Eran un clan
El mito de Arantxa, la deportista espa?ola m¨¢s importante de la historia, no se entiende sin sus padres. La acritud de la ruptura trastoca una elaboraci¨®n rosa y f¨¢cil de su leyenda. El periodista ?lex Mart¨ªnez Roig recuerda sus momentos con Arantxa y familia
Aquella tarde del 10 de junio de 1989 nos sentamos en las gradas de prensa de Roland Garros deseando que ¡°nuestra¡± Arantxa, con solo 17 a?os, ganara alg¨²n juego y no fuera barrida sin piedad por la enorme Steffi Graf, gran dominadora del tenis mundial. Con un par de juegos por set, se lo prometo, nos d¨¢bamos por satisfechos. Uno so?aba ya con una cr¨®nica justificatoria para la primera edici¨®n de EL PA?S. Pero Arantxa, mente poderosa, ambici¨®n irreductible, piernas incansables, decidi¨® inventar aquel d¨ªa un grito m¨ªtico para los espa?oles: ¡°?Vamos!!!!¡±. Y cometi¨® una de las sorpresas m¨¢s inesperadas de la historia del tenis femenino. Golpe a golpe, juego a juego, set a set, fue socavando la seguridad de Steffi, que acab¨® hecha un flan y perdiendo por 7-6 (6), 3-6 y 7-5. No recuerdo tarde m¨¢s emocionante, por lo inesperada que fue esa emoci¨®n.
Arantxa se retir¨® con cuatro Grand Slam (3 Roland Garros y 1 US Open) y, probablemente, es la deportista espa?ola m¨¢s importante de la historia. Su carrera y su ¨¦xito no se entienden sin ese apellido que se convirti¨® en compuesto (S¨¢nchez-Vicario) porque expl¨ªquele usted a los anglosajones que en Espa?a la madre es la madre, y su apellido marca tanto como el paterno. Los S¨¢nchez Vicario eran por aquellos a?os (los 80 y principios de los 90) la familia m¨¢s poderosa del tenis espa?ol. Arantxa, la menor, era la m¨¢s talentosa, pero Emilio fue un enorme jugador, al que s¨®lo cierta falta de confianza en los grandes puntos le impidieron entrar en la gran ¨¦lite. A ellos se les uni¨® Javier, un jugador mediano, y Marisa, que decidi¨® muy pronto que el tenis no era lo suyo.
Eran un clan. Para lo bueno y para lo malo. Pero Arantxa no se entiende sin ese clan. Hiperprotegida, viaj¨® siempre con su madre durante los primeros a?os en el circuito. Y, francamente, a los 17 a?os, estar m¨¢s de 30 semanas por el mundo, en hoteles despersonalizados, y saliendo a la arena todos los d¨ªas a la batalla de los raquetazos, tener una aliada en la grada tan fiel es la diferencia entre aguantar y hacer la maleta y volver a casa.
Ser padres de un mito tampoco es f¨¢cil. Los mitos suelen tener mucha personalidad. Arantxa la ten¨ªa dentro y fuera de la cancha. Una personalidad muy fuerte. Necesaria para aguantar con su tenis rocoso todo lo que ten¨ªa que luchar. Pero tambi¨¦n para sobrevivir en la jungla del circuito. Los j¨®venes tienen que aprender a volar solos, y los padres a que los hijos despeguen de sus brazos. Ese momento ha creado muchos conflictos entre tenistas y progenitores (por cierto, m¨¢s p¨²blicos los de ellas -Mary Pierce, Jennifer Capriati, Venus y Serena Williams¡. que los de ellos).
Arantxa era muy elocuente en sus declaraciones, muy simp¨¢tica en el trato cercano, y muy s¨®lida y decidida en su vida profesional. El mismo perfil que su hermano Emilio, al que he ido encontrando a lo largo de estos ¨²ltimos a?os o en un estudio de televisi¨®n, o como capit¨¢n de la Copa Davis, o incluso como alumno de un curso de gesti¨®n deportiva en el IESE. Tanto car¨¢cter aplicado a un enfado familiar lleva a su denuncia ahora, en forma de libro, de algo que se rumoreaba desde hace tiempo.
En una familia tan fuerte, hay momentos buenos y malos. Normalmente en privado. Que est¨¦ sea en p¨²blico, es una novedad para nuestro deporte, donde los mitos suelen cuidar su fama eterna. Pero en los a?os de las ¡°broncas rosas¡±, ning¨²n rinc¨®n est¨¢ a salvo.
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