?Por qu¨¦ ahora todos toman 'gin-tonic'?
Nadie dijo que los sintetizadores ochenteros reinar¨ªan de nuevo en la m¨²sica. Nadie avis¨® de que las hombreras volver¨ªan a amenazarnos. Nadie pens¨® que el gin-tonic saldr¨ªa del inframundo de los combinados semiviejunos y acabar¨ªa imponi¨¦ndose a casi todas las dem¨¢s como bebida chic. Pero as¨ª son las modas, c¨ªclicas, caprichosas y capaces de devolvernos espantos a la par que maravillas.
Al igual que otros retornos, el del gin-tonic no es del todo espont¨¢neo. ?O pensaban que las marcas de ginebra no estaban detr¨¢s de su resurrecci¨®n? La campa?a ha sido sutil -las limitaciones legales para la publicidad de alcohol as¨ª lo obligan-, un gota a gota que ha ido calando a trav¨¦s de eventos gastron¨®micos, catas reducidas, encuentros privados con prescriptores o entendidos y, c¨®mo no, asociaciones medi¨¢ticas con esos grandes iniciadores de tendencias que son los famosos.
Su retorno se debe a una sutil campa?a de marcas
Hace unos meses vi un reportaje en Divinity en el que dos barman hablaban de los gin-tonics favoritos de las celebridades que iban a sus garitos. Jes¨²s V¨¢zquez, contaban, lo tomaba con ginebra Whitley Neill; Mar¨ªa Esteve, con Citadelle, y Berta Collado, con la que le pusieran.
Tambi¨¦n practicaban un outing gintoniquero a Bebe, Willy Toledo o Amaya Arzuaga, transformados sin quererlo en vendedores de botellas entre la poblaci¨®n joven y televidente.
Ll¨¢menme carcamal, pero a m¨ª en este terreno me influyen m¨¢s las figuras del pasado. Viejos fans como Peter O'Toole, Richard Burton, Gerald Ford ?s¨ª, el esposo de Betty, la de la m¨ªtica cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n? o Winston Churchill, quien aseguraba que el gin-tonic hab¨ªa salvado m¨¢s vidas y mentes inglesas que todos los m¨¦dicos del Imperio.
Y desde luego, alguien a emular es la Reina Madre. No ha habido ni habr¨¢ mejor promotora del gin-tonic que Isabel, esposa del rey tartamudo Jorge VI de Inglaterra. Cuando muri¨® a los 102 a?os, junto a los consabidos ramos de flores los londinenses le dejaban botellas de Beefeater a las puertas de Clarence House, en homenaje a una vida volcada en el consumo de este licor. Una an¨¦cdota que me entusiasma de Isabel y su servicio, en el que no escaseaban los gays, est¨¢ relacionada con la bebida. Un d¨ªa oy¨® cotorreando a dos de sus empleados, y les dijo: "Cuando vosotras, viejas reinas, hay¨¢is acabado, a esta vieja Reina le gustar¨ªa tomar un gin-tonic". Eso s¨ª, no s¨¦ si me atrever¨ªa con la f¨®rmula hardcore que le sol¨ªa preparar una de esas queens, Billy Tallon: nueve partes de ginebra por una de t¨®nica.
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