
La nueva influenza que se desat¨® primero y con un poco m¨¢s de fuerza en M¨¦xico que en otros lugares, ha puesto en evidencia much¨ªsimas fallas y virtudes de nuestro sistema.
La nueva influenza que se desat¨® primero y con un poco m¨¢s de fuerza en M¨¦xico que en otros lugares, ha puesto en evidencia much¨ªsimas fallas y virtudes de nuestro sistema. Y ha mostrado tambi¨¦n que cuando hay que informar de y narrar sobre una crisis anticlim¨¢tica, a los que nos dedicamos a la comunicaci¨®n todav¨ªa nos queda mucho por aprender.
Comencemos por alg¨²n lado: en M¨¦xico se decreta situaci¨®n de emergencia sanitaria a ra¨ªz de la multiplicaci¨®n de casos de enfermedad (y algunas muertes) por el virus de una influenza llamada primero porcina, despu¨¦s humana y hoy A H1N1. Aunque diversos medios ya hab¨ªan mencionado la existencia de personas infectadas con una nueva forma de influenza, fue hasta la noche del 23 de abril que el grueso de la poblaci¨®n recibi¨® el anuncio de suspensi¨®n de clases en una zona neur¨¢lgica del pa¨ªs, y la imposici¨®n de medidas sanitarias hasta entonces reservadas a otras geograf¨ªas. A la postre se suceder¨ªan nuevos anuncios, hasta llegar a la solicitud, en cadena nacional, del Presidente a todos los mexicanos: qu¨¦dense estos d¨ªas en casa para evitar contagios o la propagaci¨®n del virus. Se complica el reto: cuando un pa¨ªs se recoge, hay que ser muy creativo o hasta inventivo para tener algo que contar.
Los medios de comunicaci¨®n en M¨¦xico (y de otros lugares del mundo), nos dejamos llevar primero por la sorpresa de la noticia, y las nuevas im¨¢genes que esta produc¨ªa. Despu¨¦s vino la sospecha y el escepticismo, y hab¨ªa que cazar a las autoridades: irregularidades en las cifras, ?por qu¨¦ hasta ahora?, ?no estar¨¢n exagerando?, ?no estar¨¢n ocultando algo m¨¢s grave? Entonces pasamos al relato de la v¨ªctima: de uno de los primeros contagiados (un ni?o avispado, con buen manejo de medios) a la mujer no atendida, al empleado obligado a trabajar aun a pesar de las prohibiciones, al mexicano maltratado en China, al varado en Buenos Aires, a la familia estigmatizada por sus vecinos. Y se acentu¨® lo que -si nos lo permiti¨¦ramos nos dar¨ªamos cuenta- es una verdadera pesadilla informativa: porque en realidad no estaba pasando nada, pero los medios de comunicaci¨®n ya hab¨ªan extendido sus horarios de cobertura.
En un mundo acostumbrado a la informaci¨®n en tiempo real, al espect¨¢culo, al drama invasivo, a la estridencia, a la cacer¨ªa del sospechoso, al juicio medi¨¢tico, un lapso de tiempo detenido, de gente recogida y de virus contenido es casi un hoyo negro.
Claro est¨¢ que s¨ª suced¨ªan cosas, que el virus es real, como lo son los muertos, los enfermos, y las consecuencias funestas de todo esto en la econom¨ªa y la vida de los afectados (incluido al pa¨ªs como tal). Pero en t¨¦rminos del espect¨¢culo medi¨¢tico, no hab¨ªa nada sustantivo con qu¨¦ llenar las horas y horas de transmisi¨®n radiof¨®nicas, los programas especiales de la televisi¨®n, los suplementos de los impresos. Cierto, los medios fueron ¨²tiles para no provocar p¨¢nico ni incitar a la desobediencia.
Pero al paso de los d¨ªas, la imposibilidad de tratar la "nada" se hizo evidente en la reiteraci¨®n informativa, la multiplicaci¨®n de las historias victimistas, el auto-encumbramiento de algunos comunicadores como salvadores de los agraviados (antes de que nuestro Presidente nos proclamara salvadores de la humanidad). Los medios impresos, en sus versiones online, tambi¨¦n sufrieron el encuentro con la "nada": la actualizaci¨®n minuto a minuto no arrojaba datos sustantivos, porque no los hab¨ªa. Ser¨¢ tal vez, parafraseando a Kundera, que la historia estaba en otra parte.
A¨²n hoy, cuando empieza a quedar un poco m¨¢s clara la magnitud de la crisis, seguimos enganchados en la narrativa victimista y en el vicio de atrapar la declaraci¨®n del funcionario para encabezar con eso la nota. Toca tal vez comenzar otra labor, la del reportero que sigue los hilos de la historia; la del periodista de investigaci¨®n que es capaz de usar y cruzar bases de datos e interrogar la realidad m¨¢s all¨¢ de su inmediata percepci¨®n; la del trabajo colaborativo, que debiera ser propio del periodismo de estas ¨¦pocas enredadas y que permita contrastar hip¨®tesis, compartir enfoques y completar mosaicos. Me temo, sin embargo, que se impondr¨¢ el h¨¢bito, voltearemos a ver el siguiente esc¨¢ndalo y nos sumiremos en las declaraciones, las v¨ªctimas y los verdugos en turno. Servir¨¢ todav¨ªa de escudo la convicci¨®n de que los lectores y la audiencia ah¨ª siguen. Mientras sigan, claro est¨¢.
Algunos se?alan ya que los verdaderos ganadores de esta complejidad comunicativa fueron las redes sociales y la dimensi¨®n dialogante de Internet. No lo s¨¦, pero supongo que m¨¢s que un tipo de medio, lo que termina ganando es un interesante equilibrio en donde la imposibilidad de los medios tradicionales por abordar esta nada tan peculiar, se remedia con la recuperaci¨®n de las voces individuales, que dialogan en la Red y fuera de ella, para darle sentido a una historia que est¨¢ m¨¢s all¨¢, o en otra parte .
Cuando no hay suficientes muertos para nuestra tradicional forma de narrar e informar, estamos obligados a ser capaces de encontrar otra.
Gabriela Warkentin es Directora del Departamento de Comunicaci¨®n de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de M¨¦xico; Defensora del Televidente de Canal 22, uno de los dos canales de televisi¨®n p¨²blica en M¨¦xico; y conductora de radio y TV.
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