La soberan¨ªa en el ojo del hurac¨¢n
Este mundo requiere unas estructuras de gobernanza orientadas hacia el di¨¢logo responsable que mitigue los abusos de poder y defienda los bienes p¨²blicos globales
A tenor del importante rescate de Grecia ha seguido un clamor denunciando la injerencia en la soberan¨ªa nacional del pa¨ªs heleno. Es cierto que a cambio de la importante ayuda europea, Grecia ver¨¢ limitada su capacidad absoluta de maniobra, pero no creo que las denuncias sean justas.
La idea de soberan¨ªa del Estado-naci¨®n se remonta al Tratado de Westfalia, siglo XVII, donde se acuerda como principio rector de las relaciones entre Estados la no injerencia en temas dom¨¦sticos por agentes externos. Llevada a su m¨¢xima expresi¨®n, la soberan¨ªa nacional requerir¨ªa de un total aislamiento f¨ªsico y social de los Estados. Y a mi entender, un excesivo ¨¦nfasis en la soberan¨ªa nacional conlleva graves problemas.
Cualquier acuerdo internacional, ya sea social, comercial o financiero, supone alguna cesi¨®n de soberan¨ªa. El caso de la ayuda europea a Grecia es un ejemplo de un acuerdo cooperativo donde las distintas partes negocian y tienen en cuenta los intereses de los otros. Grecia ha pedido ayuda a sus socios de la UE. ?stos le proveer¨¢n una ayuda enorme, cr¨¦ditos por 130,000 millones de euros (m¨¢s del 40% del PIB griego, que se suman a los 110,000 millones prestados a Grecia en 2010), adem¨¢s de haber forzado una quita superior al 50% de los acreedores privados y la renuncia del Banco Central Europeo a los beneficios esperados por la tenencia de bonos griegos.
Sin entrar a valorar si ¨¦sta es la soluci¨®n t¨¦cnica y econ¨®micamente ¨®ptima, es l¨®gico que la Uni¨®n Europea haya participado en el dise?o de las soluciones al problema griego. Participar en la vida colectiva de la comunidad internacional de Estados implica tener en cuenta a los dem¨¢s, renunciar a ciertas acciones.
Cuando estall¨® la crisis, la UE fue criticada por su falta de integraci¨®n y ahora que se quiere avanzar hacia ello, se le acusa de ir en contra de la soberan¨ªa nacional
Cuando Espa?a decidi¨® ingresar en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, cedi¨® soberan¨ªa al aceptar sus reglas comerciales. Por ejemplo, tuvo que renunciar a dar trato de favor comercial a algunos pa¨ªses para tratar a todos los miembros de la OMC como iguales. Esa renuncia la acept¨® Espa?a a cambio de poder comerciar con el resto de pa¨ªses de manera igualitaria.
El soci¨®logo brit¨¢nico Anthony Giddens hablar¨ªa de integrarse o unirse a cambio de influencia global. Los Estados cooperan porque les resulta beneficioso, pero al mismo tiempo, pierden control sobre determinados asuntos internos que se re-articulan hacia otras escalas. Ello implica pasar de la decisi¨®n unilateral a la codecisi¨®n.
?Significa esto una vulneraci¨®n de la soberan¨ªa? Todo depende de la concepci¨®n que tengamos de la soberan¨ªa. Dependiendo de d¨®nde pongamos el ¨¦nfasis y del grado de amplitud de nuestro enfoque, primaremos una dimensi¨®n ¡°global o federal¡± o una ¡°nacional¡± . La Uni¨®n Europea se encontrar¨ªa a medio camino.
El problema actual reside precisamente en esta forma monol¨ªtica de abordar la soberan¨ªa: o nacional o internacional. Al igual que el hom¨®logo concepto de libertad individual, soberan¨ªa nacional depende de c¨®mo se definan algunos de sus componentes.
John Stuart Mill expres¨® en el llamado harm principle que solo se podr¨¢ limitar la libertad individual de una persona para evitar da?os y proteger a otras personas. El debate sobre la libertad individual radica en c¨®mo definimos ¡°da?os a otra persona¡±. Del mismo modo, el debate sobre el concepto de soberan¨ªa nacional est¨¢ en qu¨¦ entendemos por asuntos ¡°dom¨¦sticos¡±. Cada vez m¨¢s dif¨ªcil de determinar.
La globalizaci¨®n ha hecho las fronteras m¨¢s porosas. Vemos c¨®mo las pol¨ªticas de unos pa¨ªses, tanto laboral, como medioambiental, de salud p¨²blica, fiscal, etc. impactan directamente en la del pa¨ªs vecino. Sin ir m¨¢s lejos, China crecer¨¢ este a?o un 2% menos debido a la situaci¨®n econ¨®mica en Estados Unidos y la Uni¨®n Europea.
Asimismo, cada vez es mayor (y m¨¢s variado en cuanto a personalidad y recorrido hist¨®rico) el n¨²mero de pa¨ªses que emergen con fuerza en la escala global (recordemos que no hace mucho Brasil super¨® a Reino Unido en PIB),?con sus correspondientes implicaciones para la gobernanza global. Al tiempo que aumenta la asimetr¨ªa entre los problemas/amenazas existentes y los medios al alcance del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos.
A escala global, este mundo complejo e interdependiente requiere de una organizaci¨®n de los Estados y de unas estructuras de gobernanza orientadas hacia el di¨¢logo responsable que mitigue los abusos de poder y defienda los bienes p¨²blicos globales. El otro escenario mostrar¨ªa bien una actitud proteccionista o carreras competitivas y desordenadas entre Estados a la baja, como a menudo ocurre con la fiscalidad. La historia nos ha demostrado que estas regresiones tienen muchas posibilidades en acabar en desastrosos conflictos.
A escala europea, la legitimidad de su actuaci¨®n es esencial. Y, seamos realistas, no se lograr¨¢ si no superamos ciertas visiones anticuadas en torno a la soberan¨ªa. Parad¨®jicamente, cuando estall¨® la crisis, la UE fue criticada por su falta de integraci¨®n. Ahora que se quiere avanzar hacia ello, se le acusa de ir en contra de la soberan¨ªa nacional.
La ciudadan¨ªa tiene que tener la sensaci¨®n de que las instituciones est¨¢n dotadas de los mecanismos necesarias para hacerlos inclusivos en el proceso de decisi¨®n. Y ello implica una uni¨®n basada en normas y no, peligrosamente, en la relaci¨®n de fuerzas.
El hecho de que no tengamos todas las respuestas no significa que la Uni¨®n Europea no sea un proyecto de futuro. La UE es un experimento maravilloso y nuevo. Como en toda aventura nueva, es natural que se surquen aguas desconocidas y se experimenten periodos de incertidumbre. Pero esta sensaci¨®n no debe hacernos obviar el coste de oportunidad de la UE.
La caja de flujos de interdependencia ya est¨¢ abierta y es imposible devolverla a su origen. Pretender competir en este mundo conforme a esquemas tradicionales de actuaci¨®n y soberan¨ªa resulta cuanto menos un anacronismo imprudente.
El poeta J.A. Valente, escrib¨ªa en Melancol¨ªa del destierro: ¡°¡esperar que la historia devane los relojes y nos devuelva intactos al tiempo en qu¨¦ quisi¨¦ramos que todo comenzase¡±.
Javier Solana, exalto representante para la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n de la UE, exsecretario general de la OTAN y ex ministro de Asuntos Exteriores de Espa?a, es miembro distinguido de la Brookings Institution y presidente del Centro de Econom¨ªa Global y Geopol¨ªtica de ESADE.
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