La melancol¨ªa de los (pre)parados
?De que nos ha servido el saber? Melanc¨®licos, nihilistas, esc¨¦pticos... eso es en lo que nos hemos convertido
Me llamo Luis, tengo 32 a?os y nunca imagin¨¦ cuando estudiaba la carrera de Historia del Arte que mi situaci¨®n actual iba a ser la que tengo. Sab¨ªa que iba a ser dif¨ªcil encontrar trabajo pero mi vocaci¨®n pudo m¨¢s que las razones que dictaba la raz¨®n. Una vez terminada la carrera sent¨ªa que ten¨ªa m¨¢s ganas de aprender y me aventur¨¦ en el doctorado. Por suerte, y con mucho esfuerzo, obtuve una beca predoctoral de investigaci¨®n que me ha permitido leer este mismo a?o mi tesis doctoral. La beca, no obstante, se termin¨® en julio del pasado a?o y, desde ese momento, comenz¨® el desasosiego. Unos meses de paro me permitieron terminar el texto de la tesis al tiempo que comenzaron las noches de insomnio y preocupaci¨®n por el que iba a ser mi futuro... y mi presente. Solicit¨¦ m¨¢s becas que no superaban los 900 euros de salario y, de nuevo por suerte, cuando me quedaba un mes de paro, obtuve una beca de colaboraci¨®n en un museo de Valencia. Algo de alivio pensaba, pero con un sueldo de 686 euros al mes lo ¨²nico que se hace es sobrevivir y, en muchas ocasiones, malvivir.
Ahora, ya como doctor, sigo con esa miseria de sueldo e intento buscar una salida profesional digna y acorde con mi categor¨ªa profesional.
Entrar en la universidad se antoja imposible y el mercado laboral nunca ha necesitado, ni necesitar¨¢, un historiador del arte. Tan s¨®lo me queda esperar que alguien se acuerde de mi, de mi tesis, de mi trabajo, de mis idiomas, de mis publicaciones y me de mis ideas, porque los cauces naturales est¨¢n completamente saturados. Si la investigaci¨®n ya es complicada, en el campo de las humanidades es un verdadero p¨¢ramo de oportunidades.
Todo eso genera tristeza, melancol¨ªa y un sentimiento de nostalgia que es dif¨ªcil de explicar. Puede que seamos una de las generaciones m¨¢s preparadas y, parad¨®jicamente, somos la que peor futuro tiene. Miramos el mundo y s¨®lo podemos que deprimirnos. Sentimos que estamos en duelo porque hemos perdido algo, quiz¨¢s lo que el capitalismo nos ha robado: nuestro trabajo, nuestra vida y nuestras ilusiones. Estamos preparados para desempe?ar nuestros trabajos pero la crisis nos los ha robado...y con ellos nuestros sue?os. Por eso estamos de duelo y por eso somos melanc¨®licos. No podemos m¨¢s que hacer como el famoso grabado de Durero sobre la melancol¨ªa y apoyar nuestras mejillas en nuestras manos y mirar con tristeza y amargura como se pasa el tiempo y como no vienen las oportunidades. Mirar el futuro se antoja una ilusi¨®n, una sombra, una ficci¨®n y por eso s¨®lo nos queda mirar con nostalgia al pasado que hemos vivido.
Robert Burton, en su Anatom¨ªa de la melancol¨ªa, se?al¨® que "tenemos un vasto caos y confusi¨®n de libros, estamos oprimidos por ellos, nos duelen los ojos de leer y los dedos de pasar las p¨¢ginas", describiendo la tristeza de ¨¢nimo que caracteriza al hombre de letras.
A nosotros tambi¨¦n nos duelen los ojos de estudiar, de estar preparados con tesis, m¨¢sters o idiomas. El saber es algo in¨²til, como bien denuncian los cuadros de vanitas con libros del barroco en unas im¨¢genes que cobran sorprendente actualidad en nuestra posmodernidad.
?De que nos ha servido el saber? Melanc¨®licos, nihilistas, esc¨¦pticos... eso es en lo que nos hemos convertido, pues nada tiene sentido en una sociedad en la que, parafraseando a Calder¨®n, "que todos los trabajos son sue?os / y que los sue?os, sue?os son".
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