Recortes y reformas en investigaci¨®n
El sistema espa?ol de I+D ha crecido pero adolece todav¨ªa de problemas estructurales que pueden agravarse con los recortes presupuestarios. Para sobrevivir a la crisis necesita transformarse radicalmente
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Tras una ¨¦poca de expansi¨®n de los presupuestos para investigaci¨®n y de aumento de personal en universidades y centros p¨²blicos de I+D, desde 2009 vivimos sucesivos recortes presupuestarios, congelaci¨®n de plantillas e incertidumbres sobre el futuro de los investigadores temporales. En investigaci¨®n es importante evitar da?os irreversibles y, ahora, hacer reformas estructurales que mejoren los incentivos de los actores y la capacidad de respuesta ante la crisis. Si no queremos seguir siendo -casi- irrelevantes, con los efectos negativos que ello tiene para la innovaci¨®n y el crecimiento econ¨®mico, son necesarias instituciones fuertes, con flexibilidad de gesti¨®n y capacidad de adaptarse al entorno. Y tambi¨¦n financiaci¨®n suficiente.
La Ley de la Ciencia, la Tecnolog¨ªa y la Innovaci¨®n, aprobada en junio de 2011, no es el ung¨¹ento que el sistema de I+D necesita, aunque tiene algunos aspectos como la agencia de financiaci¨®n de la investigaci¨®n, el establecimiento de nuevas modalidades de contrataci¨®n laboral del personal investigador o algunas relativas a la innovaci¨®n, que merece la pena llevar adelante.
El sistema espa?ol de I+D ha crecido. Sin embargo, a¨²n perduran problemas estructurales. En primer lugar, su limitada internacionalizaci¨®n: las publicaciones cient¨ªficas en colaboraci¨®n con otros pa¨ªses apenas alcanzaron el 40% del total, claramente por debajo de otros pa¨ªses europeos; adem¨¢s, ninguna instituci¨®n espa?ola se encuentra entre las 40 instituciones europeas que hab¨ªa obtenido m¨¢s de 10 proyectos del Consejo Europeo de Investigaci¨®n (ERC). En segundo lugar, la calidad de sus resultados es mejorable, por no mencionar el bajo nivel de patentes; Espa?a ocupa la novena posici¨®n del mundo por cantidad de trabajos cient¨ªficos, sin embargo, en calidad (factor de impacto, porcentaje de trabajos entre los m¨¢s citados, etc¨¦tera) descendemos al puesto veintitantos. En tercer lugar, la escasa orientaci¨®n de los objetivos hacia los problemas y desaf¨ªos sociales y econ¨®micos: las agendas y la direcci¨®n de la investigaci¨®n responden a una estructura de incentivos que se ajusta a la satisfacci¨®n de publicar los resultados de investigaci¨®n, en el mejor de los casos en revistas internacionales de prestigio.
Adem¨¢s, la gobernanza del sistema de I+D y las pol¨ªticas de investigaci¨®n se caracterizan por una gran fragmentaci¨®n, competencial (derivada del incumplimiento del mandato del art¨ªculo 149.15 de la Constituci¨®n sobre la ¡°coordinaci¨®n general de la investigaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica¡±), e instrumental (derivada de la multiplicaci¨®n de convocatorias, la mayor¨ªa irrelevantes para el buen funcionamiento del sistema de I+D), lo que genera duplicaciones, redundancias e ineficiencias.
Los efectos de estos problemas se agravan en el contexto de recortes generalizados, especialmente cuando se aplican sobre modelos de organizaci¨®n inadecuados, caracterizados por la falta de incentivos apropiados, y sobre los que apenas se ha actuado en estos a?os, salvo la reciente puesta en marcha de unos pocos centros de I+D (v¨¦ase ¡°C¨®mo gastar mejor en la ciencia espa?ola¡±, EL PA?S 10/3/2010).
Hace falta una agencia que gestione la inversi¨®n en base a la oportunidad y a los m¨¦ritos cient¨ªficos
La financiaci¨®n de las organizaciones de I+D est¨¢ dominada por las transferencias presupuestarias directas y finalistas, y no por los fondos competitivos de I+D, que en los centros de excelencia internacionales suelen alcanzar el 50% del presupuesto. Este modelo de financiaci¨®n dificulta la flexibilidad y la capacidad de adaptaci¨®n de las organizaciones a necesidades cambiantes. Con algunas excepciones, nuestros centros e institutos de I+D carecen de autonom¨ªa respecto a la autoridad pol¨ªtica que les financia y de flexibilidad en el uso de los recursos que reciben; est¨¢n mal preparados para tomar decisiones colectivas sobre las mejores estrategias posibles y carecen de control sobre recursos esenciales para un organismo de investigaci¨®n (el presupuesto, las plantillas, la pol¨ªtica de reclutamiento, retenci¨®n y retiro, la pol¨ªtica de retribuciones, la evaluaci¨®n del rendimiento, etc¨¦tera).
