El 29-M contra la Internacional Capitalista
El ¨¦xito de toda acci¨®n colectiva, como una huelga general, depende de la disponibilidad, calidad y alineamiento de tres recursos: estrategia, liderazgo y organizaci¨®n
?Por qu¨¦ en una situaci¨®n patente de dominio y discriminaci¨®n de las ¨¦lites a las no ¨¦lites no se produce m¨¢s resistencia contra esa sujeci¨®n?, ?por qu¨¦ hay m¨¢s orden que conflicto?
La huelga general convocada para el 29-M es la primera acci¨®n de resistencia social que la izquierda ha propuesto; y sus convocantes, CC OO y UGT, son las ¨²nicas organizaciones progresistas capaces de movilizaci¨®n colectiva comparables a las m¨¢s eficaces de Espa?a: las muy conservadoras, entusiastas y disciplinadas asociaciones de padres de alumnos de colegios cat¨®licos al mando de Antonio M. Rouco Valera.
El ¨¦xito de toda acci¨®n colectiva, como una huelga general, depende de la disponibilidad, calidad y alineamiento de tres recursos: estrategia, liderazgo y organizaci¨®n.
Aunque en los ¨²ltimos d¨ªas de convocatoria el 29-M se quiere presentar como defensa de un modelo social, la estrategia oficial de la huelga es forzar al gobierno a negociar con los sindicatos la reforma laboral presentada al Congreso, que expedita los procedimientos de despido, reduciendo el rol de los agentes sociales en la negociaci¨®n colectiva, traspasando ¨¦sta del ¨¢mbito sectorial al de empresas concretas. Es, por tanto, una huelga en defensa del actual modelo de relaciones laborales. ?ste se puede calificar de corporativista (para evitar las connotaciones negativas de la palabra, los sindicatos le nominan, piadosamente, de ¡°concertaci¨®n¡±), entendiendo por ello el cogobierno por un n¨²mero escaso de actores ¡ªsindicatos, patronal, Estado¡ª de las relaciones industriales. Ha sido tal la colaboraci¨®n entre estos agentes que los sindicatos, en las grandes empresas de sectores sobretodo industriales, realizan algunas de las labores normalmente encuadradas en la funci¨®n empresarial Recursos Humanos (establecimiento de categor¨ªas laborales, decisiones disciplinarias, horarios, etc.) Con esta co-administraci¨®n de personal, los sindicatos se han especializado en una perspectiva jur¨ªdico-laboral, contractual, desinteres¨¢ndose de las cuestiones estrat¨¦gicas, financieras, tecnol¨®gicas, aquellas que definen la competitividad de las empresas y que han dejado en manos de los ejecutivos.
Es este modelo corporativista el que el gobierno quiere reemplazar por uno donde los directivos de cada empresa ser¨¢n los ejecutores de la racionalidad universal, cient¨ªfica, cuantificable, de las estrategias empresariales, incluyendo las cuestiones laborables, en cada empresa.
Las huelgas generales para ser exitosas han de ser predominantemente pol¨ªticas
Algo tan abstracto como un modelo de relaciones laborales es escasamente movilizador. Los paros generales que m¨¢s ¨¦xito han tenido han sido aquellos que, con independencia del motivo de su convocatoria, han conectado con un deseo de la ciudadan¨ªa de castigar un ejercicio del poder ¡ªde Gonz¨¢lez primero y Aznar despu¨¦s¡ª que se consideraba prepotente. Pero el Gobierno de Rajoy lleva poco tiempo como para ya haber generado irritaci¨®n ante su ejercicio del poder, irritaci¨®n que, sabedor de su efectos, el PP cuidadosamente trata de evitar. Las huelgas generales para ser exitosas han de ser predominantemente pol¨ªticas.
Dificultando a¨²n m¨¢s el impacto estrat¨¦gico del 29-M est¨¢ el hecho de que la coerci¨®n impl¨ªcita en toda huelga ¡ªretirar la colaboraci¨®n de la fuerza de trabajo al proceso productivo¡ª es cada vez menos amenazante, porque las empresas tienen alternativas globales a los empleados espa?oles. La crisis econ¨®mica ha acelerado la plena incorporaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n a las operaciones de las empresas. Como consecuencia, cada vez menos hace falta el desplazamiento f¨ªsico del trabajador a su puesto de trabajo para el desempe?o de su tarea, que ya se puede hacer desde la distancia, aunque ¨¦sta sea a millares de kil¨®metros. Lo que Marx llamaba el ¡°ej¨¦rcito industrial de reserva¡±, y al que ahora podr¨ªamos nominar ¡°ej¨¦rcito de semiprofesionales de reserva¡± (sobretodo t¨¦cnicos del back office de las empresas), ha aumentado en centenares de millones de integrantes con la globalizaci¨®n y las tecnolog¨ªas digitales.
Esta es, por tanto, una huelga no estrat¨¦gica, defensiva, sin modelo laboral alternativo al del gobierno.
