En el fuego del combate
La guerra espa?ola galvaniz¨® la conciencia contempor¨¢nea. Dej¨® huella indeleble en la memoria de la humanidad como prueban las obras de Picasso, Orwell, Hemingway, Malraux o Aza?a
Guernica fue bombardeada el 26 de abril de 1937. Entre el 3 y el 7 de mayo, estallaban en Barcelona los llamados ¡°hechos de mayo¡±, el enfrentamiento armado en las calles (400/500 muertos) entre milicias de la CNT y del POUM, y fuerzas de orden p¨²blico de la Generalitat catalana, apoyadas por fuerzas del gobierno de la Rep¨²blica, sucesos cuyas consecuencias ¡ªilegalizaci¨®n del POUM, asesinato de su l¨ªder Andreu Nin y fin del proceso revolucionario en Catalu?a¡ª iban a gravitar decisiva y perturbadoramente sobre la historia de la guerra espa?ola. Poco despu¨¦s, del 30 de mayo al 2 de junio, la Rep¨²blica iniciaba en el frente de Madrid una ofensiva sobre La Granja y Segovia, con el objetivo precisamente de responder a la ofensiva de Franco en el norte ¡ªen el marco de la cual se hab¨ªa producido el bombardeo de Guernica¡ª y evitar la ca¨ªda de Bilbao.
Picasso empez¨® a pintar el ¡°Guernica¡± el 1 de mayo, y lo termin¨® en cinco semanas de creatividad fren¨¦tica. La operaci¨®n republicana sobre Segovia y La Granja sirvi¨® de marco a Hemingway para Por qui¨¦n doblan las campanas. La revoluci¨®n obrera de Barcelona y su liquidaci¨®n en mayo de 1937 propiciaron el tema del libro de Orwell Homenaje a Catalu?a, otro libro esencial. Aza?a, el presidente de la Rep¨²blica espa?ola, dict¨® la versi¨®n definitiva de La velada en Benicarl¨® ¡ªsu novela sobre la guerra, que aparecer¨ªa en 1939¡ª mientras permanec¨ªa aislado, y tal vez en peligro, precisamente en Barcelona y durante aquellos mismos d¨ªas, 3 a 7 de mayo de 1937. Malraux estuvo trabajando en La esperanza, que sali¨® en diciembre de ese a?o, igualmente desde el mes de mayo, un mes, pues, prodigioso para la creaci¨®n literaria y art¨ªstica, el mes en que Picasso empez¨® el Guernica y Malraux La esperanza, Aza?a termin¨® La velada en Benicarl¨®, y Orwell y Hemingway encontraron las experiencias decisivas para construir sus respectivos testimonios sobre la guerra.
La guerra espa?ola galvaniz¨®, como sabemos, la conciencia contempor¨¢nea; dej¨® huella indeleble en la memoria de la humanidad. El Guernica fue ¡ªcomo certeramente escribi¨® Calvo Serraller¡ª ¡°una alegor¨ªa moral sobre el horror b¨¦lico¡±. La esperanza, Por qui¨¦n doblan las campanas, Homenaje a Catalu?a, idealizaban la guerra espa?ola como la resistencia del pueblo espa?ol contra el fascismo, defend¨ªan la legitimidad de la causa republicana y glorificaban el romanticismo revolucionario ¡ªla ¡°ilusi¨®n l¨ªrica¡± en palabras de Malraux¡ª que inspir¨® a milicianos espa?oles y voluntarios extranjeros en la lucha contra la sublevaci¨®n militar. Planteaban, en todo caso, cuestiones palpitantes, perspectivas, dilemas dram¨¢ticos, que mostraban la complejidad del conflicto espa?ol y la dif¨ªcil ambig¨¹edad del contexto moral en que se desarroll¨®. Orwell ya observ¨® que la guerra civil espa?ola no era una mera guerra sino ¡°el comienzo de una revoluci¨®n¡±, y que su reducci¨®n a una cuesti¨®n de ¡°fascismo versus democracia¡± omit¨ªa dimensiones esenciales, aspectos capitales, de la propia realidad.
El mito de Guernica encubri¨® que la guerra en Euskadi fue tambi¨¦n una guerra entre vascos
Picasso hab¨ªa pintado un mito moral universal. La transformaci¨®n, con el tiempo, de Guernica en un mito vasco ¡ªGuernica, el s¨ªmbolo del odio del fascismo contra los vascos¡ª distorsion¨® la verdad hist¨®rica. En palabras de Antonio Elorza, ¡°Guernica¡± hizo de una derrota ¡ªla derrota del gobierno y el ej¨¦rcito vascos sancionada por la ca¨ªda de Bilbao en junio de 1937 y la posterior rendici¨®n vasca en Santo?a¡ª, una victoria moral de Euskadi. El mito encubri¨® hechos decisivos (adem¨¢s, de la rendici¨®n): que la guerra en Euskadi fue tambi¨¦n una guerra civil entre vascos, en raz¨®n del apoyo a Franco en ?lava, Navarra y los importantes enclaves carlistas de Vizcaya y Guip¨²zcoa; que la fragmentaci¨®n pol¨ªtica del Norte republicano ¡ªy no, o no s¨®lo, la l¨®gica militar¡ª fue probablemente la causa principal de la derrota de la Rep¨²blica en la regi¨®n.
