La pol¨ªtica de la intimidaci¨®n punitiva
Los Presupuestos de Rajoy pretenden salvarnos a costa de condenarnos por nuestro propio bien
Este t¨ªtulo es un homenaje a Michael Oakeshott, el fil¨®sofo conservador que rompi¨® con los tories tras el giro neoliberal adoptado por Thatcher, pues su testamento intelectual publicado p¨®stumamente, aunque escrito 50 a?os antes, se titulaba La pol¨ªtica de la fe y la pol¨ªtica del escepticismo. Y parafraseando su op¨²sculo, podr¨ªamos decir que la ret¨®rica contempor¨¢nea del poder fluct¨²a entre la pol¨ªtica de la esperanza, t¨ªpicamente progresista, y la pol¨ªtica del temor, m¨¢s propia del pensamiento conservador. La pol¨ªtica de la esperanza nos ilusiona con la oferta de promesas estimulantes mientras que la del temor esgrime riesgos y amenazas por venir. Y esta ambivalencia se da en las dos orillas del espectro ideol¨®gico: la socialdemocracia ha pasado de ofrecer m¨¢s y mejores derechos sociales a alarmar a los asalariados con el pr¨®ximo derrumbe del Estado de bienestar, mientras que los neoliberales han dejado de tentar a las clases medias con burbujas especulativas para pasar a atemorizarlas con el miedo al desclasamiento social.
Aqu¨ª me voy a centrar en la pol¨ªtica del temor, de larga tradici¨®n en la ret¨®rica del poder, para sugerir que estar¨ªamos asistiendo a un giro copernicano en su metodolog¨ªa argumental. Seg¨²n creo advertir, hemos pasado de la vieja pol¨ªtica xen¨®foba, t¨ªpica del populismo sectario, a la nueva pol¨ªtica de la intimidaci¨®n, que est¨¢ ocupando su lugar en la actualidad. El populismo lucha por el poder (y lo ejerce) mediante la siembra del miedo y el odio a los otros (a los extra?os, al adversario), seg¨²n la matriz originaria del nazismo hitleriano. De ah¨ª que podamos definir su ret¨®rica sectaria como pol¨ªtica de la fobia. Mientras que el conservadurismo actual, ejemplificado por la canciller Merkel, gobierna mediante lo que denominar¨¦ pol¨ªtica del amedrentamiento, empleada para imponer la austeridad fiscal como terapia contra la crisis. Y esta otra pol¨ªtica intimidatoria ya no se basa en infundir el miedo a los otros como presuntos culpables sino en despertar el temor a nosotros mismos. Veamos esquem¨¢ticamente sus contrapuestas estrategias pol¨ªticas.
La ret¨®rica populista de la fobia se funda (como frame o marco de encuadre) en la dial¨¦ctica del amigo y el enemigo de Carl Schmitt. Su objetivo principal es dividir al demos (la comunidad pol¨ªtica) generando hostilidad y antagonismo para provocar la confrontaci¨®n polarizada entre nosotros y ellos. Y sus objetivos derivados son dobles. Respecto a nosotros, se busca enardecer y movilizar a las clases populares para poder cohesionar la fidelidad electoral de las propias bases sociales. Y respecto a ellos, se trata de aislar a los adversarios reprimiendo la disidencia y excluyendo a las minor¨ªas. En cuanto al m¨¦todo, la pol¨ªtica de la fobia se basa en la invenci¨®n de alg¨²n enemigo del pueblo al que poder culpar de todos los males reales o imaginarios. Puede ser cualquier enemigo exterior, como imagina el nacionalismo populista, pero tambi¨¦n un enemigo interior, ya sean agentes infiltrados o castas par¨¢sitas e impopulares, tanto si son castas impuras (los parias, los inmigrantes) como corruptas (la banca, la oligarqu¨ªa). Finalmente, la pol¨ªtica de la fobia exige la persecuci¨®n y castigo selectivo de los enemigos designados como culpables, a fin de sacrificarlos como chivos expiatorios. Y buenos ejemplos recientes de esta ret¨®rica son la imputaci¨®n a los PIGS en Europa y al PSOE en Espa?a como presuntos culpables de la crisis.
