Per¨², el primer reportaje (II)
Aquel reportaje sobre los quechuas de Per¨² se fragu¨® gracias a un encuentro casual. La casualidad est¨¢ detr¨¢s de muchas buenas historias. Uno de mis amigos llevaba un paquete que su familia enviaba a un misionero murciano que llevaba toda la vida trabajando con comunidades campesinas en las monta?as cercanas a Cusco. Se llamaba Quino Meseguer. Me fui con mi amigo a buscar al misionero y aquel encuentro cambi¨® muchas cosas. Cambi¨® mi percepci¨®n sobre el mundo duro y cruel de los desheredados de la tierra, sobre aquellos campesinos quechuas que malviven en una de las tierras m¨¢s inh¨®spitas del planeta, a 4000 metros de altitud. Cambi¨® mi percepci¨®n sobre algunos miembros de la iglesia cat¨®lica, como Quino Meseguer, que s¨ª que dan su vida por los dem¨¢s (y no por una poltrona como Rouco Varela). Y cambi¨® mi relaci¨®n con aquel misionero menudo, nervioso, vivaracho y din¨¢mico que m¨¢s que a rezar a lo que ense?aba a sus ni?os de Huasampata era a lavarse las manos antes de comer para no coger infecciones, a canalizar el agua potable, a que los maridos no bebieran y no le pegaran sus mujeres, a que los ni?os estudiaran: al final emparentamos. Result¨® que en el grupo de viajeros ven¨ªa mi hermana; al final del viaje Quino nos entreg¨® otro paquete para llevarlo a su familia en Murcia. Mi hermana fue la encargada de cumplir el mandando. Fue entonces cuando conoci¨® al sobrino de Quino Meseguer, se enamoraron y se casaron. Moraleja: el destino es as¨ª de canalla.
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