Yemen, oscuro futuro
El pa¨ªs ¨¢rabe sigue siendo un polvor¨ªn tras las elecciones que le libran del tirano Saleh
Yemen ha celebrado unas elecciones presidenciales peculiares, a las que conviene cualquier calificativo menos el de democr¨¢ticas. Una votaci¨®n no tanto para escoger un nuevo jefe de Estado en uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres y desvertebrados del mundo cuanto para desembarazarse finalmente de Ali Abdul¨¢ Saleh, el d¨¦spota que durante 33 a?os ha gobernado como su finca este rinc¨®n al sur de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga. Los comicios, con un candidato ¨²nico, violencia armada en el sur y una participaci¨®n todav¨ªa desconocida, han instalado en el poder a su vicepresidente y mano derecha durante muchos a?os, Abdrabbo Mansur Hadi, exgeneral. Su misi¨®n es rescatar del caos al mis¨¦rrimo pa¨ªs ¨¢rabe y evitar una guerra civil en ciernes.
Durante un a?o, en la estela de la primavera ¨¢rabe, los yemen¨ªes se han echado a las calles por decenas de miles para exigir, al precio de abundante sangre derramada, la marcha del tirano, gravemente quemado en junio en un ataque al palacio presidencial. En noviembre pasado, la presi¨®n combinada de Arabia Saud¨ª, los pa¨ªses del Golfo y Estados Unidos consigui¨® que Saleh aceptara finalmente dejar el poder, una vez elegido su sucesor. El relevo en Yemen, seg¨²n este plan, incluye la redacci¨®n de una nueva Constituci¨®n, la reorganizaci¨®n de las Fuerzas Armadas y la preparaci¨®n de elecciones multipartidistas en dos a?os, el tiempo que te¨®ricamente Hadi debe permanecer en la presidencia.
Tan obligado como celebrar esas buenas intenciones es admitir que ponerlas en pie es lo m¨¢s parecido a una misi¨®n imposible. Saleh, cuarto d¨¦spota ¨¢rabe defenestrado en un a?o por sus compatriotas ¡ªtras los de T¨²nez, Egipto y Libia¡ª deja una econom¨ªa feudal, un imparable separatismo en el sur (que se siente preterido tras perder la guerra civil de 1994, que sigui¨® a la unificaci¨®n del pa¨ªs) y una enraizada rebeli¨®n chi¨ª en el norte. A los agravios ¨¦tnicos y religiosos se suma la expansi¨®n territorial de Al Qaeda en Yemen.
Y si lo anterior no fuera suficiente, el presidente Hadi tiene por delante otro reto supremo, el de arrebatar al clan Saleh su poder militar y econ¨®mico. Hijos, hermanos o sobrinos del dictador exiliado manejan no solo algunos de los negocios m¨¢s lucrativos del pa¨ªs, sino tambi¨¦n la Guardia Republicana, la Fuerza A¨¦rea, las agencias de seguridad o la unidad antiterrorista de ¨¦lite. Este es el s¨®rdido escenario que se supone han de cambiar las elecciones yemen¨ªes.
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