M¨¢s que un simple pastor
El Papa busca en Cuba reforzar a la Iglesia cat¨®lica y no tanto la apertura del r¨¦gimen
Aunque se presente oficialmente como una visita ¡°pastoral¡±, la presencia del Papa en Cuba, y anteriormente en M¨¦xico, es mucho m¨¢s que eso. Est¨¢ cargada de pol¨ªtica. Porque Benedicto XVI, adem¨¢s de jefe del Estado del Vaticano ¡ªcuya influencia no es proporcional a su tama?o¡ª, tambi¨¦n es cabeza de la Iglesia cat¨®lica y, por ello, defiende unos intereses. El papa Ratzinger ha aceptado evitar a la disidencia cubana como una condici¨®n para su visita. Tambi¨¦n Rodr¨ªguez Zapatero, que nunca viaj¨® a Cuba, impuls¨® una revisi¨®n de la pol¨ªtica de la UE para dejar los contactos con la disidencia al margen de los actos oficiales y descongelar las relaciones diplom¨¢ticas con el r¨¦gimen castrista. Tratar con los Castro nunca ha sido f¨¢cil para nadie, ni para Espa?a ni para la Iglesia cat¨®lica. Ninguno ha conseguido que la dictadura se abriera, pero s¨ª, al menos, con maniobras discretas, la liberaci¨®n de decenas de presos.
Poco cambiar¨¢ este viaje, un ¨¦xito de masas como la cita anterior en M¨¦xico, para un sistema que se ha cerrado en lo pol¨ªtico, aunque, forzado por su inoperancia, ha tenido que liberalizar algo la econom¨ªa. Prueba de su cerraz¨®n es que el a?o pasado retir¨® la credencial al corresponsal de EL PA?S en La Habana y ha negado el visado al enviado especial de este peri¨®dico para cubrir la visita papal.
De los presos pol¨ªticos y de la necesidad de ¡°construir una sociedad abierta y renovada¡± s¨ª ha hablado Benedicto XVI. Pero las declaraciones de Jaime Lucas Ortega, arzobispo de San Crist¨®bal de La Habana, a L¡¯Osservatore Romano, el peri¨®dico del Vaticano, en las que ha pintado una Cuba id¨ªlica sin presos pol¨ªticos ni estrecheces econ¨®micas para la vida cotidiana, han indignado, comprensiblemente, a la disidencia. La Iglesia no quiere bronca con Cuba. Busca un espacio para poder ampliar su labor pastoral e ir penetrando en la ense?anza. De hecho, fue tambi¨¦n el objetivo del viaje de Juan Pablo II en 1998, y algo consigui¨® para su instituci¨®n.
Tambi¨¦n lo ha sido el de su paso por M¨¦xico, una sociedad muy religiosa en una rep¨²blica militantemente laica. Qu¨¦ duda cabe que si esta realpolitik de Benedicto XVI ha causado frustraci¨®n entre la disidencia cubana, tambi¨¦n lo ha hecho en muchos mexicanos por no recibir a las v¨ªctimas de los abusos sexuales de Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, tan pr¨®ximo en su d¨ªa a Ratzinger.
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