"Happy end" para la pel¨ªcula de la plaza Tahrir
A Amal Ramsis es imposible pillarla sentada. Salvo si estalla una revoluci¨®n. Algo no muy com¨²n hasta hace unos meses. La suya, la que los egipcios protagonizaron durante 18 d¨ªas en la plaza de Tahrir, le pill¨® en su estudio de El Cairo terminando de montar su ¨²ltimo documental, Mamnuo, Prohibido. Aunque no por mucho tiempo, como ver¨¢n. En cualquier otro momento habr¨ªa sido imposible encontrarla sin su c¨¢mara en la mano o preparando el proyecto de cine documental Entre Cineastas, que el pr¨®ximo lunes inaugura en la capital egipcia. Pero hab¨ªa mucho que hacer.
Siete d¨ªas antes del 25 de enero, cuando la Madre del Mundo, la Victoriosa y todos sus hijos se echaron a la calle, nosotras elucubr¨¢bamos en el Estoril, un rinc¨®n ineludible de El Cairo, frente a unas Stella y un babaganush. ¡°Es muy dif¨ªcil que podamos repetir lo de T¨²nez¡±, dec¨ªa. Las dos asent¨ªamos conscientes de lo duro que apretaba la mano del rais Hosni Mubarak los gaznates de los egipcios. Sin embargo, los argumentos que ambas nos d¨¢bamos parec¨ªan suficientes no para una manifestaci¨®n como la que se hab¨ªa convocado para ese 25 de enero, D¨ªa de la Polic¨ªa, sino para un levantamiento en masa de sus 80 millones de habitantes. Pobreza, corrupci¨®n, censura¡ A ella, por su profesi¨®n como cineasta le preocupaba especialmente esta ¨²ltima y, mientras las stellas alumbraban la medianoche y brind¨¢bamos por su cumplea?os y contra lo prohibido,me desvel¨® el plan de acci¨®n para los pr¨®ximos d¨ªas. El proyecto que se tra¨ªa entre manos y que pudo verse en Documentamadrid el pasado 8 de mayo es ¡°un recorrido por todo aquello que no se puede hacer en Egipto¡±. Una imagen v¨ªvida y sencilla de c¨®mo se hab¨ªa ido cerrando el pu?o censor de la sociedad del pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s poblado.
Amal, que en ¨¢rabe significa Esperanza, se encerraba en su estudio hasta nueva orden cuando nos despedimos, para acabar de montar lo que ahora constituye un documento visual insustituible de por qu¨¦ los egipcios han hecho una revoluci¨®n. Podr¨ªa decirse que hist¨®rico. No recuerdo si le pregunt¨¦ si acudir¨ªa aquel 25 de enero a la convocatoria, lo que s¨¦ es que no lo hizo durante la ma?ana porque nunca pens¨® que ocurrir¨ªa lo que ocurri¨®. Pero aquella misma tarde, mientras recorr¨ªa todo lo que no pod¨ªa hacer y decir libremente en su pa¨ªs en las im¨¢genes de su documental, mientras volv¨ªa a escuchar a la gente que arriesgando su libertad hablaba contra el r¨¦gimen, recibi¨® una llamada. La Historia estaba viniendo a su encuentro, as¨ª que abandon¨® su silla en el estudio de montaje, cogi¨® su c¨¢mara y se ech¨® a la calle.
Lo que vino despu¨¦s ha quedado en las hemerotecas y se estudiar¨¢ en los libros de texto. Esta egipcia menuda, de rizos indomables y ojos sonrientes, recogi¨® en un v¨ªdeo la consecuencia de lo que hab¨ªa rodado clandestinamente y puso punto final a su historia. Con la pel¨ªcula reci¨¦n salida del horno me cont¨® que la revoluci¨®n no hab¨ªa cambiado el documental, simplemente lo hab¨ªa cerrado con un broche de oro y hab¨ªa puesto unos puntos suspensivos un poco m¨¢s optimistas.
Mamnou, Prohibido, tuvo su estreno mundial este fin de semana en Espa?a, pero la prueba de fuego tendr¨¢ lugar el pr¨®ximo 16 de mayo. Ese d¨ªa arranca en la capital egipcia Entre cineastas,una Caravana de Cine ?rabe e Iberoamericano de Mujeres que, con el apoyo de la Embajada espa?ola en El Cairo, quiere crear un espacio que d¨¦ voz a las directoras y mostrar ¡°otras realidades y puntos de vistas¡±. De ese modo, doblando algunas de las piezas m¨¢s importantes de las realizadoras a ambos lados del charco, Amal Ramsis siente que se estrechan lazos y comparten realidades. Aquellas que ella percibe muy cercanas entre ambas orillas. ¡°A veces las ¨¢rabes pensamos por desconocimiento que en otros lugares ya han superado el momento que nosotras estamos pasando ahora pero lo cierto es que hay muchos puntos en com¨²n entre lo que demanda una mujer en Latinoam¨¦rica y lo que nosotras demandamos¡±, me dec¨ªa en plena revoluci¨®n. Las que sufren y se enfrentan a diario con las dificultades ¡°limpiadoras, amas de casa, agricultoras¡, mujeres sencillas¡±, son las que ella admira. Y las que la inspiran.
No es que Amal se planteara en alg¨²n momento que su trabajo tuviera un cariz pol¨ªtico, pero en un receso de su estancia diurna y nocturna en la Plaza de Tahrir, me cont¨® que la sociedad en la que vive de alguna manera la ha forzado a ello. ¡°No podemos trabajar sin censura, ni grabar abiertamente en la calle. He de pagar tasas elevad¨ªsimas para recibir una pel¨ªcula que desee participar en el festival y pasar infinidad de tr¨¢mites antes de que sea aceptada, sabiendo de antemano adem¨¢s, que ninguna que hable sobre temas sensibles (cr¨ªticas a Gobiernos, aborto, libertades y derechos), llegar¨¢ a las pantallas¡±. Ahora la melod¨ªa es otra. Los que hablaron clandestinamente en el documental, podr¨¢n acudir a su exhibici¨®n en Egipto. Y ella podr¨¢ hacer su pr¨®xima pel¨ªcula con la libertad que se gana cuando uno ha luchado mucho antes de hacer la revoluci¨®n.
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