Preso por equivocaci¨®n
Un guineano pas¨® 15 meses encarcelado en Valencia despu¨¦s de que un compatriota suplantase su identidad ante los polic¨ªas que le sorprendieron vendiendo droga
Estaban los presos del m¨®dulo 23 de la c¨¢rcel de Picassent leyendo los peri¨®dicos en el patio, comentando la programaci¨®n de la televisi¨®n y las noticias de sucesos, cuando Mauricio Mua?ache, un guineano apodado El Rastas, se acerc¨® a un grupo de albano-kosovares y dijo: "Yo soy inocente. Estoy aqu¨ª por un error". Las risas se escucharon al otro lado de los muros. "Aqu¨ª todos somos inocentes, amigo", le contest¨® uno de los reclusos. Hubo muchas bromas. Mua?ache se durmi¨® esa noche de julio de 2008 pensando que nadie le cre¨ªa.
Pero Mauricio Mua?ache estaba diciendo la verdad. Hab¨ªa ingresado en prisi¨®n por un delito que no cometi¨®. Otro guineano, Domingo Modoelo, suplant¨® su identidad cuando le detuvieron por tr¨¢fico de drogas en un descampado de Valencia, y al a?o, cuando el juez decret¨® una orden de busca y captura, apresaron a Mauricio. Estuvo un a?o en Picassent proclamando su inocencia, y al confirmar el Supremo los cuatro a?os de reclusi¨®n a los que hab¨ªa sido condenado se declar¨® en huelga de hambre. A los 35 d¨ªas de ayuno, esquel¨¦tico y p¨¢lido, con 17 kilos menos, vio c¨®mo los funcionarios de la prisi¨®n exig¨ªan a la polic¨ªa que cotejara las huellas del tipo que detuvieron en el descampado y que dijo llamarse Mauricio Mua?ache con las de este hombre que se proclamaba inocente. Y en efecto: las huellas no coincid¨ªan. Quince meses despu¨¦s de entrar en prisi¨®n, Mauricio fue puesto en libertad.
Los funcionarios del penal impulsaron una investigaci¨®n despu¨¦s de que el recluso pasara 35 d¨ªas en huelga de hambre
Son las once de la ma?ana. Desde la ventana del despacho de Miguel ?ngel Mart¨ªnez, director adjunto de la prisi¨®n, se puede ver la alambrada y los altos muros. Mart¨ªnez lleva bajo el brazo el historial de Mauricio Mua?ache. Ah¨ª aparece un documento escrito con letra redonda y grande, como la de un ni?o, una solicitud de h¨¢beas corpus que el guineano escribi¨® al poco de llegar a la prisi¨®n: "Que debido a un error inimaginable de la polic¨ªa me encuentro en prisi¨®n por no comprobar mis huellas con las del delincuente que cometi¨® el delito y suplant¨® mi identidad. Est¨¢ en libertad y yo estoy secuestrado". El juez lo deneg¨® porque el h¨¢beas corpus se aplica a detenidos y no a condenados, como era el caso de Mauricio.
Entre la gran pila de papeles tambi¨¦n se refleja la huelga de hambre que Mauricio comenz¨® hace dos meses. Estuvo 35 d¨ªas sin comer. El m¨¦dico escribi¨® entonces un informe en el que aseguraba que la versi¨®n que daba Mauricio parec¨ªa coherente. Mart¨ªnez, el director adjunto, visit¨® un viernes a Mauricio y sali¨® de la enfermer¨ªa convencido de que ¨¦ste dec¨ªa la verdad.
Se paraliz¨® entonces su traslado a la c¨¢rcel de Topas (Salamanca), donde iba a cumplir la condena. Los funcionarios de la prisi¨®n contactaron con los juzgados y la polic¨ªa para encontrar la ficha de aquella identificaci¨®n. Apareci¨®, y, tras comprobar las huellas, se demostr¨® que Mauricio no era el mismo individuo que hab¨ªa sido detenido vendiendo droga. Qued¨® libre al viernes siguiente.
Nadie se atribuye el fallo. Juan Eduardo Sendra de la Bona, el abogado de oficio que asisti¨® a Mauricio cuando fue detenido, no quiere saber nada. "No tengo nada que decir", declara. La polic¨ªa, por su parte, ha abierto una investigaci¨®n, pero no reconoce que haya sido un error suyo. "Est¨¢ por ver de qui¨¦n es la responsabilidad", explica un portavoz de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Valencia.
