Debilidades de la reforma
Los cambios financieros no van a terminar de manera inmediata con la sequ¨ªa del cr¨¦dito
La reforma financiera impulsada por el ministro de Econom¨ªa y Competitividad, Luis de Guindos, pierde algo del lustre inicial a medida que se examina con detalle su alcance y contenido. Es cierto que ha logrado entusiastas alabanzas en el exterior, especialmente las procedentes de Reino Unido. Pero no es menos cierto que el esfuerzo de saneamiento que recoge la letra de la reforma (unos 50.000 millones, que podr¨ªan ser m¨¢s en funci¨®n de la persistente depreciaci¨®n de los activos inmobiliarios) queda reducido pr¨¢cticamente a la mitad, puesto que la letra peque?a de la reforma aparece minada con recovecos y soluciones contables que permiten disminuir el peso de la correcci¨®n de los balances. Los efectos curativos no van a ser, con mucha probabilidad, tan profundos como se espera desde el Ministerio de Econom¨ªa. Pero, adem¨¢s de la rebaja de expectativas correctoras, la nueva ordenaci¨®n financiera presenta otras debilidades que tambi¨¦n conviene tener en cuenta para su calificaci¨®n global.
Si el objetivo del Ministerio al fijar las nuevas condiciones de cobertura de los activos inmobiliarios era restablecer r¨¢pidamente el cr¨¦dito, conste que de esta forma no se va a conseguir a corto plazo. Puede discutirse con provecho, y habr¨¢ razones de peso para cada criterio, si hay que provisionar el 80% o el 50% del suelo y las promociones inmobiliarias que lastran los balances bancarios; o si la estrategia adecuada es compensar de una vez los activos, o hacerlo de forma m¨¢s pausada, con un calendario de depreciaci¨®n atento a las variaciones del mercado; puede discutirse adem¨¢s si los intermediarios financieros internacionales van a aceptar el nuevo plan de cobertura r¨¢pida o si, por el contrario, se mantendr¨¢n en la suposici¨®n de que el valor de esos activos se aproxima a cero. Pero en lo que no cabe mucha discusi¨®n es que un aumento de las provisiones causa un descenso del cr¨¦dito. El Gobierno identifica sin m¨¢s un saneamiento r¨¢pido de los balances con una recuperaci¨®n inmediata de los pr¨¦stamos. Por el contrario, el cr¨¦dito tardar¨¢ m¨¢s en fluir y este retraso prolongar¨¢ o agudizar¨¢ la recesi¨®n. As¨ª que conviene deflactar algo los mensajes iniciales, que dan por cierto que esta reforma financiera terminar¨¢ ipso facto con la sequ¨ªa del cr¨¦dito. Resultar¨ªa conveniente acojerse a interpretaciones m¨¢s prudentes.
Otro tema controvertido es la vertiente de las fusiones. Como las exigencias de saneamiento no son tan dr¨¢sticas como planteaba inicialmente el Gobierno, tampoco hay que contar con un incentivo perentorio a la concentraci¨®n. Pero es que en la reforma el mal de fondo sigue sin corregirse; es decir, las decisiones de fusi¨®n no est¨¢n sometidas al criterio de un bien superior. La concentraci¨®n de cajas o bancos tiene sentido si el balance de la entidad resultante es sustancialmente m¨¢s s¨®lido que el de cada una de las entidades fusionadas. Pero da la impresi¨®n de que el Gobierno no est¨¢ dispuesto del todo a exponer e imponer este criterio. Una de las v¨ªas m¨¢s seguras para anular cualquier beneficio de la reforma es que de nuevo se permitan fusiones entre entidades da?adas o agrupaciones regionales cuya ¨²nica funci¨®n ser¨ªa la de ventanillas financieras de las autonom¨ªas. Como sucedi¨® en Valencia, con los efectos de ruina y devastaci¨®n p¨²blica ya conocidos.
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