Lejos de amansarse, nuestras clases populares parecen dispuestas a resistir
En cambio, la ret¨®rica del amedrentamiento utiliza como encuadre el marco del padre estricto de George Lakoff (popularizado en su libro No pienses en un elefante), aunque quiz¨¢ deber¨ªamos llamarlo en nuestro caso el frame de la matriarca punitiva, si tenemos en cuenta que en Europa continental lo est¨¢ imponiendo Angela Merkel. Su objetivo principal es unificar al demos para igualarlo borrando sus diferencias de clase, identidad o status, buscando generar as¨ª un consenso un¨¢nime o al menos mayoritario que pueda traducirse en apoyo electoral al poder. As¨ª se genera una espiral del silencio que permite desmovilizar, inhibir y acallar a todos por igual, imponi¨¦ndoles una estricta disciplina simb¨®lica capaz de dominarlos moralmente. Y todo ello con objeto de obtener de buen grado su conformista consentimiento por unanimidad.
Y su m¨¦todo parte de la invenci¨®n de alg¨²n pecado com¨²n que act¨²e a modo de ca¨ªda original (¡°todos somos culpables de haber vivido por encima de nuestras posibilidades¡±), distribuyendo por igual la responsabilidad por los males que sufre la comunidad. Es el caso del s¨ªndrome de la deuda soberana (tanto p¨²blica como privada) a la que se erige en causa ¨²ltima de nuestras desgracias. Y esta presunta culpa colectiva constituye una amenaza de tal magnitud que condena a todas las clases (tanto medias como asalariadas) a sufrir un merecido desclasamiento social, con p¨¦rdida del para¨ªso prometido por la movilidad ascendente. De ah¨ª la exigencia de sacrificio y penitencia generalizada como ¨²nica forma de expiar las culpas colectivas en busca de redenci¨®n moral. De esto se encarga la pol¨ªtica de austeridad punitiva dictada por el poder, que no hace m¨¢s que reforzar a¨²n m¨¢s el castigo indiscriminado en forma de pobreza, desigualdad y desclasamiento general, de modo que parezca que en el pecado se lleva la penitencia. Y un ejemplo de este c¨ªrculo vicioso lo tenemos en los Presupuestos de Rajoy, que pretenden salvarnos a costa de condenarnos por nuestro propio bien.
Por supuesto, estas dos estrategias ret¨®ricas, la de la fobia y la del amedrentamiento, que representan las dos caras de la pol¨ªtica del miedo, no son incompatibles entre s¨ª. Por el contrario, suelen esgrimirse con ambivalencia, bien altern¨¢ndolas sucesivamente o bien aplic¨¢ndolas de forma simult¨¢nea, la una con mano izquierda y la otra con la diestra, de modo que se complementen y equilibren entre s¨ª. As¨ª, la pol¨ªtica de la fobia se usa para culpar y castigar selectivamente a ciertos enemigos designados: como los inmigrantes, los griegos o los sindicatos. Mientras que la pol¨ªtica de la intimidaci¨®n se usa para culpar y castigar indiscriminadamente a todos por igual mediante la pol¨ªtica de la austeridad punitiva, buscando de este modo el consentimiento un¨¢nime: mal de muchos consuelo de todos. Y eso de acuerdo al refr¨¢n rescatado por Toni Dom¨¨nech para esta infausta ocasi¨®n: ¡°Lo poco espanta, lo mucho amansa¡±. Pues el sacrificio expiatorio de los griegos, espanto de unos pocos, representa una lecci¨®n ejemplar que amansar¨¢ a muchos m¨¢s, a fin de obtener lo que realmente se pretende: el sometimiento general. Una sumisi¨®n que la derecha espa?ola est¨¢ lejos de lograr, visto el resultado electoral del domingo y la huelga general de hoy mismo: lejos de amansarse, nuestras clases populares parecen dispuestas a resistir.
Enrique Gil Calvo es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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