Mali s¨ª importa
El golpe militar debilita un pa¨ªs minado por la rebeli¨®n tuareg y la progresion de Al Qaeda
El golpe de Estado en Mali, en el que un grupo de soldados amotinados han derrocado al presidente elegido Amadou Toumani Tour¨¦ cuando llegaba al final de diez a?os de mandato, tiene implicaciones mayores que las de una rebeli¨®n militar al uso en ?frica, esta vez en uno de los pa¨ªses m¨¢s estables de la regi¨®n. La m¨¢s grave es la inseguridad que a?ade a una zona, el sur del Sahara, en la que al amparo de su vaciedad y sus nebulosas fronteras crecen r¨¢pidamente el tr¨¢fico de armas, de drogas o de seres humanos, y a la vez la implantaci¨®n terrorista de la denominada Al Qaeda del Magreb Isl¨¢mico, alimentada por las facilidades que otorga la miseria.
Los militares sublevados, a las ¨®rdenes de un capit¨¢n, anuncian una nueva Constituci¨®n y elecciones sin fecha para evitar las represalias de la Organizaci¨®n de Estados de ?frica Occidental. Y justifican su golpe en la incapacidad gubernamental para contener los avances de los tuaregs en el norte de Mali, donde la creciente inseguridad est¨¢ forzando la huida de miles de n¨®madas a pa¨ªses vecinos. Los tuaregs se consideran hist¨®ricamente agraviados por Bamako, pero su rebeli¨®n actual, la m¨¢s grave con diferencia, est¨¢ alimentada por la formaci¨®n a finales del a?o pasado de un frente pol¨ªtico unificado y, sobre todo, por el arsenal armamentista con que sus jefes militares han regresado de Libia tras la muerte de Gadafi, que les dio santuario y les incorpor¨® por centenares a su ej¨¦rcito. La insurgencia tuareg, mejor pertrechada que el simb¨®lico ej¨¦rcito maliense (menos de 10.000 hombres), acaricia un territorio propio, Azawad, en el vasto desierto al norte del pa¨ªs.
Mali, dos veces el tama?o de Francia, es un Estado precario, pero estable bajo el depuesto presidente Tour¨¦, con apoyo de las potencias democr¨¢ticas y de las organizaciones pol¨ªticas africanas. La junta militar que detenta el poder desde la semana pasada, condenada internacionalmente con rara unanimidad, carece tanto de legitimidad como de las palancas m¨¢s elementales para contener la rebeli¨®n tuareg y la progresi¨®n de Al Qaeda (que extiende su campo de acci¨®n a Mauritania, Argelia o N¨ªger) en una inmensa zona que, pese a su vaciedad, se va convirtiendo en cr¨ªtica. Su situaci¨®n podr¨ªa agravarse si se concretan los incipientes temores sobre una eventual cooperaci¨®n (armas, dinero) entre los rebeldes n¨®madas y los yihadistas isl¨¢micos, pese a la disparidad de sus prop¨®sitos.
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