Los Reyes, las estrellas
La expectaci¨®n por ver pasear a don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa por la Gran V¨ªa atrae a personas de todo tipo y de todos los rincones de Madrid
"?Corre, corre que han dicho en la televisi¨®n que esto empezaba ya!". Son una pareja de mediana edad. Y tienen prisa. Suben por el primer recodo de la Gran V¨ªa desde la Plaza de Espa?a. Las autoridades, los periodistas y los polic¨ªas se amontonan justo al otro lado de los 1.300 metros que mide la centenaria calle. La pareja, que viene desde Alcorc¨®n, no est¨¢ especialmente conmovida por los festejos del centenario de la Gran V¨ªa. Pero quieren ver "a los Reyes, que nos gustan mucho".
En realidad van bien de tiempo. La comitiva no parar¨¢ en La Casa del libro hasta una hora m¨¢s tarde. Pero all¨ª, aprisionados por unas vallas azules que sirven de parapeto, ya se empieza a amontonar una multitud que poco m¨¢s tarde cubrir¨¢ por completo esa acera de la calle. Y casi toda la contraria.
Las dos orillas de la Gran V¨ªa han quedado desconectadas. No se pod¨ªa cruzar de lado a lado. Pero en cada uno de los barrios que se abren a sus costados, la actividad cotidiana permanec¨ªa inalterable. Decenas de prostitutas, muchas m¨¢s que a la ca¨ªda del sol, ocupaban su lugar en la calle Desenga?o y cercanas. De hecho, varias encuentran clientela con facilidad y as¨ª una chica joven con la cara picada se marcha del brazo de un hombre mayor y se mezclan con la multitud fervorosa que est¨¢ en la calle del cumplea?os.
"Los del barrio hemos huido. Esto es un foll¨®n y la gente no viene por la Gran V¨ªa, sino por lo de los Reyes", dice un vecino de la cercana calle Valverde. "Mi madre y mis hijos se han ido a hacer la compra a otro lado para quitarse este mogoll¨®n", explica Sara, una mujer acodada a la barra de un bar de la calle Infantas. "Los secretas llevan Audis, t¨ªo", se oye comentar a unos chavales de la zona que est¨¢n en el cruce con San Bernardo. Es como si a las fiestas del pueblo no hubiesen asistido los naturales del pueblo, sino gente de otras ciudades.
De hecho, hay gente, como el ecuatoriano Leonel, que ha aprovechado para traer a su hijo, de seis a?os, y una c¨¢mara de fotos bastante grande. Y junto a esas c¨¢maras de madrile?os, las de los turistas de siempre, los consuetudinarios, que preguntan en sus idiomas a los agentes municipales qu¨¦ cosa sucede. Precisamente, los agentes regulan el tr¨¢fico. Pero no de coches, sino de personas. Y lo hacen gritando como las antiguas vendedoras de pipas. "?A cruzarrrr!", brama uno junto a la Plaza de Espa?a. La comitiva de autoridades ya se ha marchado. Ha sido r¨¢pido y todo el rato motorizado. "No se ha visto nada", se queja Jessica junto a una amiga. Han venido desde Vic¨¢lvaro. Ya se marchan al metro, "?A cruzar!" Y se alejan junto al resto de la cada vez m¨¢s dispersa multitud.
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![Los Reyes conversan con el ministro de Fomento, Jos¨¦ Blanco, y el alcalde de Madrid, durante el acto conmemorativo del centenario de la Gran V¨ªa.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/V5KMWMEXX4DB52A3I56DMLP32M.jpg?auth=6f1543665505f95e1b3d3ad6444dda166ba59cb32f2abf2453cbf6043fb1abc0&width=414)
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