Las cosas como son
Tras su victoria, Putin se enfrenta a protestas del sector m¨¢s din¨¢mico de la sociedad civil
En Rusia, las cosas vuelven a ser como en realidad son. Las elecciones presidenciales del domingo han venido a deshacer una farsa pol¨ªtica. Vladimir Putin, que es quien manda, volver¨¢ a ser presidente de la Federaci¨®n en mayo, esta vez por seis a?os, y el obediente Dmitri Medv¨¦dev regresar¨¢ previsiblemente al puesto de primer ministro. No hay sorpresas.
Pero todo no volver¨¢ a ser como era, pues Rusia ha cambiado en estos a?os. La naciente sociedad civil, integrada por unas clases medias en desarrollo, j¨®venes e intelectuales ¡ªespecialmente en Mosc¨² y en San Petersburgo¡ª, empezaron a protestar tras los fraudes en las elecciones a la Duma de diciembre pasado. Pese a la capacidad de represi¨®n del r¨¦gimen, no cabe descartar que ahora acaben protagonizando una primavera rusa en un pa¨ªs que acab¨® con el comunismo, pero sin una revoluci¨®n democr¨¢tica.
Probablemente, Putin no hubiera necesitado las irregularidades y fraudes que han detectado los observadores internacionales para haber ganado estas presidenciales, incluso en la primera vuelta. Ni siquiera el control sobre la televisi¨®n estatal, o el haber prohibido a algunos candidatos como el liberal Grigori Yavlinski. Pues Putin sigue siendo popular en medios rurales y entre la poblaci¨®n sostenida por los ingresos del gas y del petr¨®leo. El casi 64% de los votos con el que ha ganado esconde la creciente insatisfacci¨®n con la pol¨ªtica en Rusia.
Putin, que en la noche electoral se resisti¨® a presentarse como un presidente de todos, se enga?ar¨ªa si desoyera las ansias de cambio en la pol¨ªtica y en la econom¨ªa que hay en esos sectores m¨¢s din¨¢micos de la poblaci¨®n y si pensara que va a gobernar Rusia con su cultura de exagente del KGB durante otros 12 a?os, lo que le llevar¨ªa a un total de 26, m¨¢s que el largo periodo de estancamiento bajo Br¨¦znev.
Rusia, de la que muchos observadores dudan que se pueda calificar de pa¨ªs emergente pese al crecimiento de los ¨²ltimos a?os, debe transformar su econom¨ªa, dejar de depender casi exclusivamente de las exportaciones de materias primas, frenar la corrupci¨®n, construir un verdadero Estado de derecho y avanzar en la democracia. Por mucho que le pese a Putin y a su discurso preocupantemente nacionalista, ya no volver¨¢ a ser la superpotencia que fue durante la guerra fr¨ªa, aunque s¨ª un pa¨ªs de suma importancia que ha de encontrar su lugar en Europa y en el mundo.
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