Forzar a las organizaciones de I+D a racionalizar sus gastos, v¨ªa recortes de las transferencias corrientes, puede tener la virtud de incentivar el esfuerzo y la b¨²squeda de fondos externos. Pero para que el sistema espa?ol de I+D sobreviva a la crisis, necesitamos trasformar radicalmente esas organizaciones p¨²blicas de investigaci¨®n, librarlas de sus ataduras, precisamente para permitir que puedan adaptarse inteligentemente y de forma selectiva.
Fomentar la competencia y el esfuerzo por aumentar la capacidad de autofinanciaci¨®n de las instituciones puede ser positivo, pero es necesario que haya fondos competitivos suficientes. Son las dos caras de un sistema sano, instituciones aut¨®nomas y flexibles, capaces de decidir sobre el uso de recursos y un sistema suficiente de financiaci¨®n competitiva de la I+D, aquella que se otorga tras rigurosas evaluaciones de relevancia y oportunidad.
El nivel ¨®ptimo de fondos nacionales de car¨¢cter competitivo para la ciencia espa?ola se podr¨ªa situar en unos mil millones de euros al a?o, y en todo caso no deber¨ªa descender de los 700 millones, sin incluir los fondos de biomedicina; pero tambi¨¦n hace falta una agencia de financiaci¨®n que los administre en base a los m¨¦ritos cient¨ªficos y la oportunidad, al modo del ERC.
Los organismos de I+D deben tener m¨¢s autonom¨ªa en el manejo de sus recursos
El Gobierno y las comunidades aut¨®nomas deben garantizar que esos ¡°recortes necesarios¡± sean selectivos, para que los fondos se utilicen mejor; reequilibrar la transferencias directas y fondos competitivos, aumentando ¨¦stos ¨²ltimos y, al mismo tiempo, desarrollar reformas que aumenten la autonom¨ªa y flexibilidad de las instituciones de I+D, de modo que puedan competir por los recursos nacionales y europeos. Frente a la omnipresencia del discurso de los recortes, existe margen para pol¨ªticas y actuaciones que mejoren el sistema.
En primer lugar, coordinar la pol¨ªtica de I+D y garantizar la financiaci¨®n competitiva; solo el 4,5% del total de los gastos en I+D de universidades y centros p¨²blicos de investigaci¨®n espa?oles procede de fondos europeos de investigaci¨®n; a la financiaci¨®n de origen nacional la Administraci¨®n General del Estado contribuy¨® con un 40% y el conjunto de las 17 comunidades aut¨®nomas con un 60%. Quiz¨¢ sea necesario un redimensionamiento de la financiaci¨®n p¨²blica de la I+D, pero hace falta selectividad mediante un incremento de los fondos competitivos, b¨²squeda de sinergias con los fondos europeos, una divisi¨®n clara de las competencias y del trabajo con las comunidades aut¨®nomas y una priorizaci¨®n en los instrumentos que se utilizan para ejecutar las pol¨ªticas del Estado.
Estas actuaciones deben tambi¨¦n contribuir a reformar las instituciones y organismos de I+D, incluidas las universidades, aumentando su autonom¨ªa, capacidad y discreci¨®n en el manejo de sus recursos, con la contrapartida de una mejor rendici¨®n de cuentas y evaluaci¨®n de los resultados. Las instituciones espa?olas que triunfan en las convocatorias del ERC no son las universidades y organismos de investigaci¨®n tradicionales, sino los nuevos institutos y centros de I+D, con direcci¨®n y liderazgo cient¨ªfico de los mejores investigadores, con capacidad de gestionar su presupuesto y asignar los recursos y de reclutar el mejor talento, en definitiva de construir proyectos cient¨ªficos de frontera, capaces de responder a los desaf¨ªos globales.
Por otra parte se deber¨ªa integrar mejor a los organismos p¨²blicos en el conjunto del sistema de I+D e innovaci¨®n. Estos centros podr¨ªan ser un mecanismo gubernamental de impulso, mejora e internacionalizaci¨®n del conjunto del sistema espa?ol de I+D. El CSIC, por ejemplo, apenas ha explotado las sinergias de integrarse en las universidades y en sus escuelas doctorales, para alcanzar tama?os cr¨ªticos de investigaci¨®n y mejorar en competitividad.
Pero no hay que olvidar que es esencial reclutar y retener el talento. Es necesario garantizar que los buenos investigadores dispongan de un horizonte claro y un entorno favorable para el desarrollo de su trabajo; centros de I+D de excelencia, que permitan atraer m¨¢s investigadores ¡ªcon independencia de su nacionalidad¡ª y retener en la actividad a los mejores; y estas perspectivas no deber¨ªan estar sometidas exclusivamente al modelo funcionarial dominante en universidades y centros p¨²blicos de I+D, que debe ser repensado junto con los sistemas de evaluaci¨®n de resultados.
Luis Sanz Men¨¦ndez es director del Instituto de Pol¨ªticas y Bienes P¨²blicos (IPP) del CSIC, y presidente del Comit¨¦ de Pol¨ªtica Cient¨ªfica y Tecnol¨®gica de OCDE
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