El asesino asesinado
Una venganza, posible origen de la muerte a tiros de Tom¨¢s Ruiz, Tomas¨ªn, un delincuente acusado de cinco homicidios, y de dos personas que estaban con ¨¦l cerca del penal de El Dueso
Desde el pasado mi¨¦rcoles, una peque?a y discreta cruz de madera en el cementerio de Ciriego de Santander, con las iniciales TRF, se?ala la tumba de Tom¨¢s Ruiz Fern¨¢ndez, Tomas¨ªn, un sanguinario delincuente, carente de empat¨ªa por el sufrimiento ajeno, que vivi¨® m¨¢s de la mitad de sus 55 a?os entre rejas. Dej¨® tras de s¨ª tanto dolor que faltan dedos en las manos para contar a quienes ten¨ªan motivos para matarle. ?Una venganza?
La ma?ana del pasado lunes, Tomas¨ªn estaba en el interior de una Renault Trafic blanca, acompa?ado por otras dos personas, a un centenar de metros de la puerta de la prisi¨®n de El Dueso de Santo?a (Cantabria). Ruiz Fern¨¢ndez, que se gan¨® su mala fama a pulso tras matar a cinco personas en un permiso penitenciario en los a?os ochenta, se dispon¨ªa a regresar a la c¨¢rcel despu¨¦s de otro permiso. Le quedaban unos meses de condena. Lo que no ten¨ªa previsto es que un individuo se bajara de un veh¨ªculo de gran cilindrada, se acercara a la ventanilla y vaciara el cargador de su arma, acabando con su vida y la de sus dos acompa?antes (Isidoro Cuerno Luceo, Isi, de 43 a?os, un delincuente con m¨²ltiples antecedentes, y su pareja, Mar¨ªa Jes¨²s Fern¨¢ndez, de 45). El asesino sab¨ªa que Tomas¨ªn regresar¨ªa ese lunes a la prisi¨®n y opt¨® por no dejar testigos de lo que toda Cantabria interpreta como una venganza.
"Me alegro much¨ªsimo de que est¨¦ muerto", se?ala la hermana de Sixto Franco, una de las v¨ªctimas del criminal
"Mi madre muri¨® porque estaba donde no deb¨ªa de estar", se?ala la hija de la mujer acribillada a balazos
Informes psiqui¨¢tricos perfilan en Tomas¨ªn el rostro de un psic¨®pata irreversible con car¨¢cter explosivo
Por el lugar del triple asesinato pasan muchos funcionarios de prisiones y cerca hay un cuartel de la Guardia Civil
Quienes ten¨ªan motivos para temer a sus ataques de ira, respiran ahora aliviados y los familiares de sus v¨ªctimas no esconden que no quer¨ªan verle morir de viejo. "Me alegro much¨ªsimo de que est¨¦ muerto", se?ala la hermana de Sixto Franco, una de sus v¨ªctimas de los a?os 80. S¨®lo cuatro personas, entre ellas su madre, Mar¨ªa Teresa, y un empleado de la funeraria, escucharon al cura orar por el alma de Tomas¨ªn durante su entierro. No hubo esquela en la prensa con su nombre ni tampoco velatorio.
A pesar de que su familia no es de or¨ªgenes modestos -su madre viv¨ªa en un barrio de clase media en el centro de Santan-der-, Tomas¨ªn descubri¨® su afici¨®n por el crimen bastante joven. Ingres¨® por primera vez en prisi¨®n, con veintitantos a?os, a mediados de los 70. Acumulaba al menos 21 delitos en su contra cuando fue condenado en 1989 por su crimen m¨¢s sanguinario, el que le coron¨® como uno de los protagonistas de la cr¨®nica negra del Santander de aquellos a?os, una ciudad marcada por los estragos de la hero¨ªna, las pugnas entre camellos y los robos de sus consumidores: a finales de 1985, aprovech¨® un permiso penitenciario navide?o para fugarse y volver a las andadas; en los cuatro meses que anduvo libre, dio muerte a cinco personas.
