Cuando la burocracia condena
Ha pasado una semana desde que muri¨® en M¨¢laga. Y nada ha cambiado. Otra muerte que deja a una ni?a sin madre, una familia rota y un reo m¨¢s entre barrotes. Susana Galeote perdi¨® la vida el pasado 15 de febrero por el hachazo que le asest¨® su marido, del que se hab¨ªa separado. La mujer, de 37 a?os y con una hija de cinco, estaba oficialmente protegida. Pero nadie vel¨® porque eso fuera verdad. De nada le sirvi¨® que el juez hubiera dictado una orden de alejamiento por tres a?os contra el marido: nadie la vigilaba. De nada sirvi¨®, igualmente,que ella hubiera solicitado el medio m¨¢s barato para proteger a una v¨ªctima de la violencia de g¨¦nero: la teleasistencia. Ese dispositivo tan publicitado no se le concedi¨®por cuestiones burocr¨¢ticas. Una semana despu¨¦s de la muerte de Susana Galeote no hay dimisiones, ni grandes cambios en la protecci¨®n de las v¨ªctimas de la violencia machista. Nadie asume los errores mientras la gresca llega hoy al Congreso y dos mujeres m¨¢s pierden la vida.
?Alguien ha escuchado a lafamilia de la v¨ªctima? Desde el luto, ha tomado la palabra con el deseo de que nunca m¨¢s ocurra un caso as¨ª. ¡±Mi hermana se sinti¨® frustrada y desprotegida tras la denuncia¡±, ha dicho Jes¨²s Galeote, el hermano de Susana. En el diario Sur, explica que tras la sentencia ella pidi¨® ayuda y solo encontr¨® puertas cerradas. ¡°Le negaron la teleasistencia porque hab¨ªa mucha demanda y el servicio estaba saturado; le dijeron que su caso no era de alto riesgo y le fueron dando largas¡±, afirma. Ni siquiera logr¨® que le concedieran dejar a su hija en un punto de encuentro para que el padre la visitara sin toparse con la madre. Tambi¨¦n estaba ¡°saturado¡±, seg¨²n el hermano.
Pas¨® lo que no ten¨ªa que pasar. Los mecanismos de la Ley Org¨¢nica de Medidas de Protecci¨®n Integral contra la Violencia de G¨¦nero se hab¨ªan puesto en marcha pronto y bien cuando la v¨ªctima hizo aquello que era su derecho y se pide insistentemente: denunciar. Lo hizo en julio del a?o pasado. Hubo juicio r¨¢pido y condena a 15 meses de prisi¨®n por amenazas y maltrato, una pena que Jos¨¦ Romero eludi¨® con un curso sobre igualdad de 25 sesiones, tal como permite la norma para los condenados por primera vez. Pero en la novena charla su sitio qued¨® vac¨ªo: ese d¨ªa cogi¨® un hacha y esper¨® a que su mujer dejara a la ni?a en el colegio.
Desde la sentencia por maltratohasta el crimen, hab¨ªan transcurrido m¨¢s de seis meses de fallosy mal hacer que llevaron a que la mujer permaneciera desprotegida. La polic¨ªa calific¨® de ¡°bajo¡± el riesgo que ten¨ªa Susana de sufrir una agresi¨®n por parte de su marido. Este adjetivo descartaba que se le prestara una atenci¨®n especial. ¡°Puede que en ese momento fuera bajo, pero hab¨ªa que haber hecho m¨¢s valoraciones despu¨¦s¡±, planteanen el Ministerio de Sanidad, Pol¨ªtica Social e Igualdad. No se hicieron. Tampoco intervino en la valoraci¨®n un psic¨®logo o un psiquiatra, los expertos m¨¢s cualificados para esta tarea. Las unidades de expertos con ese cometidoescasean. Todav¨ªa no se han extendido a todo el territorio, seg¨²n denunci¨® la Fiscal¨ªa General del Estado el pasado septiembre.
Por si fuera poco,la petici¨®n de teleasistencia (un tel¨¦fono m¨®vil que permite alertar del peligro) embarranc¨®. Igualdad asegura queno curs¨® la demanda ¡°porque no ten¨ªa la informaci¨®n necesaria¡±. A?ade quese la requiri¨® a la empresa que presta el servicio, Eulen, y que no hubo respuesta. ¡°Hubo un problema de comunicaci¨®n¡±, resumen. El Ayuntamiento de M¨¢laga tambi¨¦n ha echado balones fuera. Dicen all¨ª que cursaron la demanda y que nadie les pidi¨® que completaran los datos que, seg¨²n Igualdad, faltaban. He intentado, sin¨¦xito, saber al menos si el Consistorio ha resuelto las saturaciones de los servicios que denunciaba la familia:nadie ha contestado una semana despu¨¦s.Tampoco enEulen hablan. En el ministerio, nadie ha dimitido, ni se han puerto en marcha cambios para mejorar la protecci¨®n.
Mientras la petici¨®n de ayuda ca¨ªa en saco roto, Susana Galeote volvi¨® a recibir amenazas, seg¨²n su familia. Y decidi¨® no volver a denunciar. ?Para qu¨¦ iba a dar el pasosi no hab¨ªa logado protecci¨®n al hacerlo la primera vez?. Viv¨ªa aterrorizada, sobre todo los d¨ªas previos a su muerte, dice su hermano. ¡°(Ella) lo ve¨ªa venir. Nos dec¨ªa algunas cosas, como que pensaba que en cualquier momento ir¨ªa a por ella¡±. Y vino. Y una semana despu¨¦s nadie se ha apresurado a aprender latr¨¢gica lecci¨®n de los fallos. Aunque entre los responsables del seguimiento de esta ley se insiste enque no se puede culpar de la muerte de Susana a la falta de teleasistencia, porque el culpable es el agresor, cabe preguntarse si laburocracia result¨® mort¨ªfera. ?Habr¨ªa muerto la mujer si hubiera estado protegida? Nunca habr¨¢ respuesta, pero ?c¨®moseguir pidiendo a las maltratadasque denuncien a su agresorsi luego no se las protege adecuadamente? Aunque salgan pocos fallos a la luz,cualquiera de ellosdebe servir para que no se reproduzcan.Cinco a?os despu¨¦s de su aprobaci¨®n, aquella un¨¢nime Ley contra la Violencia de G¨¦nero siguecoja de los medios que necesita para hacer real su apellido: ¡°medidas de protecci¨®n integral contra la Violencia de G¨¦nero¡±. A Susana la agredi¨® su marido, pero la burocracia la conden¨® a quedar desprotegida.
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