El segundo recurso clave para evaluar la prospectiva de ¨¦xito de una movilizaci¨®n es su liderazgo, en este caso los sindicatos. Estos est¨¢n sometidos a una campa?a de descalificaci¨®n populista, acusados de haberse profesionalizado en exceso, de haber abandonado la clase obrera para ingresar en la ¡°clase pol¨ªtica¡±. Pero, de la misma manera que las empresas no pueden ser gestionadas por democracia directa o incluso representativa, tampoco lo pueden ser organizaciones de masas como sindicatos o partidos. El precio de la democracia interna sindical es la ineficacia. El mismo que el de la espontaneidad en movimientos como el 15-M. Lo que el soci¨®logo Robert Michels llamaba, ya a principios del siglo pasado, oligarqu¨ªa organizativa ¡ªel gobierno de las organizaciones de masa por unos pocos profesionales, que se cooptan entre s¨ª¡ª es el modo de liderazgo natural de sindicatos y partidos. Tan es as¨ª que la sociolog¨ªa cl¨¢sica s¨®lo pudo encontrar un ¨²nico caso de sindicato de masas con funcionamiento democr¨¢tico: una uni¨®n de tip¨®grafos norteamericana.
Esta es una huelga? defensiva, sin modelo laboral alternativo al del Gobierno
El defecto de la dirigencia sindical espa?ola no es una profesionalizaci¨®n excesiva, sino el de una especializaci¨®n limitada a lo legal-laboral. Es significativo que en los pa¨ªses europeos con menos tasas de desempleo, como Alemania y Escandinavia, los sindicatos est¨¦n implicados en el gobierno de las organizaciones y en todos los temas del mismo ¡ªmercados, productos, productividad. Como en Espa?a, hay concertaci¨®n, s¨ª, pero al m¨¢ximo nivel jer¨¢rquico y sobre la estrategia de las empresas. El problema no es, por tanto, el exceso de poder de los sindicatos espa?oles, es la falta del mismo, y es decepcionante que no aspiren a ella demandando un nuevo modelo, en vez de defender el existente.
El tercer recurso es la organizaci¨®n: el ¨¢mbito de convocatoria y estructuraci¨®n de la acci¨®n colectiva.
Hace siglo y medio, Marx y Engels entendiendo que el proletariado desbordaba los marcos estatales y necesitaba una organizaci¨®n transnacional que sirviera de recurso principal para su estrategia, fundaron en 1864 la Primera Internacional. Hoy, desaparecida la Internacional Comunista s¨®lo subsiste, marginal, la Internacional Socialista que ¡ªtremendo simbolismo-- preside desde 2006 Georges Papandreu, el ex presidente socialista griego, sacrificado en aras del ajuste fiscal europeo.
Hoy, con mercados de trabajo globaliz¨¢ndose r¨¢pidamente, cuando los gobiernos nacionales son ejecutores de decisiones de organismos internacionales como la Uni¨®n Europea, cuando las ¨¦lites del mundo ya no tienen como referencia vital sus pa¨ªses de origen, los instrumentos de acci¨®n de los trabajadores siguen siendo obsoletamente locales. El gran reto sindical es organizativo.
En contraste, las ¨¦lites empresariales no tienen un problema organizativo. Los soci¨®logos marxistas han buscado pruebas de coordinaci¨®n formal de las clases dominantes, pero pocas han encontrado. ?C¨®mo explicar entonces su unidad de acci¨®n? La hip¨®tesis de la sociolog¨ªa de las organizaciones es la ¡°equivalencia estructural¡±: a las ¨¦lites globales no les son precisas estructuras de coordinaci¨®n, ya que sus intereses, iguales, objetivos, les son obvios, no est¨¢n sesgados por ideolog¨ªas. Su coordinaci¨®n es natural, espont¨¢nea. As¨ª, las ¨¦lites estudian juntas en las mejores universidades norteamericanas, se vuelven a reunir en lugares como Davos y foros similares, donde reafirman sus valores ecum¨¦nicos, racionalistas, financieros y cient¨ªficos, trabajan para las mismas organizaciones, guardan el dinero en los mismos bancos, gozan de similares ventajas fiscales e invierten en los mismos fondos. E pluribus unum, las ¨¦lites globales del siglo XXI se han erigido en una internacional capitalista t¨¢cita.
Los trabajadores, por contra, carecen de coordinaci¨®n t¨¢cita: no coinciden en las universidades porque muchos no estudian, no trabajan juntos porque muchos est¨¢n desempleados, no protestan al un¨ªsono porque la resistencia es local, como el 29-M, ¡°huelga-general-en-un-solo-pa¨ªs¡±. Las clases populares necesitan mecanismos expl¨ªcitos, formales, jer¨¢rquicos, disciplinados, especializados y, sobre todo, globales de coordinaci¨®n.
Probablemente el resultado del 29-M, un respetable ejercicio de acci¨®n colectiva, sea como el de la izquierda en las elecciones andaluzas, ni derrota ni victoria. Aunque hubiera sido preferible para los sectores progresistas de este pa¨ªs que los sindicatos en una ocasi¨®n como ¨¦sta, como los partidos de izquierda en las elecciones, no consideren su apoyo como garantizado, seguro, y les hubiesen ofrecido una mejor estrategia, mejor liderazgo y mejor t¨¢ctica. Las ocasiones son limitadas.
Jos¨¦ Luis ?lvarez es doctor en Sociolog¨ªa de las Organizaciones por la Universidad de Harvard.
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