Los dos primeros asesinatos se debieron, seg¨²n relata la sentencia, a que estaba molesto con la prostituta Mar¨ªa Violeta Puente Gonz¨¢lez y su novio heroin¨®mano, Sixto Franco, porque no le devolvieron el dinero tras quedarse insatisfecho de los servicios sexuales de la meretriz. El 2 de febrero de 1986, fue a buscarles acompa?ado por su c¨®mplice habitual de entonces, Francisco Jos¨¦ Hidalgo, Butati, a la esquina donde Mar¨ªa Violeta sol¨ªa hacer la calle. Les convencieron de que subieran con ellos al coche para ir a pillar caballo (hero¨ªna). Al llegar a un lugar solitario en la zona de Cueto (Santander), Tomas¨ªn y su colega Butati desenfundaron, respectivamente una pistola de la marca Star, modelo BM, y una Smith&Wesson, dispararon sobre sus v¨ªctimas y a continuaci¨®n les remataron en el suelo.
Al d¨ªa siguiente, Tomas¨ªn y Butati volvieron a derramar sangre: acompa?aron a Pedro Grande y Miguel Moreno en un trayecto en coche por la localidad c¨¢ntabra de Mogro cuando, por motivos que el fallo judicial no logra aclarar, la emprendi¨® a tiros contra ambos. Butati y otro amigo ayudaron a prenderle fuego al veh¨ªculo con los cad¨¢veres dentro. Aunque la sentencia no va demasiado lejos sobre el desencadenante de las cuatro muertes, recalca que "no se puede excluir que hubiese otro motivo a tal resentimiento, que no consta acreditado". Durante el juicio cobr¨® importancia la hip¨®tesis de un ajuste de cuentas en torno al robo de una joyer¨ªa en Reinosa realizado en 1985. Tomas¨ªn, al parecer, no qued¨® satisfecho con el reparto del bot¨ªn. Esto pudo desencadenar la espiral de violencia.
Se le atribuye una quinta muerte durante su prolongado permiso, muy ilustradora del personaje y su total desapego por la vida humana. El 29 de marzo de 1986 entr¨® en el bar Pic-nic de Santander, acompa?ado por dos amigos. Pidi¨® champ¨¢n con ese af¨¢n exhibicionista que los psic¨®logos detectaban en sus informes y se tom¨® muy a mal que la camarera dudara de su solvencia. Tanto que Tomas¨ªn pidi¨® ver al due?o. Guillermo Castillo G¨®mez, de 71 a?os, propietario del local, se acerc¨® a la mesa sin saber lo que le esperaba y recibi¨® un tiro. Muri¨® desangrado unos minutos despu¨¦s.
Tomas¨ªn fue detenido el 1 de abril de 1986 despu¨¦s de otro de sus ataques de ira. A las diez de la noche entr¨® en el bar La Bolera de Laredo, pidi¨® una copa y se puso a jugar a los bolos lanzando las bolas de hierro al aire como si inventara las reglas de su propio juego. El due?o, Jes¨²s Losada, le dijo que as¨ª no pod¨ªa seguir y apag¨® las luces del local para impedirle que siguiera jugando. Tomas¨ªn respondi¨® primero con insultos y amenazas. Sali¨® un momento del local y volvi¨® empu?ando una pistola. "Pues s¨ª, me quer¨ªa matar porque ya no quer¨ªa dejarle jugar", rememora Losada. Se acerc¨® al propietario y apret¨® dos veces el gatillo. El azar quiso que el arma se encasquillara y que los presentes en el local pudieran derribarle y atarle con una cuerda hasta que lleg¨® la Guardia Civil.
Desde que supo que Tomas¨ªn hab¨ªa muerto el lunes en un tiroteo, Losada vive m¨¢s tranquilo: el criminal ten¨ªa entre sus aficiones en la c¨¢rcel enviar cartas a algunos de los que estaban en su lista negra para recordarles que segu¨ªa all¨ª y que podr¨ªa vengarse en cualquier momento. "Recib¨ª una de esas. Me acusaba de hab¨¦rmelo inventado todo, dec¨ªa que mi declaraci¨®n era una paranoia", recuerda.
