Santo, soldado poeta, SS
El poema en el que G¨¹nter Grass critica que la posesi¨®n por Israel pone en peligro la paz mundial resulta, seg¨²n el autor, soberbio y lleno de hipocres¨ªa
Le¨ªdo el texto de G¨¹nter Grass publicado bajo el t¨ªtulo de Lo que hay que decir, y lejos de admirarme bovinamente por su contenido, por mucho que provenga de un Premio Nobel de su categor¨ªa literaria, se me ocurren algunas consideraciones pol¨ªticamente incorrectas y contra la corriente acomodaticia dominante.
1. El t¨ªtulo. Soberbio, aseverativo, sin manifestar la menor sombra de duda. Parece que hasta ahora nadie, salvo ¨¦l, ha dicho lo que hay que decir. ?Y por qu¨¦ es esto lo que hay que decir? G¨¹nter Grass pontifica, es su estilo de gran sant¨®n moralista, de pluma que blande la verdad demostrando que las cosas no son hasta que ¨¦l las dice.
2. El poema. No todo lo que se escribe con renglones cortados es un poema; no todo Premio Nobel es capaz de escribir un poema; no todo poeta es capaz de escribir un poema; no todo poema aparente justifica un art¨ªculo manifiesto.
3. ¡°Supervivientes, solo acabamos como notas a pie de p¨¢gina¡±. S¨ª, los nazis que sobrevivieron, al final, siendo ellos el texto principal, corrieron a esconderse en las notas a pie de p¨¢gina. En su caso, nota de la nota, porque tard¨® mucho en dejar de mentir sobre su pasado en las Waffen SS.
4. ¡°Supuesto derecho a un ataque preventivo¡±. Quiz¨¢ muchos jud¨ªos, al leer esta frase, tengan derecho a pensar que un ataque preventivo a la Alemania nazi de la juventud de G¨¹nter Grass habr¨ªa ahorrado mucho dolor y millones de muertes (no solo a los jud¨ªos), pero eso habr¨ªa evitado el curso de la historia actual, claro, incluido el hecho de que tal vez ya no existiera el Premio Nobel.
5. ¡°Se sospecha la fabricaci¨®n de una bomba at¨®mica¡±. La palabra ¡°sospecha¡± es demasiado blanda, ins¨ªpida, a estas alturas en que todo el mundo autorizado, incluidos los propios iran¨ªes, reconocen esa fabricaci¨®n y reconocen c¨®mo y contra qui¨¦n la utilizar¨ªan. Quiz¨¢ G¨¹nter Grass haya llegado un poco tarde a la informaci¨®n para hacer su supuesto poema.
Hace muchos a?os que el discurso oficial sit¨²a a Israel como la amenaza ¨²nica, aun cuando sea en realidad una de las v¨ªctimas
6. ¡°?Por qu¨¦ me proh¨ªbo nombrar a ese otro pa¨ªs?¡±. S¨ª, buena pregunta que quiz¨¢ deber¨ªa ser comentada a un psicoanalista. Yo tengo otro ¡°por qu¨¦¡±: ?por qu¨¦ no ha escrito nada ¨Chasta donde puedo yo saber- sobre la escalada represiva de Ir¨¢n o de otros pa¨ªses? ?Por qu¨¦ no nombra a Israel? ?Quiz¨¢ porque no ha asumido su existencia?
7. ¡°Antisemitismo se llama la condena¡±. Efectivamente, ese es el nombre. Ahora bien, deduzco que al emplearla aqu¨ª est¨¢ diciendo que nunca pudo hablar contra Israel (ni contra los jud¨ªos) porque lo tildaban de antisemita. Me temo que todav¨ªa en Europa no se ha aprendido nada, y empieza a despreciarse esa palabra porque, para muchos ¨C?acaso el se?or Grass est¨¦ entre ellos?- no encierra nada vergonzante. Pronto leeremos o oiremos: ¡°Antisemita, s¨ª, a mucha honra¡±.
