El fin de la democracia estatal
La rendici¨®n de cuentas y el control de los gobernantes deber¨ªa hacerse hoy en el marco de la Uni¨®n Europea
Italia puede ser el futuro. En este momento el funcionamiento de la democracia en Italia se basa en un ampl¨ªsimo consenso sobre las pol¨ªticas p¨²blicas y un Gobierno sin partidos. Este podr¨ªa ser el modelo para la Uni¨®n Europea y sus Estados-miembros antes de lo esperado. Hace algo m¨¢s de cien d¨ªas, Mario Monti se convirti¨® en presidente del Consejo de Gobierno de Italia tras ganar la confianza del 90% de los miembros del Parlamento. Sin embargo, su Gobierno no incluye ning¨²n miembro de partido pol¨ªtico alguno. No ejecuta promesas electorales de partido, sino las pol¨ªticas presupuestarias, fiscales, de pensiones y otras aprobadas en la cumbre de la Uni¨®n Europea. Este proceso y otros comparables en Portugal, Grecia, Espa?a y otros pa¨ªses est¨¢ haciendo que las elecciones pol¨ªticas a nivel estatal en Europa sean casi irrelevantes para la aprobaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas.
De hecho los Gobiernos est¨¢n perdiendo las elecciones como nunca antes. Ha habido 30 elecciones parlamentarias en 26 Estados miembros de la UE (incluyendo Croacia) desde que la actual crisis econ¨®mica explot¨® m¨¢s visiblemente en septiembre de 2008. Tras 19 de estas elecciones, el partido del primer ministro en el cargo ha sido sustituido por un miembro de otro partido. Esta proporci¨®n de dos tercios de derrotas de los Gobiernos contrasta enormemente con su tradicional ventaja, la cual facilit¨® que los partidos en el poder ganaran en unos dos tercios de las elecciones durante los anteriores seis decenios.
Entre los casos recientes m¨¢s espectaculares se encuentran Hungr¨ªa, donde el partido del Gobierno perdi¨® m¨¢s de la mitad de su anterior apoyo electoral; Irlanda, donde el partido gobernante m¨¢s habitual desde la independencia del pa¨ªs se convirti¨® en el tercero en votos, y Espa?a, donde, como es bien sabido, el partido en el gobierno saliente obtuvo sus peores resultados y el mayor partido de la oposici¨®n, sus mejores resultados desde que hay democracia. Las pr¨®ximas elecciones en Grecia pueden incluso batir estos r¨¦cords, seg¨²n ciertas encuestas electorales. Pero tambi¨¦n puede ocurrir que si la situaci¨®n econ¨®mica no mejora claramente en los pr¨®ximos a?os ¡ªcomo se predice, en general¡ª algunos de los ganadores se conviertan en perdedores en las siguientes elecciones. Esto ha ocurrido ya en los dos casos de elecciones anticipadas que han tenido lugar en los ¨²ltimos meses, en Eslovenia y Croacia, donde los recientes ganadores han sido aplastados. Los sistemas de partidos que han sostenido el funcionamiento de reg¨ªmenes democr¨¢ticos en muchos pa¨ªses de Europa durante decenios retiemblan.
?Puede sobrevivir un pa¨ªs sin un gobierno estatal de partido? El ¨¦xito actual de Italia parece indicar que s¨ª
?Puede sobrevivir un pa¨ªs sin un Gobierno estatal de partido? La popularidad del Gobierno italiano parece indicar que de hecho puede funcionar mejor que muchos de sus predecesores. Una variante de este tipo de experiencia est¨¢ teniendo lugar en B¨¦lgica, pa¨ªs que ha estado bajo gobiernos federales en funciones o interinos durante la mitad del tiempo total de los ¨²ltimos cinco a?os, incluido un r¨¦cord mundial de 18 meses de ausencia tras las elecciones de 2010. Esto no ha sido una consecuencia directa de la crisis econ¨®mica, sino m¨¢s bien de la escisi¨®n territorial del pa¨ªs. Pero, como advierten los polit¨®logos belgas Kris Deschouwer y Marc Hooghe en una colecci¨®n de art¨ªculos de pr¨®xima publicaci¨®n, el caso belga nos informa m¨¢s en general acerca de "las condiciones de la gobernanza dada la tendencia actual hacia una gobernanza en m¨²ltiples niveles en la Uni¨®n Europea".
En realidad la ausencia de gobiernos estatales de partido est¨¢ teniendo un impacto muy limitado en la gobernanza. Los gobiernos t¨¦cnicos o en funciones, como en Italia, Grecia o B¨¦lgica, se limitan a ejecutar acuerdos previos de la UE, especialmente con respecto a las pol¨ªticas fiscal y presupuestaria. La existencia de m¨²ltiples niveles de gobierno, incluidas las instituciones locales, regionales, estatales y de la Uni¨®n, son una salvaguardia contra la inefectividad gubernamental. La gobernanza apartidista tambi¨¦n es viable gracias al papel de instituciones y organismos no-electos y no-partidarios, como la administraci¨®n civil y la justicia, que se basan en procedimientos estandarizados.
Actualmente, que un Estado-miembro de la Uni¨®n Europea tenga partidos de derechas o de izquierdas en el poder, en la pr¨¢ctica no comporta una gran diferencia. Es la UE, o al menos el peque?o grupo dirigente formado en los ¨²ltimos tiempos en torno a la presidencia del Consejo Europeo, el que ha tomado el control de las tareas m¨¢s fundamentales y tradicionales de los gobiernos estatales. La oportunidad creada por la actual crisis financiera y econ¨®mica est¨¢ completando la p¨¦rdida de soberan¨ªa de los Estados. Si no hay soberan¨ªa, no hay Estado. Y si no hay Estado, no hay democracia estatal, por supuesto. Un desajuste crucial es, ciertamente, que mientras que la adopci¨®n por consenso de pol¨ªticas p¨²blicas vinculantes se sit¨²a cada vez m¨¢s al nivel de la UE, los decisores a nivel europeo surgen todav¨ªa de elecciones a nivel estatal. Para que la democracia sobreviva y se recupere en Europa, la rendici¨®n de cuentas y el control de los gobernantes deber¨ªan moverse desde el nivel estatal al nivel de la Uni¨®n, donde ya se toman tantas decisiones relevantes.
Josep M. Colomer es profesor de investigaci¨®n del CSIC en Barcelona, autor de Ciencia de la pol¨ªtica (Ariel, 2009).
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