8 de Marzo

Esta celebraci¨®n, ?es un hecho ¡°latoso, insoportable¡±? ?O bien se trata de algo ¡°estupendo, magn¨ªfico, excelente¡±? La Real Academia de la Lengua califica, en la ¨²ltima edici¨®n de su diccionario, lo primero de co?azo. Lo segundo, de cojonudo. Se hace eco del sentir de la calle, del uso cotidiano.

Y es, precisamente, el comportamiento real, lo que hemos de transformar, todav¨ªa hoy. A¨²n ahora mismo, habr¨ªa que empezar por c¨®mo educan las madres a sus hijos. Tengo muchos ejemplos en mi entorno. Les propongo tres.

La asistenta de una de mis amigas tiene un hermano, y ambos disfrutan de padre y madre, ya viejitos. Cuando los ¨²ltimos se ponen enfermos, la hija deja su trabajo para cuidar de cada uno o de la pareja a la vez, si se tercia. El hermano no abandona su ocupaci¨®n, igualmente eventual e incluso peor pagada. Ni se les ocurrir¨ªa. A ambos les cri¨® la misma madre.

Otra de mis amigas tuvo dos maridos y le quedaron dos hijos. La mayor trabaja como ella y comparte con ella las buenas y las malas noticias. Al chaval, adolescente, no se le cuenta lo desagradable. Se podr¨ªa traumatizar.

La tercera de mis amigas tiene un hermano. Ambos fueron criados por su padre: la madre se larg¨® de casa. Con el tiempo, el hermano tuvo dos hijas de diferentes parejas, y ¨¦l cr¨ªa a sus hijas por s¨ª mismo, siguiendo la tradici¨®n familiar. Ambos, mi amiga y su hermano, se turnan para cuidar de su madre, que finalmente ha vuelto a ellos. A los dos les cri¨®, redundo, el mismo padre.

Moraleja: todo se puede cambiar, empezando por la base. Con las palabras adecuadas, las que no ofenden, sino que definen.

(Nota: Gallard¨®n, aunque ¨¦l lo crea, no es cojonudo. Pero tampoco es un co?azo. Es un vengativo).