8. ¡°Pa¨ªs de Israel, al que estoy unido y quiero seguir est¨¢ndolo¡±. Aqu¨ª, curiosamente, s¨ª se nombra al pa¨ªs ¡°que me proh¨ªbo nombrar¡±. Y ¡°unido¡± quiz¨¢ se refiera a que, para siempre, hasta el d¨ªa de su muerte, G¨¹nter Grass sabr¨¢ en el fondo de su ser cu¨¢nto significa esa palabra en un hombre con su pasado y en un pa¨ªs con ese mismo pasado.
9. ¡°Israel, potencia nuclear, pone en peligro una paz mundial¡±. Hay varias potencias nucleares. Hasta donde se sabe, Israel no ha amenazado a ning¨²n pa¨ªs con arrasarlo con armas at¨®micas. Hasta donde se sabe, la paz mundial la ponen en peligro otros. Pero hace muchos a?os que el discurso oficial ¨Cclaramente antisemita- sit¨²a a Israel como la amenaza ¨²nica, aun cuando sea en realidad una de las v¨ªctimas. Esta frase, lamentablemente, traiciona al se?or Grass m¨¢s que ninguna otra.
10. ¡°Podr¨ªamos ser c¨®mplices de un crimen.¡± ?Ahora sale con esas, se?or Grass! O sea que todo su discurso, incluido la hip¨®crita lamentaci¨®n por la venta de un submarino alem¨¢n a Israel ¨Ccuando se venden millones de armas a pa¨ªses de dudosa garant¨ªa democr¨¢tica, incluido Rusia o China-, va orientado a no ser c¨®mplices, a no tener nada que ver con un hipot¨¦tico crimen. No parece que le importen los iran¨ªes muertos, ni los israel¨ªes muertos, ni los palestinos que tambi¨¦n morir¨ªan si Ir¨¢n cumpliese su amenaza, etc¨¦tera, etc¨¦tera. Lo que importa es que la actual Alemania no sea c¨®mplice. ?Y esta complicidad de un crimen no es lo que su generaci¨®n y la de sus padres, se?or Grass, han tenido que pagar con un alto precio pero excelentes r¨¦ditos econ¨®micos?
11. ¡°La hipocres¨ªa de Occidente.¡± Comparto el sentido de este concepto, es muy alta la hipocres¨ªa en todos los sentidos. Pero creo que el escritor G¨¹nter Grass ha cabalgado siempre en la ola de esa hipocres¨ªa, aun cuando ha dado muestras de denunciarla.
12. ¡°Exijan al causante de ese peligro visible que renuncie al uso de la fuerza¡±. ?Se refiere a Ir¨¢n? ?Se refiere a Israel? ?A un tercer pa¨ªs? ?Est¨¢ bien informado el se?or Grass? ?O m¨¢s bien sale a flote, por fin, el gran cura que habla desde el p¨²lpito para impartir lecciones de moral? En este sentido, Heinrich B?ll, por ejemplo, era mucho m¨¢s honesto, infinitamente m¨¢s.
13. ¡°Ambos pa¨ªses permitan el control permanente¡±. Es loable idea, loable la intenci¨®n, si el mundo fuese diferente. Pero quiz¨¢ Israel, pa¨ªs soberano, pida un voto de confianza a este respecto. No ense?ar¨¢ su armas, as¨ª podr¨¢ mostrar los dientes a sus enemigos. No tiene por qu¨¦ hacerlo, soberanamente. No ha dicho nunca que vaya a utilizar su supuesto arsenal nuclear, ni ha amenazado a nadie. ?Por qu¨¦ es menos digno de confianza que otros gobiernos claramente amenazadores? El error de G¨¹nter Grass es decir ¡°ambos pa¨ªses¡±, equipar¨¢ndolos.
14. Final del poema. Claramente escrito para la galer¨ªa, claramente beat¨ªfico, claramente irreal y l¨ªrico. Conclusi¨®n, a mi modesto modo de ver: G¨¹nter Grass ha dado, una vez m¨¢s, una muestra de exhibicionismo, y me pregunto si no ser¨¢ la en¨¦sima cortina de humo sobre su propia historia, cuyo relato, finalmente, ha acabado por creerse.
Adolfo Garc¨ªa Ortega es escritor, editor y excr¨ªtico literario
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