En La esperanza ¡ªuna sucesi¨®n de escenas de la guerra entre julio de 1936 y marzo de 1937¡ª, Malraux hizo la apolog¨ªa de la estrategia comunista en Espa?a: disciplina, gobierno de unidad, militarizaci¨®n. Lo hizo en el mismo momento en que Orwell ¡ªque se uni¨® a la milicia del POUM en diciembre de 1936, combati¨® durante cuatro meses en el frente de Arag¨®n, presenci¨® durante un permiso los ¡°hechos de mayo¡± de Barcelona y que al reincorporase al frente recibi¨® una muy grave herida en el cuello¡ª denunciaba la liquidaci¨®n de la revoluci¨®n espa?ola por el Partido Comunista, la persecuci¨®n del POUM por agentes sovi¨¦ticos y polic¨ªas filo-comunistas (hechos que Malraux no pudo desconocer) y la falsificaci¨®n de la verdad de la guerra por la propaganda y la manipulaci¨®n.
Por qui¨¦n doblan las campanas, la historia de la operaci¨®n contra un puente en la sierra de Madrid a cargo de una peque?a guerrilla republicana y de un dinamitero norteamericano, romantizaba y sentimentalizaba la guerra. Era la historia rom¨¢ntica del hombre ¡ªRobert Jordan¡ª que muere por una causa, la Rep¨²blica espa?ola, y una historia de amor (entre Jordan y Mar¨ªa, la joven guerrillera que se recupera de las brutalidades ¡ªviolaci¨®n, asesinato de su padre¡ª que hab¨ªa sufrido a manos de los fascistas). El libro de Hemingway exaltaba de forma evidente la causa republicana. Pero la novela incorporaba escenas, pasajes, elementos narrativos, que denunciaban la terrible dureza y las miserias pol¨ªticas y morales de la guerra: la atroz matanza de fascistas ¡ªen el pueblo de Pilar, al comienzo de la guerra¡ª, arrojados vivos, a una muerte segura, por una profunda garganta rocosa; la comodidad y placeres que disfrutaban asesores rusos, dirigentes internacionalistas y corresponsales extranjeros pro-republicanos, en los hoteles del Madrid republicano; la incompetencia de los mandos militares republicanos (con un retrato feroz de Miaja: ¡°un viejo calvo, gafoso, est¨²pido, aburrido¡¡± , ¡°defensor de Madrid creado por la propaganda¡¡±); la rudeza y tosquedad de la mentalidad, valores e ideas de los propios guerrilleros protagonistas ¡ªheroicos, sin duda¡ª de la historia.
Homenaje a Catalu?a expon¨ªa, literalmente, el lado oscuro del antifascismo
Homenaje a Catalu?a expon¨ªa, literalmente, el lado oscuro del antifascismo: Orwell ¡ªel escritor que, como ha quedado dicho, se uni¨® a la lucha contra el fascismo en Espa?a y que se sum¨® entusiasmado a la revoluci¨®n proletaria que se desencaden¨® en Catalu?a entre julio y diciembre de 1936¡ª vivi¨® los ¨²ltimos d¨ªas de su experiencia revolucionaria huyendo de la polic¨ªa gubernamental, durmiendo en las calles, sabiendo que algunos de sus mejores amigos combatientes en la guerra hab¨ªan sido encarcelados ¡ªy alguno torturado y muerto en prisi¨®n¡ª, perseguido, en suma, por las mismas fuerzas con las que hab¨ªa venido a combatir y buscado por quienes hasta d¨ªas antes hab¨ªan sido sus propios camaradas.
La velada en Benicarl¨® era la visi¨®n de la guerra como una alucinaci¨®n colectiva, un libro devastador en el que Aza?a verti¨® los sentimientos de tristeza, abatimiento y pesimismo con que reaccion¨® ante el levantamiento del 18 de julio de 1936, la expresi¨®n de su desolaci¨®n por el fracaso de la Rep¨²blica, cuyo final se equiparaba en la novela ¡ªlo hac¨ªan as¨ª varios de los personajes¡ª con colapso del orden y la disciplina, desaparici¨®n del Ej¨¦rcito, revoluci¨®n, ejecuciones y carencia de solidaridad nacional (Catalu?a). La velada era la ant¨ªtesis de la ilusi¨®n l¨ªrica de Malraux y del sentimentalismo hemingwayano: era la imagen de la guerra como una guerra espantosa, en la que la naci¨®n, Espa?a, hab¨ªa dejado de existir dividida en fracciones irreconciliables y arrastrada por el odio, el miedo y la violencia arrolladora de los propios espa?oles (y una guerra in¨²til, porque, en palabras de uno de los personajes, Pastrana ¡ªm¨¢s o menos, Prieto¡ª, la guerra no resolver¨ªa ninguno de los problemas hist¨®ricos de Espa?a).
La guerra espa?ola fue todo menos simple. No escap¨® a la l¨®gica que observ¨® Orwell en su libro: a la degradaci¨®n progresiva de toda guerra. En las novelas de Malraux y Hemingway, en muchas p¨¢ginas de Homenaje a Catalu?a, alentaba aquel romanticismo revolucionario que vivi¨® la guerra espa?ola como la admirable resistencia del pueblo espa?ol contra el fascismo. Malraux ya advirti¨® en su libro que ello no era suficiente: que la guerra exigir¨ªa organizar el apocalipsis de los primeros d¨ªas y meses. En La velada en Benicarl¨® y en pasajes de Por qui¨¦n doblan las campanas y Homenaje a Catalu?a, el pulso y tono eran ya otros: la guerra como un tr¨¢gico fracaso hist¨®rico.
Juan Pablo Fusi es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense de Madrid.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.