Laicismo de Estado a la mexicana
En M¨¦xico se requiere un Estado laico moderno y eficiente que tutele el derecho de creencia de todos y particularmente de las minor¨ªas
M¨¦xico es un estado laico, aunque ahora nos demos cuenta de que el art¨ªculo 40 de la Constituci¨®n, que define la naturaleza del Estado, no lo contempla. La cultura del laicismo est¨¢ bastante bien arraigada en M¨¦xico. Somos el segundo pa¨ªs m¨¢s laico del mundo, s¨®lo despu¨¦s de Francia, a pesar de ser una poblaci¨®n con una gran pr¨¢ctica religiosa. Eso se le debemos a una educaci¨®n centralizada por el Estado y que, esa s¨ª, es constitucionalmente laica y gratuita. Lo de gratuita es slogan publicitario, porque a fin de cuentas la pagamos con nuestros impuestos. Pero, con sus diferencias en las diversas regiones, en el pa¨ªs la educaci¨®n laica se mantuvo como un valor esencial en la construcci¨®n de la patria, y si bien no aprendimos mucho de matem¨¢ticas ni de qu¨ªmica, s¨ª aprendimos que la Iglesia y el Estado bailaban en pistas diferentes. El Estado laico mexicano naci¨® m¨¢s como un laicismo de Estado, esto es, una visi¨®n laica de las pol¨ªticas p¨²blicas impuestas desde el Estado y reforzadas en la educaci¨®n que permiti¨® establecer un laicismo b¨¢sico y universal.
A ra¨ªz de las modificaciones a la Constituci¨®n hechas por el ex presidente Carlos Salinas qued¨® definido que iglesias y Estado pod¨ªan bailar en la misma pista, pero no entre ellos. Se reconoci¨® el derecho de las iglesias a existir, pero con restricciones en cuanto a su participaci¨®n pol¨ªtica. Lo importante para estas, sobre todo la Cat¨®lica, mayoritaria en M¨¦xico, era que las dejaran bailar en la pista de las instituciones reconocidas. Una vez dentro se volvi¨® realmente dif¨ªcil controlar cu¨¢les movimientos son aceptados y cu¨¢les no; cu¨¢les son pasitos normales y cu¨¢les cachondeos. De 1994 para ac¨¢ las discusiones son si la declaraci¨®n de tal obispo viola o no la disposici¨®n de la ley; o si los curas pueden opinar o no sobre asuntos electorales; o si un monja que hace promoci¨®n popular est¨¢ haciendo pol¨ªtica o evangelizaci¨®n (como si fueran cosas distintas).
El laicismo tiene una funci¨®n central dentro de una democracia: asegurar el derecho de creencia de cualquier ciudadano. El Estado laico no existe pues, como lo consideran algunos ministros de culto, para inhibir el derecho de los creyentes a participar como tales en las funciones del Estado, sino para asegurar el derecho de todo ciudadano a creer y practicar el rito religioso que se le antoje: los de la iglesia mayoritaria y los de los cultos m¨¢s peque?os y extra?os. Para que esto pueda suceder el Estado debe ser laico, y las leyes e instituciones que de ¨¦l emanan deben ser y actuar desde un marco de referencia laico.
El discurso es sin duda mucho m¨¢s sencillo que la pr¨¢ctica, pues en la vida cotidiana las instituciones del Estado y las de las iglesias se rozan permanentemente en la pista de baile y en ocasiones hasta obscenamente. El crecimiento de nuevas creencias y las nuevas formas de creencia plantean todos los d¨ªas dilemas que van m¨¢s all¨¢ de los discursos hechos desde el p¨²lpito.
Uno de los grandes temores de la llegada del derechista Partido Acci¨®n Nacional a la presidencia de la Rep¨²blica era c¨®mo se iba a comportar en relaci¨®n con el Estado laico. Nueve a?os despu¨¦s la experiencia ha sido m¨¢s bien positiva. Qued¨® demostrado que el laicismo est¨¢ bastante bien arraigado en las instituciones del Estado. La prueba de fuego fueron las pol¨ªticas de salud impulsadas por el gobierno de Vicente Fox. La inclusi¨®n de la p¨ªldora del d¨ªa siguiente en el cuadro b¨¢sico de medicinas era un tema delicado y en el que la iglesia Cat¨®lica cabilde¨® y presion¨® para que no pasara, y sin embargo pas¨® sin mayores sobresaltos y como una decisi¨®n de Estado. El contenido de la educaci¨®n sexual ha sido y seguir¨¢ siendo un campo de batalla entre Iglesia y Estado. Sin embargo, las mismas pol¨ªticas de libertad de los maestros en la selecci¨®n de textos, impulsada por los gobiernos panistas, se convirtieron en el mejor ant¨ªdoto ante la tentaci¨®n de algunos gobernadores de meter las narices en la educaci¨®n sexual.
Modificar el art¨ªculo 40 para definir al Estado mexicano como laico no sobra, al contrario, es darle carta de reconocimiento a un elemento que ha sido fundamental en el desarrollo de este pa¨ªs, pero podemos vivir sin ¨¦l. Lo importante es mantener la educaci¨®n y la cultura laicas, que es lo que da sustento al Estado laico. Lo que s¨ª se requiere es una visi¨®n moderna del laicismo. M¨¦xico es hoy un pa¨ªs con un gran pluralismo religioso. Asegurar el derecho de creencia pasa en gran medida por la capacidad que tengamos de reconocernos en la diversidad. El Informe Stasi sobre Laicidad (2004), encargado por la Asamblea francesa a ra¨ªz del esc¨¢ndalo del uso del burka en las escuelas, recomendaba introducir una clase no de religi¨®n, sino de religiones, con el principio de que conocernos es el primer paso para respetarnos, para pasar de un laicismo de Estado a un Estado laico moderno y eficiente, que tutele el derecho de creencia de todos, y particularmente de las minor¨ªas.
***Diego Petersen Farah es analista pol¨ªtico
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