Ruleta
F. D. Roosevelt sac¨® a sus conciudadanos de la depresi¨®n ¡ªde deprimirse por la Depresi¨®n grande¡ª a fuerza de realizar obras p¨²blicas y de apelar a su patriotismo para que se pusieran a hacer carreteras y lo que tocara, confiando en la nueva frontera que abr¨ªa su presidencia. Les devolvi¨® la fe en s¨ª mismos, pero el New Deal, en realidad, no salv¨® a Estados Unidos de la recesi¨®n. Lo hizo el esfuerzo b¨¦lico que el pa¨ªs ejecut¨® disciplinadamente, con motivo de la Segunda Guerra Mundial. Fabricar armas, vender armas. As¨ª de crudo.
Aqu¨ª, como vendemos armas a todo dios y, sin embargo, los puestos de trabajo emanados de la muerte ajena no nos rescatan del paro ni del retroceso econ¨®mico, nos hemos decidido ¡ªal menos, en dos comunidades¡ª por una soluci¨®n m¨¢s festiva: viva Las Vegas en versi¨®n Mr. Marshall, o viceversa.
Una, que tiene medio coraz¨®n desperdigado por el mundo y el otro entregado en partes no iguales a mi ciudad, Barcelona, y a la ciudad que me dio trabajo y cari?o cuando m¨¢s lo necesitaba, Madrid... Una, dec¨ªa, siente en estos momentos m¨¢s horror que el Vicente de La piel que habito cuando Banderas le comunica que le ha hecho una vaginoplastia. ?Es esto todo lo que se les ocurre a los respectivos gobernantes auton¨®micos? ?Seducir a ese p¨¢jaro, el tal Sheldon Adelson? Les invito a que busquen su foto en la red: precisa de algo m¨¢s que un cambio de sexo.
Parece necesitar, el caballero, una urgente transfusi¨®n de sangre. Ser¨¢ porque me he acostumbrado a ver a adolescentes o a fibrosos jovencitos interpretando a vampiros, pero as¨ª, de sopet¨®n, encontrarme con un aut¨¦ntico embaucador saca-plasmas ha hecho m¨¢s por mi sentido de la realidad que volver a ver Ladr¨®n de bicicletas.
Anda, que jueguen a la ruleta rusa ellos.
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