Mauricio no es un tipo cualquiera. S¨®lo hay que verlo bajar por la calle principal de Xirivella (Valencia), donde vive con unos familiares desde que fue puesto en libertad. Ya no se parece a ese chico melenudo que figura en las fichas policiales. Ahora lleva el pelo corto, gafas y una bandolera llena de papeles. Nacido el 23 de septiembre de 1974 en Bata (Guinea Ecuatorial), pronto se interes¨® por el islam y a punto estuvo de obtener una beca para estudiar religi¨®n en Arabia Saud¨ª. Acab¨® en Madrid en 1998 y se puso a trabajar en el montaje de estructuras met¨¢licas en obras. Despu¨¦s se traslad¨® a Valencia. Hasta ah¨ª una vida normal. Fue entonces cuando tuvo problemas con su pareja, cogi¨® una baja en el trabajo y frecuent¨® unas compa?¨ªas que no le hac¨ªan mucho bien. Supo lo que es el crack y los descampados a las tantas de la ma?ana.
En medio de todo esto conoci¨® a Domingo Modoelo, un compatriota que pasaba tambi¨¦n por una mala racha. Mua?ache incluso le dej¨® vivir en su casa hasta que "levantara cabeza". Cierto d¨ªa, por la zona de Las Ca?as, un supermercado de la droga en Valencia, dos agentes pidieron a Mua?ache que se identificara. Se palp¨® los bolsillos y descubri¨® que no llevaba su documentaci¨®n. Los agentes le registraron, le encontraron una navajita, de menos de ocho cent¨ªmetros, en el bolsillo del pantal¨®n y le dijeron que le llevar¨ªan a la comisar¨ªa para identificarle y ponerle una sanci¨®n administrativa. Mauricio discuti¨® con los polic¨ªas y ¨¦stos se lo llevaron por la fuerza. Los polic¨ªas alegan que Mauricio les amenaz¨® por el trayecto y que golpe¨® a una agente en el costado. "Eso no es cierto. Conmigo se pasaron dos pueblos. ?S¨®lo por esa navajita se li¨® lo que se li¨®?", se pregunta Mauricio. El caso es que le acusaron de atentado contra la autoridad y fue condenado a dos a?os y seis meses de c¨¢rcel. Tambi¨¦n a pagar 200 euros por la agresi¨®n a una agente. Su abogado de oficio en este caso, Luis S¨¢ez Mart¨ªnez, ha recurrido la sentencia porque cree que la condena es "desproporcionada e injusta".
La segunda detenci¨®n y por la que ingres¨® en prisi¨®n no se produjo muy lejos de la anterior. El juez decret¨® su prisi¨®n el 14 de marzo de 2008 por un delito contra la salud p¨²blica. "Yo dije que s¨ª, que yo era Mauricio Mua?ache, pero que yo no hab¨ªa sido detenido por vender droga. Pero ah¨ª estaba mi nombre, dos agentes que me detuvieron y un chico que dec¨ªa que yo le hab¨ªa vendido droga. No entend¨ªa nada", dice Mauricio. Ya en prisi¨®n preventiva, le condenaron el 2 de mayo a cuatro a?os de internamiento. Cuando llevaba un mes en prisi¨®n, se abrieron las puertas del m¨®dulo y por ellas entr¨® Domingo Modoelo, el mismo compatriota con el que hab¨ªa compartido piso. Mauricio y Domingo llegaron a compartir celda. Hasta que Mauricio vio un d¨ªa el expediente policial de su amigo y descubri¨® que en varias detenciones Domingo hab¨ªa usado su nombre. "Ah¨ª me di cuenta de todo, ten¨ªa mis sospechas, pero a partir de ah¨ª supe que al que hab¨ªan detenido vendiendo droga era a ¨¦l", explica Mauricio. Y cuenta que en este tiempo le rog¨® decenas de veces que dijese la verdad, que lo contase todo. "?l no quer¨ªa".
Un polic¨ªa experto en extranjer¨ªa cuenta que no es extra?o que inmigrantes indocumentados se intercambien la identidad "para enredar a la polic¨ªa". "Buscan confundir y que las causas queden en nada", explica. Mua?ache niega haber intercambiado su identidad con alguien: "Al rev¨¦s, me la suplantaron", proclama.
El Tribunal Supremo le ratific¨® la condena en mayo pasado. Entonces, Mauricio record¨® que los desesperados iniciaban huelgas de hambre. Se puso a ello. Aguant¨® 35 d¨ªas. Los funcionarios de Picassent creyeron su historia y solicitaron la ficha de aquella detenci¨®n por la que el guineano estaba condenado. No eran sus huellas, ¨¦l no era el tipo al que cre¨ªan haber detenido. Era viernes 19 de junio. Mauricio Mua?ache era un hombre libre.
Ha pasado casi un mes desde aquello. Mauricio asegura estar dispuesto a empezar una nueva vida y olvidar los 15 meses que pas¨® preso por un delito que cometi¨® otro.
'Preso por equivocaci¨®n' es un reportaje del suplemento Domingo del 12 de julio de 2009
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