Frustraci¨®n juvenil
El paro y la precariedad laboral de los j¨®venes es una p¨¦rdida irreparable tambi¨¦n para el pa¨ªs
El desempleo y la extraordinaria precariedad laboral que sufren los j¨®venes espa?oles son s¨ªntomas de un fracaso colectivo que no solo empobrece a los afectados. La falta de perspectivas laborales y, por tanto, vitales es un drama espa?ol de car¨¢cter end¨¦mico que la crisis y la actual recesi¨®n han agudizado hasta extremos insostenibles. Las estad¨ªsticas son inapelables, pero detr¨¢s de ellas hay nombres y apellidos, historias de desesperanza de j¨®venes que ahora perciben inalcanzable un empleo que siquiera roce los mil euros; de ah¨ª la serie que inicia hoy este peri¨®dico bajo el lema de "nimileuristas".
La tasa de paro juvenil ha escalado a un ritmo acelerado en los ¨²ltimos cinco a?os hasta el 49,9%, lo que supone duplicar la media de la Uni¨®n Europea. Pero, adem¨¢s, la mayor¨ªa de los que logran acceder al mercado laboral ni siquiera obtienen las condiciones y los salarios adecuados para poder iniciar por su cuenta un proyecto de vida independiente. Tampoco para poder participar en el sistema productivo con la dignidad que se corresponde con los principios fundamentales que aprendieron en la escuela y con la que merecen los ciudadanos de un pa¨ªs democr¨¢tico del mundo desarrollado.
La ausencia de pol¨ªticas activas de empleo y los insuficientes intentos de modificar los patrones de crecimiento se han venido a unir a una crisis econ¨®mica devastadora en t¨¦rminos de desempleo. El empobrecimiento general de la poblaci¨®n con el recorte masivo de ingresos est¨¢ perjudicando de manera inmisericorde a los m¨¢s j¨®venes. A ellos van destinadas las ofertas ¡ªcrecientes¡ª de salarios miserables y extensos horarios. En un contexto de elevado desempleo y de incertidumbre laboral, emolumentos en negro y trabajos sin ning¨²n tipo de derechos empiezan a ser moneda corriente entre esos j¨®venes, muchos de ellos con estudios universitarios, que ven c¨®mo se truncan sus expectativas mientras asisten al obsceno espect¨¢culo de un reparto cada vez m¨¢s desigual de la riqueza. Durante la crisis, la brecha salarial entre directivos y empleados no hace m¨¢s que crecer, como demuestra la encuesta de estructura salarial del INE; un fen¨®meno que no es exclusivo de Espa?a.
El 89% de la poblaci¨®n espa?ola considera que la situaci¨®n econ¨®mica es mala o muy mala, lo que marca un r¨¦cord de pesimismo que, como un c¨ªrculo vicioso, es, a su vez, un lastre para el sistema. La misma encuesta del CIS que refleja esta negativa percepci¨®n ciudadana demuestra que aumenta el n¨²mero de espa?oles dispuestos a cambiar de ciudad e incluso a cruzar la frontera para conseguir un puesto de trabajo. Hay informes que hablan de hasta 300.000 j¨®venes que habr¨ªan emigrado desde el inicio de la crisis, dilapidando as¨ª en beneficio de otros todos los conocimientos que Espa?a puso a su alcance. Esa falta de perspectivas es un peligroso caldo de cultivo para el conflicto social y una p¨¦rdida irreparable para todo un pa¨ªs.
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