El jard¨ªn como estrategia
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El jard¨ªn metropolitano es un fen¨®meno del siglo XIX, de cuando los poderosos cedieron parte de sus privilegios para el uso del creciente n¨²mero de ciudadanos que, tras la revoluci¨®n industrial, se trasladaron a vivir a las grandes urbes. Frente al magn¨ªfico bosque encerrado que es el Retiro de Madrid, algunos de esos parques urbanos pioneros, como Central Park que Frederick Law Olmsted dise?¨® en 1858 en Nueva York o los jardines de Buckingham, que se estiran en Londres hasta el parque de St. James, Green Park o Hyde Park, se presentan no como un territorio acotado en medio del cemento sino como un paisaje capaz de absorber calles, carreteras, puentes y desniveles fundi¨¦ndose con la arquitectura y, por lo tanto, con la ciudad. Ese tipo de parques, que ni interrumpen la ciudad ni dejan que esta los interrumpa a ellos, son los que interesan al arquitecto Enric Batlle. En su libro, El Jard¨ªn de la metr¨®poli (Gustavo Gili), Batlle resume su tesis doctoral y trata de establecer cual podr¨ªa ser el modelo de jard¨ªn urbano para hoy.
¡°Los sistemas agr¨ªcolas han dado forma a nuestros paisajes y podr¨ªan configurar el jard¨ªn de la metr¨®poli¡±, sostiene. La idea es que los parques urbanos podr¨ªan proporcionar alimentos adem¨¢s de diversi¨®n y reposo. As¨ª, atr¨¢s quedaron las ideas parciales para el uso de un jard¨ªn. El jard¨ªn que propone Batlle es integrador, h¨ªbrido, menos contemplativo y m¨¢s participativo. Tan cercano al arte como a la agricultura, tan consciente de la necesidad de infraestructuras como deudor de la l¨®gica agr¨ªcola..
El propio Enric Batlle es autor, junto a Joan Roig, de sistemas de parques urbanos como el de Sant Cugat del Vall¨¦s o el de la Marina de Sant Climent, en Viladecans (ambos en Barcelona), adem¨¢s es profesor de Urbanismo y Paisaje en la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura del Vall¨¦s y en el m¨¢ster de paisajismo de la UPC. Su idea del paisaje urbano se opone a la de rellenar los vac¨ªos que rodean la arquitectura con vegetaci¨®n. ?l propone pensar primero el verde. Lejos de implantar los edificios sobre la vegetaci¨®n, insiste en idear y trabajar primero ese verde y despu¨¦s la ciudad. Puede parecer una utop¨ªa, pero resulta un planteamiento urgente y realista si se tiene en cuenta que la ocupaci¨®n construida de una ciudad ronda (en el caso de Barcelona por ejemplo) el 30% del territorio. ?Qu¨¦ sucede con el resto? ?C¨®mo integrar infraestructuras p¨²blicas, azoteas privadas, fachadas p¨²blicas o privadas, caminos, calles, plazas y parques para conseguir levantar un jard¨ªn com¨²n que, lejos de limitar, una?
Batlle propone recurrir al mundo agroforestal para construir parques como bosques o jardines p¨²blicos como agriculturas urbanas. Sabe de qu¨¦ habla. Cuando ¨¦l, su socio Joan Roig y la ingeniera Teresa Gal¨ª trabajaron en la restauraci¨®n paisaj¨ªstica del antiguo vertedero del Garraf, un grupo de vacas se encarg¨® del mantenimiento de los nuevos campos. La idea es antigua. Hace a?os que un acuerdo entre el ayuntamiento y los ganaderos permite que la siega de la hierba de los prados de Newcastle, en Inglaterra, la realicen reba?os de ovejas. La ganader¨ªa puede contribuir con l¨®gica y sostenibilidad a la gesti¨®n y el mantenimiento de los espacios verdes metropolitanos. Que estos sean continuos, como sucede en la recuperaci¨®n de las m¨¢rgenes del Manzanares en Madrid, por ejemplo, permite cambiar los medios de transporte y el ocio de los ciudadanos. Tambi¨¦n la cara de una ciudad. En ese sentido, Batlle propone ¡°redescubrir la continuidad del agua a trav¨¦s de los drenajes del territorio para recuperar la continuidad de los espacios exteriores¡±. Tambi¨¦n propone establecer diversos niveles de recuperaci¨®n del agua. La idea es a la vez sencilla y complicada: se trata de recurrir a la l¨®gica. La guerra de la sostenibilidad no se gana solo en la selva amaz¨®nica. Hay muchas batallas que ganar sin salir de nuestras ciudades.
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