Una historia cualquiera m¨¢s
Trabajo de comercial del sector de la construcci¨®n. De hecho, soy el ¨²nico comercial que ha quedado de la maltrecha empresa para la que trabajo. Mi reto de cada d¨ªa es encontrar obras donde vender mi producto. Es f¨¢cil imaginar la escasez de obras y la pelea que representa conseguir una de las pocas que se realizan. Si consigues una y, dada la situaci¨®n de solvencia tan delicada, pretendes garantizar el cobro de la venta antes de formalizarla, tienes grandes posibilidades de no llevarla a cabo, pues el cliente tiene otras ofertas que no reclaman este compromiso. Mi pretensi¨®n es f¨¢cil de entender.
Mi empresa no consigue l¨ªneas de cr¨¦dito de los bancos para poder comprar a los proveedores (que tambi¨¦n se quieren asegurar el cobro y exigen la misma garant¨ªa que yo reclamo a mis clientes) ni siquiera presentando el pedido confirmado de mi cliente (que cuenta con informes positivos de empresas que aseguran el riesgo de la operaci¨®n). Y eso que mi empresa ni tiene impagos ni debe ning¨²n dinero a estos bancos a los que solicita un cr¨¦dito con devoluci¨®n asegurada.
Qu¨¦ perverso sistema, y qu¨¦ inepto, el que, con la ilusoria idea de protegerse, deja de alimentar a su ganado porque no quiere desprenderse del pienso que le mantiene vivo y le hace engordar. ?Qu¨¦ va a hacer con este pienso, se lo va a comer ¨¦l? Qu¨¦ est¨²pido es el ser humano. As¨ª nos va.¡ª Josep M. Corbera.
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