Demasiada gente quer¨ªa ver bajo tierra a Tomas¨ªn. Durante el juicio en su contra por los cr¨ªmenes de Cueto y Mogro, algunos familiares de Grande y Moreno le prometieron que habr¨ªa venganza, seg¨²n asegura un testigo: "Le dijeron que estaba condenado, que no se iban a olvidar. Y esa gente no olvida".
Tomas¨ªn nunca reconoci¨® sus cr¨ªmenes. Aunque su aseada apariencia disimulaba los demonios que llevaba dentro, cuando beb¨ªa se volv¨ªa incontrolable. Los informes psiqui¨¢tricos perfilan el rostro de un psic¨®pata irreversible con car¨¢cter explosivo, pero consciente de sus actos. Una personalidad inmadura con af¨¢n de notoriedad. A pesar de que tener claros rasgos psicop¨¢ticos, estos no alteraban sus escasas facultades intelectuales (ten¨ªa un coeficiente de 89). Sab¨ªa distinguir entre el bien y el mal, pero optaba por lo segundo. Era, seg¨²n quienes le trataron, capaz de jurar, mir¨¢ndote a los ojos, que todo era un montaje de la polic¨ªa, minutos despu¨¦s de haberse limpiado la sangre de sus v¨ªctimas. Simulaba creerse sus propias mentiras y se negaba a que su defensa intentara declararle incapacitado. "Yo soy capaz y consciente", sol¨ªa replicar. El abogado que le defendi¨® entonces explica que qued¨® tan marcado por la situaci¨®n que opt¨® por dejar el Derecho Penal y dedicarse a otras ramas jur¨ªdicas.
Era un hombre que s¨®lo entend¨ªa el lenguaje de la crueldad y la fuerza, incapaz de distinguir entre ser respetado y ser temido. Sol¨ªa vestir bastante bien, tanto que el fiscal que le acus¨® de los cr¨ªmenes de Cueto y Mogro lleg¨® a contar: "Si me dices que ese tipo est¨¢ tomando una copa con mi hija, a primera vista me quedar¨ªa tranquilo". No consum¨ªa drogas y hac¨ªa deporte.
Las declaraciones de sus compinches, Agust¨ªn Fern¨¢ndez y Artemio Alonso, resultaron fundamentales para atar cabos y condenarle. Alonso terminar¨ªa desdici¨¦ndose y atribuyendo sus primeras palabras a un compl¨® de la polic¨ªa en su contra. Fern¨¢ndez pag¨® aun m¨¢s caro su confesi¨®n y muri¨® durante una dur¨ªsima reyerta en la c¨¢rcel de Nanclares de Oca (?lava).
Tras pasar por varios penales, Tomas¨ªn regres¨® a?os atr¨¢s al de El Dueso, en su Cantabria natal, donde sol¨ªa recibir visitas de su madre (su hermana nunca quiso saber nada de ¨¦l). Los a?os de c¨¢rcel y aislamiento terminaron doblegando su car¨¢cter. Seg¨²n fuentes penitenciarias, en los ¨²ltimos meses ya no se relacionaba pr¨¢cticamente con nadie, daba paseos solitarios por el patio y cumpl¨ªa religiosamente sus obligaciones para reducir su condena. Estaba en r¨¦gimen de segundo grado, le quedaba menos de un a?o para salir y en sus anteriores permisos se dedic¨® a visitar a su madre y volver puntualmente cuando ¨¦stos hab¨ªan vencido.
El viernes 16 de octubre, sin que se sepa por qu¨¦, opt¨® por no volver al penal. Fue su propia madre la que termin¨® convenci¨¦ndole de que volviese, con la esperanza de que, al salir, se fuera con ella a residir a Santander. "?l viv¨ªa por y para Mar¨ªa Teresa. Con ella se transformaba en un ni?o. Si iba a volver a prisi¨®n, era para no disgustarle a ella", se?ala alguien que le conoci¨® de cerca en los ¨²ltimos a?os. Adem¨¢s, los tres d¨ªas de retraso no habr¨ªan tenido grandes consecuencias. Como mucho, su salida de prisi¨®n se habr¨ªa alargado unos meses.
A las 9.40 del pasado lunes, Tomas¨ªn esperaba a un centenar de metros de la prisi¨®n, en el interior de una furgoneta donde acabar¨ªa muriendo junto a su amigo Isi y a Mar¨ªa Jes¨²s Fern¨¢ndez, madre de dos hijas y abuela. En teor¨ªa, ten¨ªa que esperar hasta las 10 de la ma?ana para poder entrar en la c¨¢rcel. El lugar no era el m¨¢s propicio para un asesinato: hay un cuartel de la Guardia Civil en los alrededores y por la carretera de acceso pasan constantemente funcionarios camino de la prisi¨®n.
"Yo hab¨ªa quedado con mi madre a las 11.30 y cuando le llam¨¦ para ver d¨®nde estaba, me cogi¨® el m¨®vil uno de la Polic¨ªa Judicial", relata la hija de la fallecida, de 26 a?os y de nombre Mar¨ªa Jes¨²s. "Le hab¨ªa conocido apenas unos d¨ªas antes de todo esto. Dec¨ªa que parec¨ªa un buen tipo. Mi madre siempre se cree que puede ayudar a todo el mundo", resalta.
La difunta Mar¨ªa Jes¨²s trabajaba en el pub Cycles de Santander, situado en un barrio popular de la capital c¨¢ntabra. Es un local en el que coexisten, seg¨²n un cliente habitual, "j¨®venes fumadores de porros que s¨®lo quieren liarse un canuto mientras ven el partido con personajes oscuros que no sabes la historia que llevan detr¨¢s". Entre ellos estaba Isi, con varios delitos violentos a sus espaldas, con el que su madre manten¨ªa alguna relaci¨®n sentimental desde hace unas semanas. "Mi madre no sab¨ªa nada de lo que esa gente ten¨ªa detr¨¢s. Sab¨ªa que hab¨ªan estado en la c¨¢rcel, pero no se imaginaba en lo que pod¨ªan estar metidos", a?ade la hija. En torno a la media noche -no queda claro si Isi y Tomas¨ªn estuvieron con ella en el bar-, Mar¨ªa Jes¨²s termin¨® su turno y, previsiblemente, se reuni¨® con Isi.
"No ten¨ªa previsto dormir en casa esa noche; yo hab¨ªa quedado con ella al d¨ªa siguiente para que me acompa?ara a pagar la matr¨ªcula de un curso", prosigue Mar¨ªa Jes¨²s. Hastiada de leer todo tipo de conjeturas sobre por qu¨¦ falleci¨® su mam¨¢, la hija precisa: "Mi madre estaba rodeada de mierda, pero no estaba metida en nada. Era una trabajadora m¨¢s, que llegaba justito a fin de mes pagando el alquiler y se desviv¨ªa por sus hijas y su nieta. No hay m¨¢s. Muri¨® porque estaba donde no deb¨ªa", a?ade Mar¨ªa Jes¨²s, quien como casi todo el mundo, tiene m¨¢s preguntas que respuestas sobre lo ocurrido.
La investigaci¨®n, a cargo de la Polic¨ªa Judicial de la Guardia Civil, por orden del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 1 de Santo?a, intenta esclarecer los hechos. El instituto armado baraja como hip¨®tesis que el pistolero actu¨® acompa?ado por, al menos, un conductor. Varios testigos vieron huir un veh¨ªculo de gran cilindrada a toda velocidad de la zona. La clave de todo, seg¨²n fuentes policiales, es determinar qui¨¦n y c¨®mo dio el aviso al pistolero -no se descarta que un sicario haya sido contratado para ejecutar el crimen- de que su v¨ªctima estar¨ªa el lunes por la ma?ana en la puerta del penal.
'El asesino asesinado' es un reportaje del suplemento 'Domingo'
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